La poética del quirófano

La poética del quirófano

Por Mercedes Pérez Bergliaffa
Podría ser abanderada de las mujeres: la exótica artista francesa ORLAN –quien llegó el 23 de noviembre a la Argentina para exponer su obra en la muestra colectiva Salón francés en el Museo de Arte Contemporáneo de Buenos Aires- habla de la belleza impuesta, de los cánones, del machismo, de las ideologías dominantes y de cómo todo eso controla los cuerpos de las mujeres. Pero ORLAN -una mujer de 69 años- no sólo habla sino que lleva sus palabras a la práctica: desde los años 60 cuestiona la cultura occidental utilizando como material para sus obras su propio cuerpo, interviniéndolo a veces de maneras drásticas. Por ejemplo, con las famosas “cirugías-performances” que se hizo en en los 90, modificándose y cambiándose a sí misma. Más tarde, en obras recientes trabajará con biogenética, vestuario, maquillaje, ornamentos y photoshop, e imitará a la tribu mursi de Africa (esa en la que las mujeres se insertan platos en la boca o las orejas).
A través de estas obras ORLAN -escribe su nombre artístico así, con mayúsculas- denuncia. ¿Pero qué denuncia? El espacio y rol de la mujer que fue construido históricamente hasta ahora.
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De aspecto llamativo, ORLAN tiene dos cuernos insertos en la cabeza, cabellos en tandas de colores y un curioso y vivaz vestuario. “Soy una artista” -dirá después- “entonces me visto como una artista, de forma inventiva, no triste”. Es que la francesa va contra todo cliché de belleza estándar, deshaciendo los cánones de lo que se considera “lindo” y lo que no, rompiendo el imaginario de la figura femenina mercantilizada.
Pero en realidad ORLAN juega contra mucho más que esto: la artista es una verdadera combativa conceptual. Raspando un poco en estas primeras aproximaciones al personaje, ORLAN tiene una postura muy clara e ideas políticas fuertes: esto fue lo que dejó entrever en una entrevista exclusiva con Clarín por Skype hace unos días, antes de su viaje a Buenos Aires.
De voz fuerte, decidida y grave, la artista se hizo mundialmente conocida en los 90 por el “carnal-art”, las cirugías-performances en los quirófanos que hacía antes o mientras la operaban, vestida con ropas de Paco Rabanne e Issey Miyake y que se transmitían en vivo desde el Centro Pompidou a galerías de arte de Nueva York. Ahora, atiende la llamada en medio de la noche parisina: “Tengo muy poco tiempo, estoy muy apurada, tengo muchos compromisos. Cada minuto cuenta”, será lo primero que diga.
-Las operaciones que usted se hizo hace años –cada una con un estilo diferente, basadas en la lectura de un texto distinto, especies de “puestas en escena”- son una parte de su trabajo. Pero hay en eje que atraviesa todas sus obras: el cuerpo.
-Soy una artista, no realicé las cirugías para mí sino por mi obra, para mi obra. Y tanto estos trabajos como los que expongo ahora en el MACBA son obras que yo llamo de self-hybridation (de autohibridación).

-¿Usted cambia su cuerpo permanentemente desde los años 90?
-No lo cambio de manera permanente. Hago performances, saco mis autorretratos. Me hice operaciones entre 1990 y 1993. Después no me las hice más.

-¿Por qué se hizo operaciones para modificar su cuerpo tanta veces, pensándolas como obras de arte?
-Porque estoy en contra del estándar de belleza y quería hacer algo físico que no aportara “belleza” en los términos habituales. Por esta razón también me hice dos cuernos sobre la cabeza. Quería demostrar que con la cirugía se pueden hacer otras cosas, muy diferentes. No estoy en contra de la cirugía estética; estoy en contra de la normalización de los estándares obligatorios sobre los cuerpos de las mujeres.

-Desde esta posición, ¿qué piensa que es la belleza?
-La belleza no existe en sí misma. Es exclusivamente un problema relacionado con la ideología dominante. Porque, por ejemplo, si usted observa las obras que voy a exponer en el MACBA, verá que he mezclado mi cara con fotos etnográficas de Africa. Allí hay mujeres que llevan bijou muy, muy grande, de madera, inserta en las orejas, bocas… Si la llevan encima durante una temporada y contextos determinados, son consideradas deseables. Pero yo me opongo a esto: durante todas las épocas, en todos lados y en clases sociales diferentes, las mujeres hemos tenido “obligaciones” que cumplir con y para nuestro cuerpo, en base a lo que los hombres dicen que las mujeres debemos hacer o ser para ser deseables. Creo que la belleza no puede ser definida bajo ninguna circunstancia de esa manera. Eso es solamente una belleza impuesta por la ideología dominante del momento, históricamente y geográficamente.

-¿De qué otras formas se opuso con sus trabajos a la ideología dominante?
-También utilicé mi cara para crear imágenes inéditas, pero trabajando solamente con las culturas no occidentales. Como cuando estuve en México: me interesó especialmente la estatuaria olmeca, azteca, maya; las deformaciones de cráneos que ellos hacían.. Entonces me saqué fotos en la mismas posiciones que esas estatuas, realizando cambios momentáneos sobre mi cara y luego, con photoshop, mezclé mi nueva imagen con las fotos de las estatuas mayas. Es una manera de reconocer la belleza en otras civilizaciones.

-¿Conoce la Argentina?
-Sí, estuve allí antes

-¿Piensa, en relación a los estándares de belleza, que hay aquí una cultura machista?
-Sí, por supuesto, es muy machista. Pero también en Europa y en Francia. Quizás nosotras en Francia hayamos desarrollado más rápidamente los movimientos feministas y eso hizo un click dentro de las mentalidades, al menos un poco. Pero el gran problema es la religión.

-¿Por qué?
-Porque todas las religiones han sido creadas por los hombres y para los hombres, para mantener su supremacía. Los hombres preferirían que las mujeres no salieran, que se quedaran en las casas, cocinando, haciendo servicios. Y las mujeres son así en muchas partes del mundo: esclavas de la casa y esclavas sexuales,con consentimiento o no. Yo me opongo a eso.
CLARIN