27 Dec Con 14 años, pidió ser congelada tras su muerte
“Me pidieron explicar por qué quiero algo tan extraño. Es porque sólo tengo 14 años y no quiero morir, pero sé que me estoy muriendo.” Así comenzaba la breve carta donde una chica británica daba cuenta de su último deseo antes de ser consumida por el cáncer que la acechaba, el mes pasado, y que condujo a la autorización de congelar su cuerpo para una eventual resucitación en el futuro.
“Pienso que ser conservada me da la posibilidad de ser curada y despertada, aun dentro de cientos de años -continuó la carta de la menor, cuyo nombre quedó bajo reserva y de quien recién ayer se reveló la historia-. No quiero ser sepultada. Quiero vivir, vivir más, porque en el futuro podría hallarse una cura para mi cáncer y despertarme. Quiero tener esta posibilidad. Este es mi deseo.”
La carta superó todas las reticencias del juez Peter Jackson, del Tribunal Superior de Londres, que después de visitarla en el hospital donde aguardaba su destino decidió darle curso a la petición y autorizar la criogénesis, un sistema cultivado por la literatura y el cine durante décadas, cuya eficacia genera dudas en buena parte de la comunidad científica.
La decisión de la adolescente fue sometida a la justicia para zanjar una disputa familiar. Los padres de la chica, divorciados desde hace años, sostenían posiciones encontradas sobre el deseo de su hija. Mientras la madre la apoyaba expresamente, su padre se oponía.
“Aunque el tratamiento tenga éxito y la devuelva a la vida, digamos, en 200 años, podría encontrarse sin ningún familiar ni recordar nada”, le dijo el padre al juez Jackson antes de acabar aceptando la voluntad de su hija.
Según los detalles del caso, los padres tenían una mala relación y la chica no había tenido ningún tipo de contacto cara a cara con su papá durante los últimos ocho años. Por eso no permitió que él accediera a los detalles de su enfermedad ni que viera su cuerpo una vez fallecida.
Lo que ganó la voluntad del juez fue la visita que le hizo a la clínica donde se atendía. Mano a mano con la chica, dijo sentirse “tocado por su ánimo valiente” con el que la vio “afrontar su suerte”.
“No es ninguna sorpresa que esta demanda sea la primera de este tipo en llegar a la justicia en este país, y probablemente en cualquier otro”, dijo Jackson en su decisión. “Es un ejemplo de las nuevas preguntas que la ciencia plantea al derecho, quizá, más que nada, al derecho de familia”, agregó.
La criogénesis consiste en sumergir el cuerpo en una solución de nitrógeno líquido a -196°C en cisternas cilíndricas, una técnica de eficacia no comprobada que sólo se realiza en Estados Unidos y Rusia. Fueron sus abuelos, los padres de la mamá, quienes asumieron los costos del congelamiento, estimado en 46.000 dólares y a cargo del Instituto de Criogenización, una organización sin fines de lucro con sede en Michigan, Estados Unidos.
Esta organización confirmó haber recibido, el 25 de octubre pasado, el cuerpo de la joven, que se conservará en la cisterna a la espera de una eventual resucitación.
El instituto fue creado en 1976 por el profesor de física norteamericano Robert Ettinger, considerado el padre de la criogenización, que fue él mismo congelado a su muerte en 2011, a los 92 años. Ettinger desarrolló la tesis según la cual “es posible conservar el cadáver indefinidamente”, de modo que un día “la ciencia médica pueda reparar los daños causados por la enfermedad y la criogenización”. Si bien cuenta con un centenar de cadáveres, el instituto aclara que no puede garantizar el éxito del tratamiento.
Barry Fuller, especialista en medicina a baja temperatura del University College de Londres, dijo que la tecnología de preservar las células a temperaturas ultrabajas es prometedora, pero que todavía no se puede aplicar a grandes estructuras, como un riñón humano. “En este momento no tenemos evidencia objetiva de que un cuerpo humano completo pueda sobrevivir a la crioconservación”, dijo Fuller, aunque señaló que existen investigaciones en curso.
Cuando le comunicaron la decisión judicial, el 6 de octubre pasado, la chica “estaba feliz”, según relató su abogada, Zoe Fleetwood. “Quería ver al juez, que la visitó al día siguiente. Charlamos después del encuentro y ella lo describía como «el señor héroe Peter Jackson».”
LA NACION