29 Nov Abel Pintos: “De alguna forma, todo vuelve a empezar”
Por Mauro Apicella
El 11 es un número muy simbólico: para la numerología, para mí, para las letras y la intención del disco. Además, nací un 11 de mayo y este es mi disco número 11″, dice Abel Pintos sobre su último álbum, que presentó el mes pasado en el Luna Park y que seguirá presentando a partir de hoy, con una larga serie en el teatro Opera.
La cosa no termina ahí: “Una de las decisiones más importantes de mi vida, dedicarme a la música, la tomé a los 11 años. Ese fue el año en que empecé a cantar. Este disco tiene once canciones, no por decisión conceptual; se dio así, solo consideré que había dicho con esos temas todo lo que tenía que decir”. Y así debe ser. Porque el mayor talento de Abel Pintos no es cantar ni escribir canciones sino algo más amplio que eso. Sabe comunicarse con el público, en el sentido más general. Tal vez por eso la gente no va a sus conciertos a escuchar pop o folklore sino a ver y escuchar a Abel Pintos. Construyó una carrera que no se quedó en el pequeño talento finisecular que subió con todo su desenfado al escenario del festival de Cosquín. Evolucionó hacia lo que es hoy, hasta este disco de canciones sueltas que tienen puntos de conexión. “En general el disco habla de mi opinión sobre las relaciones entre los seres humanos hoy. La forma cómo nos relacionamos y lo importante que es el respeto entre dos unidades para poder crear otra, como es el 11, que está formado por dos unos”.
-Cuándo se te dio por la numerología?
-No, tengo el conocimiento que todos podemos tener más algo de información que me va llegando o he leído. El 11 tiene una carga energética muy grande. Tiene mucho que ver con la sabiduría, no me considero un sabio pero sí un ser humano cada vez más curioso. Me gustaría ir siendo, para mi mismo, lo aclaro, más maestro que aprendiz. Después de 20 años de carrera y mucho éxito que disfruto, este disco es otro paso de búsqueda.
-Desde algunos años sos, probablemente, el músico más convocantes de nuestro país. ¿Buscaste algo de todo eso? ¿Llegar el Estadio Unico de La Plata y grabar un CD-DVD?
-El estadio era algo soñado, creo que la música popular merecía ese espacio. Los artistas populares nos lo merecemos. Después de eso hacemos varios Luna Park, luego vamos al Opera. No canto mucho en un mismo lugar. No quiero cansar ni exprimir. Agradecemos el gesto que la gente tiene de venir a escuchar.
-¿Seguís haciendo el circuito festivalero folklórico, más intenso que cualquier otro tipo de gira?
-Logramos un equilibrio. Tratamos que las giras de verano y la de los discos tengan el mismo ritmo. Independientemente de que mi música se haya desencasillado me honra que los festivales de todos los géneros me sigan brindando espacio.
-¿Cuándo te diste cuenta de que la gente no iba a escuchar pop o folklore sino a Abel Pintos?
-Con la gira de Sueño dorado. Porque es un disco que pone toda mi carrera en un lugar armónico. Tiene pinceladas de lo más tradicionalista y de mi búsqueda constante. En este nuevo disco me reversiono como intérprete de mis canciones, desde la técnica vocal, desde cómo las voy a interpretar. Sueño dorado fue un balance y sentí que el público venía a compartir lo que yo tuviera que compartir, más allá de la estética. Lo valoro y me enorgullece. Al público lo considero parte de esta relación no desde un lugar cursi. Me vio crecer y yo también lo vi crecer. El que antes era un niño como yo ahora hasta viene con sus hijos. Sabe cuando me estoy por largar a llorar en un concierto o cuando necesito silencio. No tengo que hacer nada. Y yo lo conozco bien.
-¿Haber grabado en Londres y Madrid, con productores distintos como Leiva y el sueco Martin Terefe ayuda a llegar a nuevos público, especialmente fuera de la Argentina?
-Lo que busqué para este disco era objetividad. Sabía que con este disco iba a cantar en otros países por primera vez. Quería que eso sucediera desde el origen de la grabación. Leiva y Martin no tenían conocimiento de lo que yo hacía como músico. Con Leiva nos hicimos amigos antes de que conociera mi música. Para cuando se enteró de lo que yo hacía ya estaba dentro del disco.
-¿Buscabas un sonido en especial por eso llamaste a estos productores?
-Buscaba objetividad. Ariel [Pintos] y yo, trabajando desde la coproducción. Teníamos que encontrar el equilibrio entre dos sellos muy distintos.
-¿Cómo llegaste a Martin Terefe? ¿Por la referencia de los artistas que produjo (KT Tunstall, A-Ha, Jason Mraz, Cat Stevens, Mary J. Blige y Jamie Cullum, entre otros)?
-Tengo varios discos producidos por él de características muy distintas y me atrajo cómo los abordó. Yo soy un músico ecléctico y él es un productor muy ecléctico. Acá [en la compañía discográfica Sony, donde se realiza esta entrevista] me dijeron: “Contás con todo nuestro apoyo, vamos a Londres a conocerlo”. En Sony saben que mi efectividad en el trabajo se da si siento simbiosis. Por más background que tenga el productor necesito que sepa leerme y saber que puedo comunicarme naturalmente. Fui a Londres sólo para conocerle. Charlamos seis horas en dos días.
-¿Y qué tipo de tratamiento hiciste con el C.E.O. de Sony para convencerlo de que la manera de sacarte bueno era encontrando simbiosis?
-No [se ríe]. Es también por la relación. Llevo 15 años trabajando con Sony.
-¿Cerraste un ciclo con el disco anterior, que fue en vivo?
-Creo que en un punto 11 es un primer disco. Lo mismo me pasó con Abel. Como Sueño dorado había sido de reversiones, Abel fue el comienzo de una nueva etapa. Luego decidimos festejar con Único, que viene a poner otro moño a mi carrera, nos cuelga, al público y a mi, una medalla más. Lo siguiente es la posibilidad de salir a otros países, de cantar para gente que nunca me escuchó antes. De alguna forma, todo vuelve a empezar.
LA NACION