Al diván: el seleccionado, bajo la lupa del psicoanálisis

Al diván: el seleccionado, bajo la lupa del psicoanálisis

Por Pablo Lisotto
El seleccionado argentino no logra encauzar el rumbo. A los duros golpes que implicaron las derrotas en tres finales consecutivas (Mundial 2014 y Copa América 2015 y 2016) ahora se suma una realidad que espanta: la magra cosecha de puntos en las eliminatorias, que encendió todas las alarmas. La posibilidad de no clasificarse para Rusia 2018 empieza a tomar forma, y todo eso juega su papel en las mentes de los protagonistas.
Consultados por la nacion, varios psicólogos analizan el caso, con conceptos generales que aplicables a la alta competencia y a la situación del conjunto albiceleste.
“Lo primero que hay que hacer es un diagnostico y un pronóstico. Frente a esa base, recién podemos decir en relación con todos los involucrados si tienen determinadas características que podrían estar vinculadas con esta situación y qué aspectos deberíamos trabajar”, explica la licenciada Liliana Grabin, directora del postgrado de psicología aplicada al deporte de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires. La especialista hace una salvedad: no corresponde hacer un diagnóstico profundo a distancia. Y luego agrega: “Siempre es importante un diagnóstico de situación personal y grupal para analizar lo que sucede como síntoma, que en este caso sería no lograr las metas deportivas (algo que se repite desde hace un tiempo), para evaluar por qué ocurre”.
Marcelo Halfon, médico psicoanalista especializado en vínculos y deportes, va un poco más allá de la línea de cal: “Resulta casi imposible aislar el rendimiento deportivo del contexto institucional. Lo psicológico atraviesa tres mundos. El individual, el de las relaciones y el del contexto público institucional en el que cada uno vive. Y los jugadores del seleccionado no están exentos de la crisis crónica que vive el equipo en función de la mayor crisis institucional histórica que atraviesa la AFA, desde hace varios meses.”
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Mucho se habla de la importancia que tiene el armado del grupo para esta generación. De la armonía y de los roles que cumple cada integrante del plantel. Sin embargo, Grabin destaca: “Es importante diferenciar un grupo de un equipo deportivo. El grupo tiene objetivos y metas comunes, pero es en el equipo donde hay cohesión y valores compartidos. Las personas se juntan, mientras que los equipos se construyen con el tiempo. Un equipo es el «somos» en detrimento del ego de individualidades. Y ese «somos» aparece con la cohesión”.
En sintonía, la licenciada en psicología María Ester Izykowsky agrega: “La importancia del formador de un equipo de trabajo es lograr la integración de todos los microgrupos que puede haber en un grupo, para conformar ese equipo. Que los intereses particulares queden sustituidos o postergados por el interés general, sobre todo en la alta competencia. De lo contrario, lo que existiría es un conjunto de jugadores manejándose de modo anárquico, cada cual para donde le parece o tiene ganas”.
En este contexto, ¿cuánto afecta encadenar frustraciones? “Por supuesto que todos quieren ganar, pero eso no alcanza. Con los tres segundos puestos, las circunstancias subieron la altura de la vara. Pero no es que las exigencias sean desmedidas, sino que las frustraciones son desmedidas. Sorprende lo ingenuo de algunos comentarios de los propios protagonistas, que delatan la falta de trabajo en lo emocional. Si se trabajara en el plano psicológico esas tres aristas (individual, grupal y técnico/dirigencial), todos los protagonistas estarían mejor preparados para ganar, y también para incorporar y asimilar la frustración de una derrota”, se lamenta Halfon. Y alerta: “Si no se trabaja adecuadamente sobre esta olla a presión, el cuerpo habla. En este contexto, no es casual la reciente lesión de Messi”.
Sebastián Fosatti es coach mental y trabajó junto al cuerpo técnico de Ramón Díaz en River y en el seleccionado de Paraguay. Su punto de vista concuerda con lo expuesto: “Hay un exceso de estrés cerebral, emocional, sensorial y energético. Eso les impide a los jugadores sacar la mejor versión de sí mismos. Este equipo tiene que absorber toda la presión y la mirada de los hinchas argentinos, para los cuales, en su mayoría, ellos son fracasados porque son subcampeones del mundo. Es una locura”, opina.
A falta de ocho jornadas para el final de las eliminatorias, y además de hacerlo con los habituales entrenamientos futbolísticos, el seleccionado argentino deberá trabajar en lo psicológico para dejar atrás esta crisis lo más pronto posible… o bien aprender a convivir con la presión que conlleva esta incertidumbre de un camino al Mundial 2018 cada vez más poblado de obstáculos.
LA NACION