13 Oct Bienvenidos a la era del bienestar
Por Laura Marajofsky
Por dónde pasa hoy el bienestar? ¿Qué implica llevar una vida sana y feliz? Estos y otros interrogantes aparecen cada vez con más frecuencia en la actualidad. Lo cierto es que gracias a los avances de la medicina moderna, y con la cultura siempre mediando como catalizadora, podemos decir que no sólo vivimos más (el 90% de la población llega a los 60 años con buena salud, en lo que se conoce como senior boom), sino que vivimos mejor. Es por esto que en distintos ámbitos se ha tenido que actualizar nociones ya obsoletas en referencia a la edad y a nuestras posibilidades. En simultáneo, otros cambios sociales acompañaron este fenómeno: tenemos menos hijos, con una tasa de natalidad que desciende en todo el globo (en general, según datos del Banco Mundial se redujo a la mitad entre 1960 y 2012), y a su vez se prolongan ciertas etapas de la vida en lo que hoy llaman emerging adulthood: nos casamos e independizamos más tarde, pasamos por numerosos trabajos, etc.
Todo esto generó más disponibilidades que se traducen en tiempo y recursos para dedicamos a nosotros mismos, lo cual lejos de ser una pulsión egoísta está empezando a ser connotado como una verdadera búsqueda del bienestar a todo nivel. Las manifestaciones de esta nueva predisposición están a la vista.
Ecomundo
La conciencia del medioambiente es algo que adultos y jóvenes están incorporando a sus vidas, pero no sólo se limita a una postura de cuidado del planeta (pensemos en los movimientos verdes tradicionales y sus versiones aggiornadas como el freeganismo, shared economy), sino también en una nueva manera de encarar el día a día, en la que se busca intervenir en las pequeñas decisiones que tomamos, empezando por nuestra salud. Al hábito de andar en bici y el running, dos modas cada vez más instaladas en nuestro país, se suma un creciente interés por la alimentación orgánica y saludable, una mayor exposición del tema en los medios y el auge de ferias y circuitos alternativos de pequeños productores. Ya no es ni tan difícil ni tan caro -eterno reproche a esta clase de productos- conseguir alimentos sin agroquímicos.
De igual modo, el furor tecnológico de las apps permitió el surgimiento de una herramienta de suma utilidad para el consumidor: aplicaciones que te permiten evaluar marcas para medir aspectos relevantes que van desde niveles de toxicidad en los alimentos o los productos de limpieza que hay en tu casa hasta los maquillajes que usás diariamente. También están aquellas aplicaciones que colaboran con cuestiones más básicas como la hidratación necesaria para el cuerpo, y no olvidemos que hay toda una miríada de asistentes para el fitness.
Body & soul
La búsqueda de la armonía interna tampoco ha sido dejada de lado si se observa el furor por la práctica de disciplinas como las múltiples variantes del yoga, el taichi, la acupuntura o el shiatsu, hasta llegar a las quizá no aptas para los más escépticos, como el reiki. Una actividad relativamente nueva aquí es el mindfullness, que combina la milenaria práctica de la meditación con la focalización en el momento presente, pero que busca validación en las neurociencias para demostrar su eficacia como técnica complementaria para tratar estrés, dolor, depresión y adicciones. El mindfullness viene a intentar proveer un enfoque integral (cuerpo-mente) en un momento en que tanto la medicina tradicional como la psicología luchan por resolver problemas persistentes que nos aquejan.
En una línea más recreativa, también podemos encontrar las Yoga Raves que aparecieron hace un par de años, como un producto 100% argentino, y las fiestas matutinas o diurnas, último grito de la moda en Europa y los Estados Unidos. En el mundo globalizado la tendencia dicta que nada mejor para empezar el día que ir a bailar un rato a eventos como los daybreakers neoyorquinos, donde la consigna está puesta en disfrutar y energizarte sin necesidad de drogas o alcohol, a modo de aeróbico o por amor al baile. Así, estas llamadas early-morning parties están cambiando la percepción de la rutina, la diversión y la salud, a plena luz del día. Las Yoga Raves también comparten esta consigna de entretenimiento saludable, pero suman a la propuesta meditaciones grupales, estiramientos, bebidas como licuados de cereales o shots de brotes y recitales en vivo. El movimiento ya es un fenómeno mundial.
Las fiestas en clave yogui han acompañado un crecimiento en la demanda de clases y terapias alternativas en la Argentina (la práctica misma del yoga, los cursos de respiración), y también movidas como las convocantes meditaciones masivas por la paz en espacios públicos, que se multiplican en simultáneo en distintos países.
¿Un nuevo paradigma?
Muchos se preguntan cuál es entonces el camino para alcanzar un mayor bienestar. ¿Hago más deporte? ¿Cambio de trabajo? ¿Me tomo unos días en un hotel con spa? Lo cierto es que tal vez no haya un camino y las posibilidades sean tan variadas como individuos e idiosincrasias existen. Lo bueno es que por un lado pareciera haber más conciencia y atención a la hora de preguntarnos cómo estamos (y cómo queremos estar), y por otro, se aprecia una mayor apertura gracias a que comienzan a aparecer enfoques más integrales en los que conviven distintas ideas, técnicas y disciplinas.
Quizás como explica la célebre escritora Úrsula K. Leguin acerca del ideal de belleza contemporáneo y la relación con el cuerpo, se trate de crear nuestros propios estándares para sentirnos bien, por más subjetivos e inclasificables que éstos sean: “Hay un ideal de belleza de lo joven y sano, el cual realmente nunca cambia y que es siempre verdadero. Está también el ideal de belleza de las estrellas de cine y los modelos de las publicidades, el cual cambia sus reglas todo el tiempo y nunca es enteramente . verdadero. Y hay un ideal de belleza que es más difícil de definir o entender porque no ocurre sólo en el cuerpo, sino donde el espíritu y el cuerpo se encuentran y se definen uno a otro.” A fin de cuentas, tanto la belleza como la salud podrían ser un estado de nuestra mente. Nada más ni nada menos.
LA NACION