06 Oct ¿Por qué el anuncio del premio Nobel de Literatura se postergó una semana este año?
Primero fue el de Medicina, luego el de Física, al tercer día el de Química: los premios Nobel se entregaron siguiendo el prolijo cronograma estipulado por la Real Academia de las Ciencias de Suecia para la primera semana de octubre.
Pero el de Literatura viene demorado: quienes votan en secreto en el seno de la Svenka Akademien (Academia Sueca) parecen no haber decidido aún quién será galardonado en la edición de 2016.
Y los aficionados a las letras deberán esperar hasta el 13 de octubre para enterarse, según informaron medios suecos.
A diferencia de los otros cinco Nobel, el de literatura no tiene una fecha fija de entrega, pero tradicionalmente se anuncia en la víspera del de la Paz, el viernes. Así, se esperaba que fuera este jueves 6.
Los responsables de la decisión achacaron el retraso a cuestiones “aritméticas”.
“La razón es muy simple: de acuerdo a los estatutos, debemos reunirnos por cuatro jueves consecutivos empezando el penúltimo jueves de septiembre antes de anunciar al laureado, y este año ha caído inusualmente tarde”, declaró a los medios Per Erik Wästberg, uno de los 18 miembros de la Academia Sueca.
Las cuentas no dan: por caprichos del calendario de 2016, los académicos no lograron cuatro encuentros antes de esta semana, en la que se realiza la seguidilla de anuncios de los otros Nobel.
Pero hay críticos conocedores del mundillo literario que creen que la postergación es una señal de falta de acuerdos entre quienes ponen nombre al más prestigioso premio literario.
Último en entregarse
El sistema por el que se adjudica el reconocimiento, establecido por el filántropo Alfred Nobel en 1901, es intrincado y está teñido de secretismo.
Lleva todo el año y comienza con las postulaciones, que se reciben de academias de la lengua, profesores de letras destacados o sociedades culturales de prestigio, así como de anteriores galardonados (por cierto, está prohibido nominarse a sí mismo).
De la lista de unos 200 que confecciona el Comité del Nobel, los nombres se van tachando uno a uno hasta llegar a sólo cinco. Antes de la reunión plenaria, los 18 miembros vitalicios de la Academia deberán leer la obra de estos autores finalistas, preferentemente en su idioma original.
Así llega septiembre: el tercer jueves de sesiones consecutivas en el Börshuset, un edificio de fachada rosa pastel en el centro histórico de Estocolmo, se hace una votación de prueba. Luego, los miembros se congregan una última vez para tomar la decisión, a la que deben llegar por mayoría absoluta y que apenas horas más tarde se hace pública.
Este año, eso ocurrirá el próximo jueves, inusualmente después de que se conozcan los premios de la Paz y de Economía.
Watsberg aseguró que esta demora “no es una señal de divergencia entre los votantes”, según cita la agencia AFP. Pero declinó comentar si, junto a sus colegas, ha llegado ya a una decisión.
“La explicación que dieron (sobre el calendario) suena a salida elegante. La Academia juega con esa discreción sobre sus deliberaciones y no hay manera de confirmarlo, pero la demora sugiere que no hay mayoría en la primera ronda de votación y que los votos están divididos”, le dijo a BBC Mundo Matías Néspolo, escritor y periodista cultural.
Si realmente las deliberaciones se extendieron por falta de acuerdo será difícil saberlo: las actas se guardan selladas por 50 años, un secreto que los miembros de la entidad se encargan de resguardar.
Al menos, casi siempre.
“Hay peleas, arbitrariedades. Tienen sus ‘culebrones’, aunque no siempre trascienden. El problema de fondo es que cuidan ese ’empaque institucional’ de academia limpia y fuera de toda sospecha, pero son una institución como cualquier otra: en todos lados se cuecen habas”, apunta Néspolo.
Algunas rencillas saltaron a la vista, como la intempestiva salida de uno de los académicos, Knut Ahnlund, disgustado por la decisión de darle el Nobel de 2004 a la austríaca Elfriede Jelinek: luego sugirió que sólo un “pequeñísimo número” de los 18 jurados había leído la obra en alemán de la premiada, entre otros reveladores detalles incluidos en sus memorias.
Y todo indica que también ha habido filtraciones a lo largo de los años.
“Cuando fue lo de Vargas Llosa (ganó el Nobel en 2010), horas antes del anuncio salió en Wikipedia que se lo habían dado al (poeta sueco) Tranströmer. Muchos dicen que se activó un ‘plan B’: como salió en Wikipedia, (los académicos) se echaron para atrás y Tranströmer debió esperar al año siguiente”, recordó Néspolo.
También genera suspicacias cualquier cambio súbito en las probabilidades que ofrecen en las casas de apuestas, como ocurrió en 2008 justo antes de que ganara Jean-Marie Gustave Le Clézio.
Lo que es cierto, reconoció el vocero de la Academia, es que la demora en la decisión “da más tiempo para especular”.
Nombres de siempre, nombres de ahora
Entre los favoritos de las casas de apuestas figura un nombre repetido por años: el del novelista japonés Haruki Murakami, autor de “La caza del carnero salvaje”, “Tokio blues” y “Kafka en la orilla”, entre otros éxitos de venta, quien ha sido traducido a 50 idiomas.
También suena fuerte el sirio Ali Ahmad Said Esber, conocido por su pseudónimo Adonis, considerado uno de los más influyentes poetas árabes de la era moderna; o el del keniano Ngugi wa Thiong’o, autor de novelas, cuentos y ensayos e impulsor de un original modelo de teatro participativo que le valió la censura y el arresto en su país natal.
Asimismo, los rumores incluyen a los escritores estadounidense Don DeLillo, autor de “Submundo” y “Ruido de fondo” y doble ganador del Pulitzer de ficción; el multipremiado Philip Roth, responsable de “El lamento de Portnoy” y “Pastoral americana”, entre muchos otros; y la única mujer entre las favoritas, Joyce Carol Oates, prolífica cuentista y novelista autora de “Mamá” y de la biografía literaria de Marilyn Monroe “Blonde”.
Otros nombres que arriesgan las quinielas son los del británico Salman Rushdie, el israelí Amos Oz, el albanés Ismail Kadare y el checo-francés Milan Kundera.
El año pasado, el Nobel fue a manos de la escritora y periodista bielorrusa Svetlana Alexievich , a quien la Academia Sueca elogió por “su obra polifónica (que) es un monumento al valor y el sufrimiento de nuestro tiempo”.
Una de sus obras más conocidas es “Voces de Chernóbil”, un testimonio de quienes estuvieron en el desastre nuclear en la planta ucraniana, el 26 de abril de 1986.
Por supuesto, la lista de quienes no ganaron el favor de la Academia es larga y polémica: entre ellos, maestros de la literatura universal como James Joyce, Jorge Luis Borges , Franz Kafka o Marcel Proust.
LA NACION