02 Oct Sofía Castiglione: La rebelde con causa
Por Patricio Pepe
Después de una niñez y una adolescencia mediatizadas, tomó conciencia de que había sido expuesta sin haberlo decidido y se enojó con la profesión. Pero cuando creció se reconcilió: se dio cuenta de que podía elegir su propio camino dentro de un mundo que lleva en el ADN. “Fue difícil aprender que ‘el ambiente’ servía solo para sobreexponerse. Admiro un montón a mi mamá pero no soy como ella. Me da vergüenza contar mis problemas en la tele”, reflexiona mientras se maquilla para convertirse en una de las mujeres de 30 que se confiesan cada noche en el teatro Picadero.
Emulando el título de la obra, arriesga su primera revelación: “Estoy en un momento de mucha felicidad por haber tenido un 2016 repleto de trabajo”. Combinar un buen período laboral con la crianza de dos niños no es tarea fácil, pero asegura que le encontró la vuelta. “Trato de tomárlo con calma e intento no sentir culpa si en algún momento no puedo estar con ellos”. Dos niñeras la ayudan: una para la semana y otra para los findes, que se queda a dormir. “Así puedo descansar hasta más tarde después de las noches de función”.
Fanática del ocio, asegura que “hacer nada está buenísimo. Cuando no trabajo, si tengo que hacer trámites u otras cosas trato de juntarlas todas en un día así el resto del tiempo puedo disfrutar”. Para esos momentos se reserva los zappings furiosos, porque le encanta ver cualquier cosa en la tele. “Me ayuda a apagar la cabeza, porque soy de pensar todo tiempo. Y creo que cuanto peor sea la tele mejor es, y si querés cultura andá a leerte un libro, mi amor”, remata contundente. Uno de sus hobbies es coleccionar vinilos. “Debo tener ochocientos. Algunos los heredé de mi papá, mi mamá me trajo otros de sus viajes y yo me compro muchos”. La gran biblioteca del living de su casa rebalsa de discos de post punk, funk, rock, dub y reggae.
La noche es su momento. Entonces escucha música, cocina, estudia y hasta comparte una peli con su también noctámbula hija Helena. “Es el momento cuando más lúcida estoy. De hecho, si pudiera hasta iría al banco”. A punto de subir al escenario, arroja una última confesión: “¿Si me veo trabajando siempre como actriz? Eso espero, porque no sé hacer otra cosa. Soy re torpe y en la actuación encontré algo que me sale, dentro de todo, bien”.
LA NACION