19 Sep Adiós a Edward Albee, constructor de la pesadilla del sueño americano
Por Susana Freire
El dramaturgo Edward Albee (1928-2016), autor de ¿Quién teme a Virginia Woolf?, falleció a los 88 años en su casa de Nueva York, fue un provocador intelectual que puso a la sociedad estadounidense frente a un espejo teatral. La causa de su muerte no fue dada a conocer, aunque se sabía que Albee tenía problemas de salud desde que en 2013 fue operado del corazón.
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La muerte de este dramaturgo estadounidense no podrá callar la voz de un creador que rompió todas las convenciones al retratar en sus obras, con un agresivo y ácido humor, la forma de vida americana, sobre todo la que se refleja en el núcleo familiar.
Era hijo adoptivo de Reed y Francis Albee, que pertenecían al ambiente teatral y le dieron una sólida educación intelectual. Escritor polémico, Albee no perdía ocasión para manifestarse rebelde y agrio. Comenzó su carrera literaria cultivando la poesía y la novela, pero pronto se reveló como uno de los dramaturgos jóvenes más importantes.
El hecho de que su padre fuera propietario de varios teatros le permitió transitar los escenarios sintiendo la atracción que ejercía sobre él la posibilidad de exponer su mirada crítica sobre la sociedad a la que pertenecía.
Autor de más de una treintena de obras, la primera fue Historia del zoo (1958), que se estrenó en el teatro Schiller de Berlín. Obra simple y a la vez muy enigmática, trata de la enorme dificultad de comunicación entre los seres humanos.
En general, sus primeras piezas presentan un dominio y una americanización del teatro del absurdo que tuvo su apogeo en las obras de escritores europeos tales como Jean Genet, Samuel Beckett y Eugène Ionesco. Dramaturgos estadounidenses modernos tales como Paula Vogel le dan crédito a la mezcla que hace Albee de teatralidad y diálogo punzante para ayudar a reinventar el teatro de Estados Unidos de posguerra hacia comienzos de la década de 1960.
Sus obras cortas La muerte de Bessie Smith (1958) y La caja de arena (1959) son algo endebles en cuanto a su construcción, pero respiran una violencia expresiva muy propia de su autor. Pero su obra más importante es El sueño americano (1959), criticada en su momento por su carácter totalmente negativo e incluso nihilista. Albee acertó de lleno en el análisis de la capacidad de alienación de la sociedad americana. El sueño americano, el principio de la libertad e individualidad de los Estados Unidos se ven corrompidos por el culto a falsos ídolos y por la comercialización de la vida. Destacable por sus técnicas caricaturescas, de esta obra dijo James Baldwin: “Su visión de la antiséptica pasividad de la vida americana y la consiguiente desaparición de la sensibilidad masculina hacen que la obra parezca más bien una pesadilla”.
En 1963 se estrenó en Nueva York ¿Quién teme a Virginia Woolf?, la más conocida de sus obras y la más difundida por la versión cinematográfica que interpretaron Richard Burton y Elizabeth Taylor. La acción se desarrolla en una pequeña institución de enseñanza en Nueva Inglaterra. Un profesor de historia y su mujer discuten constantemente, incluso injuriándose, delante de un joven matrimonio que los visita. Albee intenta ridiculizar el típico matrimonio americano, con un lenguaje feroz y punzante, haciendo una de las obras menos complacientes de teatro americano para con el público. El drama humano y psicológico en que se ven envueltas las dos parejas mueve a cualquier espectador sensible, a pesar de la dureza de los diálogos, a contemplar la obra con un dejo de piedad.
Otras de sus obras importantes son Tiny Alice (1964), Delicado equilibrio (1965), premiada con el premio Pulitzer; La caja de arena (1968), All over (1971), Seascape (1975), Counting the Ways (1977), Listening (1977), The Lady from Dubuque (1980), Walking (1982), Marriage Play (1988), Tres mujeres altas (1990-1991), con la que obtuvo el Premio Pulitzer de 1994, El juego del bebé (1996) y La cabra o quién es Silvia (2002), entre otras.
Por esta trayectoria y por el estilo descarnado de escritura, Albee está considerado en los Estados Unidos como el autor dramático mejor dotado de su generación, después de Tennessee Williams y de Eugene O’Neill.
LA NACION