19 Sep “Cuidar la educación infantil y primaria es la clave para el éxito de un país”
Por Micaela Pérez
En España es conocida como “Sor Innovación” por ser pionera en aplicar en el aula la teoría de las inteligencias múltiples del psiquiatra estadounidense Howard Gardner y promover la formación de la ciudadanía digital desde la infancia. 1es Superiora General de las Misioneras Hijas de la Sagrada Familia de Nazaret y lidera un movimiento de reforma educativa centrado en el rol del docente y un modelo de aprendizaje que prioriza las competencias de cada alumno, alejado de la formación tradicional a la que, asegura, en el siglo XXI le cabe el mote de obsoleta. En una entrevista con 3Días, afirma que se trata de “un cambio sistémico, realizable en tres años”, y no se desanima frente a las difultades sociales que en países como la Argentina interfieren en el aprendizaje de la población infantil más vulnerable. Por el contrario, dice: ” Démosles pan y leche, pero la computadora también, porque donde hay pobreza, hay que dar más calidad. De otro modo, a no ser que le subas una calidad educativa, no serán capaces de salir de esa rueda de miseria. Porque de la pobreza se sale, pero de la miseria, no.”
Hoy la nueva cultura pasa por las pantallas. La educación tradicional debe ponerse a tono con las nuevas tecnologías para poder aplicarlas con éxito en el aula. Usted ha sido y es una promotora de la educación digital…
– Si, desde los nueve años que nosotros tenemos niños con uno por uno, es decir, o una tablet, ordenadores o I-phones. La tecnología acelera el cambio, pero no genera el cambio. Si el colegio ha sido capaz de generar cambios en el currículum, cambios en las tecnologías, cambios en las formas de evaluar, se ha cambiado el rol del profesor, el rol de alumno, si ha sido capaz de generar un tipo de organización de centro para ese alumno, ha creado espacios nuevos, el profesor ya establece unos cambios muy significativos con la tecnología y necesita de la tecnología para la personalización.
También están quienes hoy advierten que un uso abusivo de la tecnología no es bueno en el aprendizaje. ¿Cómo enfrentan ese dilema?
– La tecnología no es buena ni es mala, es el uso que se haga de ella. Se sabe y se ha estudiado neurológicamente que el juego es un motor de aprendizaje. No diría sólo el videojuego, el juego, todo lo que son las redes sociales… Tenemos que generar la ciudadanía digital. ¿Quién la va a enseñar, si no? Si el colegio prohibe el Facebook, que tengan un Twitter, que sepan utilizar estas herramientas como ciudadanos digitales, porque estos cambios no los vamos a poder parar, esto es imparable y va por más.
¿Hay límites en el uso de Facebook, de Twitter? ¿Cómo manejan este tema?
– Cuantos más límites, peor. Límites pocos y claros. No interesa que el alumno sea capaz de utilizarlos de otra forma. Por ejemplo, en Bachillerato, los alumnos prepararon un Congreso de Filosofía y, por Twitter, se relacionaron con varios filósofos de España y fuera de España. Es importante que los alumnos sepan tuitear, no decir solamente “estoy en la playa o tal… “, no. Por ejemplo, saber tuitear el contenido de la conferencia. Es difícil en una conferencia tuitear y estar atento… ¡preparémoslos para eso! Casi es un mapa conceptual. En Facebook, lo mismo. Utilizarlo, por ejemplo, cuando hacemos el tema de emprendeduría social, y cómo puedes generar en Facebook decisiones sobre determinado producto, tiene otra dimensión. Estamos trabajando desde los cinco/seis años un programa de ciudadanía digital, que quiere decir que el alumno tiene que saber qué tiene que poner, cómo lo tiene que poner, qué respeto hay al otro, con autoregulaciones, porque todo lo que es regulaciones y viene de afuera a esta generación cuando le hablamos de Internet, pues…
¿Y qué rol le cabe al docente? En la Argentina los maestros son mal pagos, los alumnos pierden muchos días de clases por huelgas y la educación se resiente. ¿Es posible el cambio cuando existen estos obstáculos de base?
– Bueno, pues hasta el Papa ha dicho que los docentes están mal pagos… ¡En España es igual! En muchos países, nosotros tenemos colegios en Paraguay, Colombia, Venezuela, Brasil… estamos también trabajando en Camerún, y la realidad en África es peor aún. Con todo, el modelo lo estamos llevando a todas partes, no sólo en España y este modelo está germinando. En Camerún había un profesor para 75 alumnos, y nosotras decimos, pues hay que unir: dos, tres profesores con más alumnos, porque nos gusta trabajar lo que llamamos el team teaching, cuantos más profesores hay en el aula, aunque haya más alumnos, más personalizada es la educación. El resultado más fuerte en Camerún es que los colegios de nuestra diócesis son los mejores.
¿Cómo se prepara al docente para bajar estos cambios a la práctica?
– Hemos generado un programa para empoderar al profesorado, el profesorado quiere estar seguro de lo que hace, cuando el cambio es una amenaza, tienes que ver los beneficios, ¿qué beneficios te trae este cambio? Que en el aula el alumno va a disfrutar. Y si el alumno disfruta, tu disfrutas; y si rinde, tu rindes con él. En el aula, un profesor, que es guía, que no lo sabe todo, porque ya se ha democratizado la enseñanza, antes el conocimiento era poder, hoy ya no. Y sí, te encuentras con un profesorado que está sufriendo mucho y que da clases por vocación, que de los 12 meses sólo cobran tres, dificultades de todo tipo, pluriempleos, como sucede en África. En Brasil, el profesorado trabaja dos horas aquí, dos horas allá, en Uruguay es igual. Así y todo, lo que estamos haciendo es que ese profesor preparado ya te está replicando en varios sitios lo que ha aprendido y cómo él aprende a generar esos proyectos y que los alumnos sean protagonistas de esos proyectos.
¿Este modelo implica también un cambio en el sistema de evaluación de los alumnos?
– Sí, es la competencia. La evaluación tradicional se ha basado en el examen y repetir los contenidos del profesor, ahora pasa a querer un pensamiento crítico y creativo, una reflexión del alumno, que tiene que tener conocimientos, sí no los tiene no va a poder reflexionar, pero es mucho más competencial y experiencial. Lo competencial es la puesta en práctica de los que aprendes. Lo que ha cambiado más en la escuela con este modelo es que el alumno es capaz de decir que tiene unas competencias, que sabe hablar en público, ser empático, ser responsable, y eso se evalúa igual que con los puntajes de 7, 8, 9…
Un estudio de OCDE concluyó que en Latinoamérica el rendimiento escolar está por debajo del estándar global y la Argentina figura entre los 10 países donde los alumnos tienen el peor desempeño en las evaluaciones internacionales de lectura, matemática y ciencia. ¿Cómo se revierte esta situación que ha venido agravándose de la mano de un deterioro económico y social en el país?
– El cambio es lento, nosotros estudiamos mucho que el fracaso escolar está en la educación infantil. Si trabajamos bien la educación infantil, esos grupos te cambian toda la primaria. Y el problema está en que en la primaria es donde se domestica a los niños. No es la secundaria. Si se cuida una educación infantil y primaria, creo que es la clave para el éxito de un país. Porque en la educación primaria es donde se dice al niño “no puedes pintar una cara de color rojo o verde”, y resulta que un Matisse te la pinta verde… Hay como una disociación entre lo que lo que el mundo vive y lo que tu le estás pidiendo a ese niño.
El tema es cuando los chicos van a la escuela a comer, como sucede en lugares de Argentina. ¿Cómo priorizar allí la calidad educativa?
– Hay una equivocación, y yo me he peleado mucho en congresos cuando me dicen que cuando son lugares carenciados o lugares pobres, hay que darles una educación mínima de alfabetización y que coman… Pues, no. Nosotros en Camerún lo primero que hicimos fue poner Internet y darles pan y leche. Demos pan y leche, pero demos la computadora también, porque donde hay pobreza, hay que dar más calidad, de otro modo, menos van a salirse de ese sistema de pobreza, a no ser que le subas una calidad educativa y sean capaces de salir de esa rueda de miseria. Porque de la pobreza se sale, pero de la miseria, no.
EL CRONISTA