04 Sep Los mejores films del siglo XXI, en el ojo de la tormenta
Por Marcelo Stiletano
La lista se conoció en la mañana de ayer y de inmediato abrió toda clase de controversias y debates alrededor del mundo. Discusiones que continuarán en los próximos días y quizá perduren hasta que aparezca una nómina equivalente o un sondeo similar. Se trata del resultado de una encuesta propiciada por la British Broadcasting Corporation (BBC) y de la que surgieron las 100 mejores películas del período 2000-2016.
Este cuadro de nuevos clásicos, una antología del cine en los comienzos del siglo XXI, surgió del voto de 177 reconocidos críticos de todo el mundo. Sólo dos argentinos participaron de la convocatoria realizada por la televisión pública del Reino Unido:Diego Batlle y Javier Porta Fouz, ambos de LA NACION.
En la cima aparece Mulholland Drive: el camino de los sueños (David Lynch, 2001). Le siguen Con ánimo de amar (Wong Kar-Wai, 2000), Petróleo sangriento (Paul Thomas Anderson, 2007) y El viaje de Chihiro (Hayao Miyazaki, 2001). Hay dos títulos argentinos entre las cien más votadas: La mujer sin cabeza (Lucrecia Martel, 2008), en el puesto 89, y El secreto de sus ojos (Juan José Campanella, 2009), en el 91.
Frente a la lista con los 100 títulos más votados la discusión será amplia e interminable por muchas razones. En primer lugar, porque se trata de la primera estadística de su tipo sobre una materia sobre la que todo el mundo está en condiciones de opinar. Mucho más si se trata del cine de los últimos 16 años, que está presente en nuestra memoria inmediata y al alcance de cualquiera de nosotros , aún cuando la nómina incluye al cine de todo el mundo, algunos completamente ignotos para el gran público de nuestro país.
En segundo lugar, la lista está marcada y determinada por el sesgo de quienes fueron convocados para elegir. No se trata del voto del público, ni una estadística surgida del natural veredicto de las boleterías. Tampoco del sufragio de los protagonistas de la industria (actores, directores, productores, especialistas técnicos), en cuyo criterio se apoyan los principales galardones del mundo, desde el más industrial (el Oscar de Hollywood) hasta el más artístico (en los principales festivales cinematográficos del mundo), aunque la frontera entre ambos se fue esfumando más que nunca durante los últimos tiempos.
En este caso, la BBC quiso que la elección descansara en los críticos especializados de todo el mundo, decisión que configura un perfil muy preciso de los títulos consagrados. Lo primero que parece corroborar la lista que aparece, completa, en esta página es el tajante distanciamiento entre el punto de vista de la crítica y el veredicto del público. No aparece ninguno de los grandes éxitos de taquilla de los últimos 16 años, si exceptuamos a algunas de las producciones animadas de Pixar, estudio que desde 2006 se integró a Disney. Pero tampoco figuran títulos como Avatar (James Cameron, 2009), saludada por buena parte de la crítica más rigurosa como una creación revolucionaria. Y no hay una sola mención a Clint Eastwood, algo francamente incomprensible.
Esta parece ser la omisión más llamativa de una lista confeccionada por sus promotores con la idea de que lo mejor es equivalente a lo más creativo (inventive). Es lo que dice Nicholas Barber, el crítico convocado por la BBC para acompañar con un análisis la difusión de la lista. Barber va más allá al afirmar que a partir de estos 100 títulos estamos frente a una nueva época de oro del cine. Quienes figuran en ella no pertenecen al Olimpo del cine de la última parte del siglo pasado (de Spielberg y Scorsese hay un solo título y sorpreende la ausencia de nombres como Mike Leigh, Werner Herzog y los hermanos Dardenne, por ejemplo).
Aún planteada con sutileza, esta afirmación tiene casi el poder de una proclama. Funciona casi como respuesta para quienes pregonan el ocaso irreversible de la experiencia de ver cine de autor en las salas mientras pregonan que solamente sobrevivirán en esos espacios los tanques y secuelas hollywoodenses apoyados en efectos visuales y el poder del 3D.
Lo que esta nómina reivindica, desde el lugar de los críticos, pasa por la nueva creatividad y las posibilidades de expresión que promueve la tecnología digital alrededor del mundo. De este perfil de votante (y de elección) se desprende una primera consecuencia: casi la mitad de las 100 películas más votadas fueron exhibidas por primera vez en el Festival de Cannes. El Oscar, por el contrario, pasa inadvertido: apenas cuatro de los títulos ganadores a mejor película están en la lista.
De cualquier manera, como ocurre cada vez que alguna lista inaugura una tendencia, el debate está abierto. Todos tenemos la oportunidad de armar nuestra propia nómina con los primeros grandes clásicos del cine en el siglo XXI.
LA NACION