Los arqueros, obligados a jugar mejor

Los arqueros, obligados a jugar mejor

Por Christian Leblebidjian
El fútbol argentino es exigente en todas sus líneas. Tiene un juego friccionado, por momentos intenso, y los arqueros no escapan de la regla de la presión. Al contrario, muchas veces caen en la trampa. Generado el recurso (ser un jugador de campo más que ayude al circuito de pases) también está la contra táctica: apretar hasta las áreas chicas rivales para forzar una falla que puede terminar en gol. En la última fecha se vieron bloopers que fueron aprovechados; otros pasaron inadvertidos porque las equivocaciones no finalizaron en gol, pero los arqueros están cada vez más expuestos ante las cámaras y el ojo crítico del hincha.
El día después de la goleada de Colón a River se puso bajo la lupa a Marcelo Barovero, por el rechazo que terminó en blooper y gol de Alan Ruiz para el 4-1. Otro que quedó marcado fue Gabriel Arias, por un intento de saque de arco que finalizó en asistencia para Cristian Espinoza, delantero de Huracán. Pero también se equivocó Sebastián Torrico en San Lorenzo (ante la presión de un punta rival, salió con un zurdazo, su pie inhábil, y casi fue gol de Ramiro Carrera para Arsenal); e Hilario Navarro en Banfield. Los pies les están jugando una mala pasada a los arqueros.
Los N°1 siempre fueron el último eslabón del error, los jugadores sin red, ya que una falla suya casi nunca es salvada por un compañero. Hay excepciones, claro, como el gol que evitó en la línea Claudio Pérez para Banfield ante Independiente, tras un mal pase largo de Hilario (había salido fuera del área a posición de lateral derecho) y cuando era gol de emboquillada de Jorge Ortíz.
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“Con Guede arriesgamos más que con Bauza, pero tenemos que adaptarnos. Sabemos que muchas veces podemos quedar defendiendo mano a mano”, reconoce el arquero del Ciclón. Es una de las causas por la que están obligados a asumir más riesgos. La nueva camada de entrenadores fomenta una mayor participación de los N° 1, muchos se inclinan por arqueros que les den una alta eficacia en las entregas. Otra razón: ahora se presiona más alto.
Gabriel Arias, de Defensa y Justicia, muestra falencias a la hora de rechazar los pelotazos cruzados y los tiros libres laterales, pero con los pies (salvo ante el Globo) suele responder bien, incluso hasta cuando es presionado por hasta dos adversarios.
Tener una pegada fuerte no siempre fue sinónimo de seguridad a la hora de iniciar una jugada. Los mejores ejemplos de los últimos tiempos -en ese rubro- son Diego Rodríguez y Sebastián Saja, arqueros de Independiente y Racing, respectivamente. Ambos patean (y muy bien) penales, el Ruso hasta se animó a ejecutar un tiro libre en un clásico de Avellaneda, pero los dos sufrieron goles por errores en las salidas. Un mal control (seguido de una demora) de Rodríguez terminó en un gol de Calleri para Boca, en la Bombonera, en 2014. No fue la primera vez que lo acusaron de “exceso de confianza”. A tal punto que hoy perdió el puesto con Martín Campaña. Una perla: el uruguayo, el día que debutó en un amistoso ante Barracas Central, le hicieron un gol por querer gambetear dentro de su área a un delantero? Ahora, ante cada pase atrás y presión de un delantero rival, no se complica: le pega de punta y para arriba.
¿Algunas referencias en el Torneo Transición 2016? Gustavo Arias es uno de los que más entra en juego durante los partidos de Defensa y Justicia. Ante Argentinos (5-1, en la Paternal) dio 46 pases (con una precisión del 76,1%) y fue el segundo futbolista con más participaciones detrás de Guido Rodríguez (63). Frente a Huracán, como el equipo de Eduardo Domínguez lo presionó alto y encima se equivocó en el gol de Espinoza, bajó la estadística a 26 pases, con una eficacia del 80,8%, según datos de la empresa Opta.
Otras referencias para tener en cuenta es que los 46 pases de Arias no son lo común en el fútbol argentino. Marcelo Barovero, en un River que se para lejos de su arquero, tocó 24 pelotas frente a Colón, fue el 9° futbolista en la escala de pases, con una precisión del 79,2%. Una fecha antes, ante Boca en el Monumental, había redondeado 18 entregas y con una eficacia menor (61 %), aunque allí estuvo rápido para salir y taparle un mano a mano a Palacios.
Un arquero con floja precisión en las entregas es Agustín Orion. El futbolista de Boca tiene personalidad y da confianza, pero el juego por abajo no es su fuerte. Ante River, por caso, tuvo una precisión bajísima: 39,3 % en relación a los 28 pases que dio en Núñez. Orion fue el 6° jugador de más entregas ante River, detrás de Gago (45), Tevez (36), Lodeiro (35), Insaurralde (30) y Pablo Pérez (29).
Sebastián Saja, en el 6-3 ante Unión, tocó 30 balones, aunque la eficacia de aciertos fue baja: 46,7%.El referente de la Academia reconoce el déficit y cuenta que su camada no recibió mucho entrenamiento en las divisiones inferiores en ese rubro: él lo sufrió en 2015, cuando un mal saque suyo finalizó en gol de Franco Cervi (Rosario Central).
Hay arqueros que les gusta convivir con el riesgo, a veces en exceso, como Nahuel Guzmán: en el Newell’s de Martino llegó a sumar más pases que el mediocampista central rival; hasta el Tata llegó a reconocer que una tarde casi lo mata de un susto, en un partido en el que quiso salir con un sombrerito al delantero rival, la pelota rebotó en el atacante y no terminó dentro del arco de Newell’s de milagro. En noviembre de 2012, el hoy arquero de Tigres, de México, salió a achicar, recuperó la pelota y quiso salir gambeteando, pero perdió y terminó cometiendo un penal que convirtió Matos para All Boys.
Son estilos y siempre estuvieron en observación. Pero hoy, más que nunca, sufren un mal pase como un gol en contra.
LA NACION