04 May Simeone, cada vez más alto
Por Eduardo Castiglione
Se llama Diego Pablo Simeone y no hay en el mundo cultor parecido en eso de defender a toda costa y hacer jugar a los suyos cada pelota con el cuchillo entre los dientes. Así, entre otras virtudes, como la infatigable convicción de sus jugadores y una altísima eficacia en los contraataques, sacó del camino al temible Bayern Munich del otrora infalible Pep Guardiola y se metió, ya está y espera, en ese último tan preciado partido en el que se definirá la preciada Liga de Campeones de Europa el 28 de mayo.
Están que trinan muchísimos alemanes -sobre todo los que colmaron el Allianz Arena- y todos los librepensadores con la panza llena que juegan a ser ricos con el dinero ajeno cuando le cuentan las costillas al Cholo. Que la estética, que hace cuernitos para ahuyentar la mufa, que la forma de plantear los partidos produce aftas en los paladares exigentes, que se aprieta los testículos para repeler la mala suerte, que ataca poco, que mantiene relaciones non sanctas con el contraataque, que …
Todo es verdad. Y más allá también pueden ir los que quieran. Como que, y ayer fue otra muestra, defiende con los zagueros centrales (los uruguayos Godín y Giménez) dentro del área chica, algo que para el resto de los mortales sería suicida. Que las dos líneas de cuatro están tan juntas que en cualquier partido los componentes de ambos cuartetos serán reconocidos como hermanos gemelos. Que dos delanteros estupendos como el francés Griezmann y el Niño Torres juegan todo el tiempo que la causa lo necesite a la altura del círculo central, más cerca del arquero Oblak que del guardavallas rival.
Hasta el gol de Xabi Alonso -tiro libre que se desvió en Giménez- el Atlético soportó un tsunami rojo que literalmente lo barrió a jugar a los primeros 20/25 metros de su campo. La presión del Bayern llegó a su punto máximo cuando Boateng (defensor central) se movía por lugares que generalmente habita el enganche. O el chileno Vidal llegando al punto del penal, robusteciendo al doble 9 que compusieron Lewandowski y Müller.
Si la apertura del marcador anunciaba el empeoramiento de las condiciones reinantes para afrontar los minutos por llegar, el pronóstico se confirmó tres minutos después. Penal de Giménez a Javi Martínez para que Oblak, ese esloveno que llegó reemplazar sin estridencias al hasta hace poco invencible belga Thibaut Courtois, se tornara héroe.
Es probable que ahí mismo, en el triunfal vuelo de Oblak hacia su derecha, haya aparecido alguna de las consignas del preparador físico uruguayo Oscar Ortega, clave en el cuerpo técnico que también integran el Mono Burgos y el entrenador de arqueros Pablo Vercellone. Dice el Profe para estimular en sus intensas sesiones “no te quedes, no te descuelgues de los mejores, vamos juntos al lado de los mejores”.
Exactamente eso hizo el Atlético: juntarse, apretarse, ser compacto parta diluir las proyecciones impiadosas de Alaba, para solidarizarse con Juanfran, a quien Ribery encaraba todos los tiros, en doblar custodios en pos de Lewandowski.
Este Cholo pragmático que no lloriquea recordando que en cuatro años y medio de trabajo perdió figuras como Radamel Falcao, Diego Costa, el croata Mario Mandzukic y el turco Arda Turan, apretó el gatillo y disparó una variante clave: Carrasco en lugar de Augusto Fernández. Y antes de lo pensado, en un contraataque magistral, con Torres como pasador y Griezmann de receptor, el francés marcó el empate ante un impávido Neuer.
Desde el 1-1 y hasta el pitazo final del turco Cakir hubo adrenalina para envasar y exportar desde Munich. El cabezazo de Lewandowski, sobre la línea de gol, puso al duelo otra vez en una licuadora para transformarlo en batido de sabor indefinido. Neuer no quiso ser menos que Oblak y manoteó el penal ejecutado por Torres. Y Oblak redondeó su condición de figura excepcional quedándose con cuatro o cinco pelotas que bien pudieron clasificar al equipo de Guardiola.
A la final, así, el segundo equipo de Madrid, que ya tiene un plan para ser el primero de Europa. Es el Atlético del Cholo Simeone. Que se fue de Munich pidiendo que “el domingo quiero mucha gente en Levante. Hay que llegar con chances al final de la Liga”. Porque el Atlético es una réplica de su ideólogo. Quiere todo. Va por todo.
CLARIN