04 May ¡Colosal!: un atlético con presente y futuro cierra heridas de más de 40 años
Por Claudio Mauri
Con Diego Simeone, Atlético de Madrid no sólo inauguró una época de continua siembra y cosecha. Presente y futuro.El Cholo también vino a sacar viejas espinas del pasado, a cerrar heridas que llevaban más de 40 años. Bayern Munich era un estigma, un mal recuerdo para los colchoneros desde que se impuso en la final de la Copa de Europa de 1974. Aquel conjunto español era dirigido por el argentino Juan Carlos “Toto” Lorenzo. Estaba a punto de consagrarse con un gol de Luis Aragonés (leyenda del club), pero Schwarzenbeck, a poco del cierre, igualó para los alemanes y obligó a un nuevo partido, a las 48 horas, en el que Bayern arrolló 4-0 a un Atlético sin respuestas físicas ni anímicas, entregado. Desde esos días, al Atlético le colgaron en España el apelativo de “pupas”, cuyo significado es el de equipo fatídico, mal predestinado, fatalista, perdedor recurrente. En las décadas siguientes, el apodo volvió a cobrar actualidad con el descenso y administraciones ruinosas.
Quiso el destino que nunca más volvieran a enfrentarse hasta estas semifinales. Momento para que el Atlético le demostrase a Bayern que se sacó el estigma de “pupas”, sobre todo desde que a principios de 2012 asumió Simeone, que para esta serie no quiso hablar de “revancha”, sino de “nuevas oportunidades”. Y su Atlético convierte algunas oportunidades en hitos, como lo fue la clasificación de ayer en la caldera del Allianz Arena, escenario de un partido electrizante, volcánico, cabal exponente de un enfrentamiento de estilos. La posesión contra la cobertura de los espacios. La insistencia ofensiva contra la resistencia defensiva. Ataque frente a contraataque. Dos ideas opuestas que tuvieron a la definición en la cornisa hasta el último instante, con 90 minutos que dieron para todo. Más allá de los estilos, fue un partido jugado con el corazón de ambos lados, con una entrega absoluta para defender las convicciones. Una catarata de emociones que no dejó indiferente a nadie.
Sólo cabía esperar una resolución ajustadísima, que podía caer de un lado o del otro. Y fue para el de este Atlético que ahora es ganador hasta en la derrota: el 1-2 lo clasificó para la final del 28 de mayo en Milán, contra el ganador de Real Madrid-Manchester City (hoy a las 15.45). Hizo valer el 1-0 de la ida, con aquel golazo de Saúl que también quedará grabado en el santoral colchonero. Y ayer cotizó como una fortuna el tanto de Griezmann, en una corrida que arrancó al borde del off-side tras la asistencia de Torres. Fue el noveno gol en el torneo del francés, en quien Simeone encontró a un definidor que tomó la posta que fue pasando de Falcao a Diego Costa.
Algunos números radiografian a dos equipos tan distintos: 68% a 32% la posesión a favor de Bayern; 27 remates (12 al arco) contra seis (cuatro). Hubo tres minutos que pudieron ser fatales para el Atlético, entre los 31 y 34 del primer tiempo. Al gol de tiro libre de Xabi Alonso -el remate se desvió en el uruguayo Giménez- le siguió un penal. Pudo ser el 2-0, pero la noche de Baviera empezó a alumbrar una figura descollante en el arquero Jan Oblak, que despejó la ejecución de Müller. Típico del Atlético: de un posible abismo hace un acto de heroísmo. Lo que estuvo cerca de tumbarlo lo transformó en un golpe psicológico a favor. Oblak, en la senda del gran arquero Courtois que tuvo el Atlético.
Empató Griezmann y lo que Bayern no podía por abajo lo consiguió por vía aérea con los cabezazos de Vidal y la definición de Lewandowski. Neuer le atajó un penal Torres a seis minutos del final. Nada podía darse por descontado. Bayern lanzó un furioso ataque final, pero Atlético aguantó, exorcizó al “pupas” de 1974.
LA NACION