30 Apr Consejo del artista más caro del mundo: hay que cruzar los límites
Por Mercedes Pérez Bergliaffa
Aparenta menos edad que la que tiene, sus maneras son suaves y habla en voz baja, es controlado, cuidadoso y hoy está metido en un sobrio traje gris combinado con corbata gris oscura y camisa celeste. El famoso y polémico artista Jeff Koons (Pensilvania, 1955), conocido por sus llamativas esculturas, por ser el ex-marido de la Cicciolina y también por ser, actualmente, el artista más caro del mundo -su obra Balloon Dog (Orange) se vendió en 2013 por 58,4 millones de dólares-, ayer estuvos encillamente sentado en una silla del Malba, el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires, donde a las 13 se inaugurará una obra suya, tras una charla con Agustín Pérez Rubio, el director de Malba, que se podrá seguir por YouTube desde las 11.45.
Koons está por primera vez en la Argentina debido a que el dueño del Malba, el empresario Eduardo Costantini –a quien conoció porque el coleccionista fue directamente a su estudio de Nueva York a ver sus obras-, le compró dos importantes esculturas, Pluto y Proserpina y, justamente, Bailarina, que pronto serán ubicadas en uno de los emprendimientos inmobiliarios que Costantini tiene en Miami. Pero antes de eso Bailarina -esa diosa de acero inoxidable pintada a láser en un estudio especial para artistas de Alemania- se podrá ver a partir de hoy en la explanada del museo: es la primera vez que se muestra una obra de Koons en la Argentina, y una de las pocas en que se expone un trabajo suyo en un espacio público en Sudamérica.
Muy tranquilo, para nada cansado –y eso que llegó al país ayer por la mañana y parte hoy mismo-, Koons se reunió a dialogar con Clarín. Durante toda la entrevista dio la impresión de una cosa: que a pesar de sus modales correctos y contenidos, por debajo suyo corría, escondida, una personalidad grande, explosiva y contundente. Cuando hablaba, de vez en cuando algo de esto asomaba: a través de los gestos con sus manos, o porque levantaba la voz o se detenía más en ciertos temas.
-¿En qué otros países de América del Sur estuvo con anterioridad?
-Estuve en Chile, voy allí a hacer snowboard. También estuve en la Bienal de San Pablo y en Venezuela. Pero creo que próximamente iré a la Patagonia: me dijeron que hay buenos lugares para practicar snowboard ahí.
-Conoció a Constantini porque él se acercó a su estudio a comprarle obras, por medio de su galería (Gagossian).
-Sí, me impresionó mucho su actitud acerca del arte y ahora que estoy en Buenos Aires veo su colección y también me impresiona: creo que coincidimos en algo, en intentar mostrar respeto por las personas, intentar crear una situación positiva gracias a la que las personas puedan vivir mejor. Trato de hacer esto con mis obras: que cuando una persona las contempla, pueda sentir a través de eso su potencial.
A fines de los 80 y principios de los 90, mientras estuvo casado con la Cicciolina –con quien tiene un hijo- Koons realizó toda una serie de posters y otra de esculturas en vidrio, en las que está junto a su famosa esposa y actriz porno en diferentes poses sexuales. Por otro lado, hay una fuerte dosis de sensualidad en los materiales que elige para crear sus obras.
-Usted antes de ser artista trabajaba en la bolsa de Wall Street. ¿Quedó algo de ese Koons en quien es usted ahora? ¿Nota alguna coincidencia entre su pasado financiero y su “ser-artista”contemporáneo?
-Sabés, mi padre tenía un negocio de muebles y se dedicaba a la decoración de interiores; así aprendí yo estética. Mi abuelo era un político de Pensilvania; por lo que siempre sentí un interés y una responsabilidad ante lo público. Para mí, mientras estudié arte en la universidad y también luego, en las finanzas, siempre se trató de lo mismo: de interactuar con las personas y de ponerme en una posición tal que me permitiera luego hacer las cosas que me gustaran. No tenía opciones: tenía que encontrar una forma de hacer dinero suficiente como para lograr hacer luego mis obras.
La obra que se verá en Buenos Aires está realizada en acero inoxidable –uno de los materiales favoritos de Jeff Koons. Es una delicada bailarina de escala grande (2,10 metros de altura). Su principal propiedad es que todo lo que la rodea aparece reflejado en ella y deformado debido a las formas de la bailarina: la escultura es en realidad, un especial espejo del mundo.
El artista comentó a Clarín su obra: “La imagen de Bailarina proviene de una de esas pequeñas piezas domésticas de porcelana, un objeto que uno puede encontrar en una casa común. Sólo que decidí incrementar su escala porque pensé que entonces esa simplicidad que tienen esta piezas también se acrecentaría cuando se las llevara a un tamaño mayor”.
Para realizarla, Koons observó detalles: “Me fijé en algunos detalles que llevé a escala grande como las burbujas que pueden existir en la superficie del objeto a escala pequeña”. Estos son “defectos” que el artista quiere preservar y aumentar en su escultura.
-Si pudiera darle un consejo o hacerle un comentario a algún artista joven de Sudamérica, ¿qué le diría?
-Que la única cosa que puede hacer es seguir sus intereses. No importa si esto se relaciona con el campo del arte o con cualquier otra cosa. Hagas lo que hagas, tenés que cruzar el límite si lo sentís así. Esto nunca falla.
Koons dijo alo más: “Creo que esto de que los artistas producen las mejores obras cuando son jóvenes es un mito. Si miramos la historia del arte podemos comprobar más bien lo contrario: que los grandes artistas se hacían mejores a medida que envejecían. Es sólo que hoy en día ocurre una cosa: hay una mayor cantidad de artistas jóvenes haciendo arte.
Con buen ojo para lo sexual
-Sé que le impresionaron varios trabajos pero especialmente uno, la pintura “Abaporu” de Tarsila do Amaral. ¿Podríamos verla in-situ para que me explique qué le llamó tanto la atención?
Caminamos hacia ella. Ya una vez allí, explica Koons: “Me encanta esta pintura. Me da una sensación nueva, de simplicidad -por el color azul del cielo, la presencia del sol, de un solo cuerpo, de mujer-, pero también por la aparición fuerte de lo sexual: si la mirás bien, hay mucho de sexual en la escala pequeña de la cabeza. Los pies y las manos inmensas tienen un gran nivel de sexualidad. El sol también tiene una forma femenina.”
-¿Qué hay respecto del llamativo cactus del costado?
-El cactus es fálico; pero si lo mirás al revés el cactus es femenino. Esta obra tiene una conexión con la naturaleza, con la sexualidad… muestra cómo funciona la reproducción, el amor humanos… Acá, la naturaleza tiene el control.
Todo lo que percibió Koons en la pintura es cierto: la obra fue un regalo de Tarsila a su marido, Oswald de Andrade. Aunque Koons comenta, al alejarse de “Abaporu”: “Igual, toda interpretación está filtrada por cada persona, ¿no?” Y agregó en tono de broma: “¡Y ahora hago crítica de arte!”.
CLARIN