Luis Eduardo Aute: “En otra vida fui argentino”

Luis Eduardo Aute: “En otra vida fui argentino”

Por Juan Manuel Daza
Luis Eduardo Aute es un hombre que ha tenido tiempo para todo. Lo conocemos por su obra como cantautor, que comprende ya treinta y dos álbumes. Pero también ha incursionado en el cine, la pintura y la poesía. A fines del año pasado salió a la luz su nuevo trabajo, Intemperie. Recién llegado a la Argentina, está listo para presentarlo. Hoy ofrecerá un recital en el Teatro Coliseo Podestá de La Plata. Y mañana, su público porteño podrá encontrárselo en el Teatro Gran Rex.
A sus 67 años, este español no deja de mostrarse crítico ante la situación global. Dice el estribillo de la canción que le da título al disco: “Perdido el norte, / el este, el oeste y el sur… / qué pretenden con tantas hambrunas / y pestes y guerras y muertes en serie, / si todos estamos al albur / de la intemperie”.
¿Podría “Intemperie” ser la manera en la que exponés tu desasosiego frente al mundo actual?
Seguramente. Vivimos tiempos confusos, inciertos, de cambios estructurales que están afectando muy profundamente la realidad que estamos viviendo. Son tiempos de mutación histórica.
Con el mismo espíritu y con esta especial capacidad para yuxtaponer lo íntimo y lo mundano, Aute ha compuesto Atenas en llamas mucho antes de que se precipitara la reciente crisis griega. La tapa de este último álbum es una toma de los pies del trovador subiendo las escalinatas del Partenón. Y su letra, compuesta durante su último viaje a Atenas, recuerda aquel momento en el año 1687, cuando los venecianos bombardearon este monumento que era utilizado como polvorín por los musulmanes. Lo que resultó en llamas, dolor y destrucción.
¿Cuál es tu sensación hoy al descubrir nuevamente a Atenas en llamas? Y, de paso, a otras ciudades europeas como Londres o Madrid. ¿Cuál es la posibilidad de cambio ante el reclamo del pueblo?
Lamentablemente, esa canción (escrita hace un año y medio) fue premonitoria. Los movimientos de indignación (tanto en España, en Inglaterra, en Grecia, en Chile, en Israel, como en los países árabes), son síntomas inequívocos de esta mutación histórica. Yo creo que son la luz al fondo del túnel.
¿Recordás la situación que la Argentina atravesó hace diez años? ¿Cómo la ves hoy de cara al futuro?
No hay duda que no es la misma Argentina la de hoy, que la de hace diez años. Creo que este país y otros del continente son la locomotora del futuro del planeta. El llamado Occidente es un Titanic que se hunde y, por el contrario, en América latina tienen como proyecto la construcción de ese barco hacia el futuro.
Sos un artista que trabaja incansablemente. ¿Cuál es tu móvil hoy en día? ¿Qué es lo que sigue en la carrera de Aute?
No sé bien cuál es mi móvil. Tal vez, descargarme de fantasmas de todo tipo que me acosan, huir del aburrimiento y, puede que en algún momento, sentirme más vivo. No considero mi trabajo como una carrera, sino como una manera de ahorrarme un buen dinero en psicoanalistas. Lo que viene, no lo sé. Tengo varios proyectos iniciados. Espero, en algún momento, disponer de tiempo para llevarlos a cabo.
Aute comparte con otros artistas como Joan Manuel Serrat, Paco Ibañez o Silvio Rodríguez un lugar especial entre el público argentino. Hablando de amor, muerte, tristeza y alegría (como todo poeta), pero haciendo ese importante hincapié en representar algunas reivindicaciones sociales, ha conseguido llegar, en mayor o menor medida que sus congéneres, a ocupar un espacio importante en la memoria de varias generaciones.
¿Qué lugar ocupa la Argentina en tu corazón?
En otra vida fui argentino. Porque me siento muy identificado con su manera de entender la vida. Y, en ese sentido, creo que el latido de mis canciones tiene algo del espíritu de esa música maravillosa que es el tango. Y por eso, tengo a Discépolo como a uno de mis grandes referentes en el ámbito de la canción. Y en el literario, a Borges y a Cortázar, que me han marcado muy profundamente. Daría mi vida por haber escrito media página de El Aleph o de Rayuela. Lamentándolo mucho y, por pudor, no puedo comentarlo.
CLARIN