11 Apr Diego Kerner: “hay que sacar de la vida las horas improductivas”
Por Sofía Terrile
“Me sentía parte de la escenografía/ Salí de aquella maquinaria”: las es¬trofas de Solsbury Hill, de Peter Gabriel, acompañaron a Diego Kemer en su presentación “Lunes felices”y fueron el punto de partida para que el ex director global de Marketing de Cadbury contara su viaje hacia la innovación personal.
“Tuve una historia tradicional de éxito corporativo”, contó Kerner, que con 34 años llegó al directorio regional de la misma empresa. “Se suponía que debía estar muy feliz, pero en medio de ese éxito social, me sentía muy mal”, continuó.
El actual socio de la agencia de estrategia de marcas The Brandgym confesó que Solsbury Hill lo acompañaba “en las sombras” en las que él se veía envuelto. Esa fue la canción que compuso Gabriel luego de que en 1975 decidiera bajarse de la banda de rock progresivo Génesis en medio del éxito musical.
Como a Kerner el primer día de la semana le costaba “muchísimo”, decidió escribir Lunes felices, una obra que propone una serie de pasos para un cambio de perspectiva que lleve “a una vida plena”. Sin embargo, antes de comenzar a hablar sobre su libro, el propio autor advirtió al público: “Sospechen de las soluciones mágicas, los procesos son dificultosos, con altos costos personales y riesgos”.
Kerner intentó tomar distancia de una frase trillada: “No se trata de romper el molde, sino de encontrar tu molde”, comenzó. Enseguida, se dispuso a enseñar algunos pasos para que las personas se acerquen a sus pasiones.
La voz interior
En primer lugar, hay que recuperar la propia voz. Explicó que cada uno está habitado por distintas voces que dicen cosas positivas y negativas y que condicionan los actos. “Nos hacen olvidamos de nosotros mismos, por eso el ejercicio es, entre tanto yo- social, encontrar el yo-yo”, avanzó.
“El segundo paso es reconectar con nuestro deseo”, añadió, y citó al psicólogo Tal Ben-Shahar, que estudia el concepto de felicidad y afirma que se trata de “poder dedicar más espacio y tiempo a eso que realiza y da sentido”. Kerner aseguró que muchos le responden que no tienen “ni tiempo ni recursos” para hacer lo que los hace felices, y que él les retruca con que “hay que sa¬car horas improductivas de la vida para dedicarlas a hacer actividades para trascender”. Sin embargo, el principal motivo que impide lograr “una agenda más feliz”, según Kerner, es que la gente “no sabe lo que le gusta”.
El ex gerente de Marketing de multinacionales propuso tres ejercicios para “reconectar con el deseo”. El primero, recordar a los ídolos de la infancia (él, por ejemplo, adoraba al Che Guevara por su fidelidad a sí mismo, más allá de lo ideológico). Luego, hacerse preguntas como “¿de qué me apasiona hablar?” o “¿qué me da envidia?”, para encontrar pasiones y áreas de frustración. Por último, les preguntó a los asistentes: “¿Qué cosas harían si supieran que tienen el éxito garantizado?”, y pidió que respondieran sin vaguedades.
El tercer paso que presentó Kerner para que las personas se acerquen a sus pasiones se trata de “recobrar el poder para hacer”. El expositor reflexionó sobre la palabra poder: admitió que, en un principio, lo espantaba, hasta que dejó de pensarla como “poder sobre” y pasó a imaginarla como “poder para”.
En este punto, sugirió enfocarse en el tan tien, centro de gravedad según los chinos, ubicado cuatro dedos debajo del ombligo. “Hay que actuar con el tan tien física y simbólicamente, respirar y tener coherencia entre lo que pensamos, decimos y hacemos”, dijo. Aseguró que eso “da tranquilidad para dormir de noche”.
El auditorio del Malba vivió luego un momento de desconcierto y risas: Kemer solicitó al público que se ubicara de a parejas, uno delante y otro detrás. Quien estaba delante debía focalizarse en el tan tien e imaginar que se encontraba “enraizado al suelo”. Quien estaba detrás debía intentar mover a su pareja. ¿El resultado? Además de muchas bromas, los participantes descubrieron que, con el control físico y mental del centro de gravedad, era muy difícil desplazar a esas personas.
Evitar el multitasking
Otra propuesta para recuperar el poder para actuar fue “enfocarse en pocas cosas al mismo tiempo”. Kerner subrayó: “Nos sentimos orgullosos de tener una agenda súper ocupada y del multitasking a nivel macro, pero que ocuparse de menos cosas libera mucho”.
Finalmente, planteó vivir la vida como sprinters (velocistas) y no como maratonistas. “Les aseguro que les doy tres horas más de tiempo por día y no tienen energía: nos quedamos cortos porque no sabemos cómo gestionarla”, explicó, y agregó: “La energía sube y baja, necesita recuperación, y lo ideal es gestionarla en bloques de 60 a 90 minutos a toda intensidad y tomarse 10 o 15 minutos de descanso”. Además, añadió un dato curioso: “Una o dos horas de sueño producen una reducción del 10% del coeficiente intelectual durante la jornada”.
Al terminar la charla, el autor de Lunes felices se despidió mientras sonaba la melodía de Solsbury Hill, y dejó a la audiencia un tanto distendida con las actividades, pero también pensativa por las reflexiones propuestas. “Esta canción es la que me inspiró para el cambio, y ojalá también los inspire a ustedes”, finalizó.
LA NACION