Los gurús de la vida sana

Los gurús de la vida sana

Por Laura Reina
Hace poco más de un año, Cynthia Rodríguez, asesora de imagen de 38 años, no sabía lo que era el arroz yamaní, creía que la quinoa era una ciudad de América del Sur y desconocía que existía el pan de centeno. Mucho menos sabía lo que era el crossfit o el entrenamiento funcional. Pero, claro, todo eso fue antes de convertirse en una mujer fit. “Estaba bajoneada y comía mal. De pronto, navegando por Internet, vi unas fotos del antes y el después de una chica que me llamaron la atención. Empecé a leer sus consejos, a ver las fotos de los platos que comía y me fui enganchando. Empecé por copiarle los desayunos: iba, compraba los ingredientes y los preparaba en casa. Y poco a poco se convirtió en mi motor para estar bien. Para mí es una inspiradora que contagia buena energía”, dice Cynthia sobre Agustina D’Andraia (@agusdandri), una joven periodista de 27 años que desde su cuenta de Instagram da pautas de alimentación y de entrenamiento a sus más de 74.000 seguidores.
Agustina es una de las tantas personas que sin ser famosa ni pertenecer a la amplísima categoría de celebrities influye en las redes sociales. Lo hace desde lo que le interesa: la vida saludable, el ejercicio, la buena alimentación. Por eso, el rótulo que mejor le cabe es la de fitfluencer, un término que abarca tanto la comida como el entrenamiento y que en los Estados Unidos ya reemplazó a la figura del personal trainer. Pero acá, en la Argentina, sólo se utiliza para referirse a estos gurús de la vida sana que se esmeran por inculcar con frases, imágenes y recetas algunas pautas saludables a sus miles de seguidores.
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Para muchos, son una versión mejorada o evolucionada de las apps para ponerse en forma, demasiado centradas en ofrecer una rutina de ejercicios y nada más. A estas últimas, pensadas, sobre todo, para gente que ya entrena de manera sistemática, se las critica por ser demasiado frías o distantes. De hecho, las pocas apps que han triunfado son las que tienen a una figura que ya cuenta con miles de seguidores como referente: el caso más conocido es el de la australiana Kayla Itsines, con casi cinco millones de seguidores, quien lanzó hace poco una aplicación de ejercicios que es furor.
A diferencia de estas apps, los fitfluencers actúan en un nivel emocional, casi desde la psicología motivacional. Suelen captar el interés de gente más bien sedentaria y con escaso apego a la vida sana que de pronto ve en ellos a alguien cercano, real, y se entusiasman con la posibilidad de encarar un cambio. “Somos la puerta de entrada a una vida más sana”, resume Celeste Failache (@celestefailache) otra de las chicas que marcan tendencia en las redes.
“Somos el antes de un nutricionista y de un entrenador. Algo así como el acceso silencioso, el que te da el primer empujón”, describe Celeste, que aclara que no es ni nutricionista ni personal trainer, pero se asesora permanentemente con gente de ambas disciplinas y acaba de hacer un curso de nutrición deportiva. “Yo tiro tips, cosas que me funcionan a mí. Informo desde mi experiencia y desde lo que me pasó y me pasa a mí. Empecé a entrenar musculación porque era demasiado flaca y no me gustaba ni me sentía bien -reconoce-. Hoy por suerte la moda esqueleto ya pasó y está en auge lo saludable, por eso la base siempre es la comida, lo que consumimos. El entrenamiento para verse bien es un plus, pero lo que hoy se usa es estar sano”, comenta Celeste, que es vegetariana -aunque come pescado- desde hace 20 años.
Aunque todas subrayan que la búsqueda no es estética, sino de salud, salvo Celeste, la mayoría de las chicas fit tienen un pasado de sobrepeso y más bien ligado a la alimentación chatarra. Si bien cuesta imaginar a esta delgadísima Agustina D’Andraia o a Flor Fernández, una estudiante de Administración de Empresas cuya cuenta de Instagram, (@ thehealthyblogger) supera los 80 mil seguidores, con más de 10 kilos extras, ellas mismas se encargan de mostrar ese pasado con un antes y un después más que elocuente junto a frases que parecen sacadas de un manual de autoayuda: “Sin personal trainer. Sin dietas mágicas. Sin millones… Sólo se requiere voluntad, disciplina y paciencia”, postea Agustina junto con una foto de ella en bikini hace tres años y otra de ahora, y cosecha un aluvión de corazones en cuestión de minutos. “Me veo como una motivadora y una comunicadora de la vida sana. La gente se ve reflejada porque me levanto temprano, entreno, voy al trabajo, viajo en colectivo, a la vuelta paso por el súper y busco precios cuidados, llego a mi casa y me pongo a cocinar. Tengo una vida muy parecida a los que me siguen.”
Flor Fernández abrió su Instagram para automotivarse después de un viaje de intercambio a Londres donde volvió con muchas experiencias y diez kilos de sobrepeso. En poco más de un año logró más de 80 mil seguidores que están pendientes de todo lo que sube a su cuenta, donde abundan recetas ricas y sanas. “Hoy en las redes pega más la gente común que un famoso. Nos ven como personas reales, cercanas, y entonces la gente se anima a interactuar y logra conectar con vos. Mis seguidores no buscan ser como yo o como las otras chicas, o una celebrity, sino alcanzar la mejor versión de sí mismos.”
Rocío Engstfeld tiene 21 años y casi 180.000 seguidores en su perfil de Instagram @ eatcleanok. Muchos de esos seguidores son por mérito propio y otros tantos gracias a un tuit de la China Suárez hablando muy bien de su página. A diferencia de las otras chicas fit, Rocío estudia Nutrición y por lo tanto, su acento está, sobre todo, puesto en la comida. Pero dentro de sus recetas saludables incluye una más específica para consumir antes o después de una sesión de entrenamiento: la fitness food.
Rocío cuenta que cambió la forma de comer a los 15 años, cuando descubrió que tenía altos niveles de colesterol. “En principio fue por necesidad, pero al poco tiempo fue por placer. Me di cuenta de que podemos comer lo mismo, pero hacerlo de manera sana. No sólo cambia el cuerpo, sino el estado de ánimo, la predisposición y la energía para encarar los días, y de a poco se transformó en un estilo de vida que me ayudó tanto que quise compartirlo.”
Algunas son criticadas cuando postean y suben imágenes de marcas o muestran productos para promocionarlos. Pero para ellas, la autenticidad es el valor que no se negocia. “Todo lo que muestro en mi cuenta es lo que uso, no estoy vendiendo nada. Los famosos recomiendan cosas que no consumen. Si yo recomiendo algo es porque me gusta y lo incorporo realmente. No lucramos con esto”, aclara Flor Fernández.
Muchas han saltado de la virtualidad al mundo real, como en el caso de Agustina, que el año pasado lanzó el libro Diario de un chica fit (Atlántida), donde resume un poco su blog, y Flor, que acaba de lanzar una línea de ensaladas que se venden en el local de comida London City del microcentro. “Dentro de un tiempo me gustaría tener mi restaurante de comida healthy”, dice, a modo de deseo. Y Rocío, de EatCleanOK, ya vive de sus recetas: editó dos libros y da talleres de vida sana.
Camila Kusnier (@naturalclean), una estudiante de Diseño Gráfico de sólo 19 años, es seguida desde su cuenta NaturalClean por más de 37.000 personas y se animó a ir un poco más allá del fit. Con sus seguidores comparte su estilo de vida saludable (comida, actividad física) y además le suma moda, salidas y algo de arte y deco. “Lo hice como un hobby, empecé mostrando recetas ricas y sanas, y después lo amplié a mis gustos personales que tienen que ver con el arte, la moda y el diseño”, cuenta.
Si bien sube recetas saludables porque es lo que le gusta comer desde siempre, sus seguidores deliran con sus “permitidos” semanales como brownies, helados y un buen plato de pastas que Camila sube y se permite comer cada semana. “Para mí son fundamentales. No estoy de acuerdo con que por comer cosas de más o darnos más de un gusto vayamos a arruinar todo el esfuerzo de la semana”, trata de bajar los niveles de azúcar y culpabilidad entre quienes cayeron en algunos excesos.
Si bien la movida healthy en las redes es impulsada principalmente por y para mujeres, hay algunos hombres fit que pisan fuerte. Matías Ferrario (@mattferrario) es uno de ellos. Con 23 años y 127.000 seguidores, comparte rutinas de entrenamiento y da pautas de alimentación sana: “El 65% de mis followers son chicas. Los hombres que me siguen buscan estar marcados pero sin exagerar. Yo entreno desde los 16 años, he ido a nutricionistas y deportólogos y conozco un montón del tema. Para muchos soy un referente y respondo desde mi experiencia -dice Matías-. Siempre les digo que no estoy de acuerdo con las dietas, sino con cambiar hábitos”.

Detractores
El auge de la movida healthy en las redes no está exento de críticas, en absoluto. Además de sus detractores -que a menudo las atacan por el culto a la delgadez-, las fitfluencers suelen ser blanco de especialistas en nutrición que no ven con bueno ojos las recomendaciones que carecen de rigor científico. La doctora Mónica Katz, una de las principales impulsoras de “la no dieta”, sostiene que el problema del fenómeno es que, en general, “captan jóvenes que poseen de base desordenes de autoestima, trastornos psicológicos y que se refugian en esta vida obsesiva de cuidado tanático”. Lo peligroso, dice Katz, es que esa búsqueda identitaria, “muchas veces desvía su energía de verdaderos valores o metas relevantes para sí mismas”. En una palabra: cuando hay un trastorno psicológico de fondo, bajar de peso no resuelve la cuestión de base.
Las chicas fit responden que ellas sólo son motivadoras: “Las chicas recurren a nosotras porque cuando van a un nutricionista les dan una fotocopia y listo. Por eso en el mundo está en boga la figura del health coach, que además de proponer opciones saludables de comida, combina la nutrición con ejercicios y hace un verdadero seguimiento de la persona.”
Martina Mateini encontró en Celeste Failache una health coach virtual. Previamente había consultado con un nutricionista para bajar de peso, pero no funcionó. “Venía intentando hacer las cosas bien, pero me faltaba información, el conocimiento. Sabía lo que tenía que comer, pero desconocía en qué momento y de qué manera -cuenta Martina-. Con el nutricionista no veía muchos resultados. Fue con Celeste que alcancé la verdadera transformación, un cambio drástico: tengo 12 kilos menos y gané masa muscular. Soy otra”, asegura Martina, a punto de lanzar su línea de trajes de baño, EK Balam Haus.
Criticable o no, el fenómeno de las fit fluencers no se detiene. De hecho, el estudio Teens, Health and Technology realizado en los Estados Unidos entre adolescentes de 13 a 18 años revela que un 83% busca información sobre salud en Internet, y uno de cada tres jóvenes reconoce que cambia sus hábitos después. ¿Qué es lo que más buscan? Datos relacionados al fitness o ejercicios (42%) seguido de dietas y nutrición (36 por ciento).
Consciente de la dimensión que alcanzaron, Agustina D’Andraia enfatiza: “No reemplazamos ni al gimnasio ni al nutricionista, al contrario, buscamos inculcar que vayan, que consulten. La gente encuentra en nosotras una contención, un vínculo genuino -sostiene-. Tal vez te despertaste con la idea de que te daba fiaca ir al gimnasio, pero ves que yo o cualquiera de las otras chicas sube una foto entrenando y cambiaste de opinión. O tal vez ibas a comerte una hamburguesa y viste alguna receta saludable, y la preparaste. Si logramos algunas de esas cosas, yo siento que nuestro objetivo está más que cumplido”.
LA NACION