15 Aug El mejor escenario para Cristina en su búsqueda de la reelección
Por EDUARDO VAN DER KOOY
Ni en sueños, con seguridad, Cristina Fernández debió haber imaginado que las internas abiertas de ayer podían dejarle un camino tan allanado para las presidenciales de octubre. Muchas cosas sucederán todavía y no podría decirse, pese a todo, que la última palabra electoral ha sido dicha. Pero la Presidenta recogió, por lo menos, dos beneficios en su marcha hacia la reelección: un porcentaje de votos, que de repetirse, la coloca holgadamente a resguardo de un balotaje ; una paridad entre los candidatos opositores mejor ubicados (Ricardo Alfonsín, Eduardo Duhalde y Hermes Binner) que hace más complicada la elección para los sectores sociales que no estarían dispuestos a acompañar al Gobierno otros cuatro años.
La dimensión de la votación de Cristina se expresa en los números (50%) y también en la distribución territorial . Sólo fue vencida en San Luis, gobernada por Alberto Rodriguez Saá, también candidato para octubre. El puntano parece tener un 7% del electorado cautivo: en 2007 sacó ese mismo porcentaje. La Presidenta venció en tres distritos importantes donde, hace pocas semanas, sus candidatos la pasaron mal: Santa Fe (Agustín Rossi quedó tercero) , Córdoba (José de la Sota ganó y había roto con los K) y Capital (Daniel Filmus perdió dos veces con Mauricio Macri). La Presidenta se dio el gusto de vencer en la Ciudad, donde un peronista no se imponía desde la década del 90.
La exclusividad pertenecía, hasta anoche, al menemista Erman González.
La votación de Cristina estaría corroborando tres cosas que, los últimos traspiés, habían puesto en duda: a la Presidenta no le ha pasado el estado de gracia política al que fue llevada por la súbita muerte de Néstor Kirchner; el auge del consumo sigue siendo un fuerte factor de seducción para importantes sectores sociales, sobre todo en las capas medias; el enorme sistema de asistencia social , a través del Estado, no genera inclusión pero ayudaría a paliar los padecimientos de los sectores mas humildes y postergados.
Si no fuera por su aparente blindaje, que supo cuidar con inteligencia desde que quedó sola en el poder , la Presidenta no hubiera podido sortear sin manchas ni costos –en apariencia– muchos de los episodios que vienen jalonando su administración.
Entre tantos, se podría mencionar uno: el caso Schoklender , el fraude con la construcción de viviendas humildes, que golpea a la Fundación de las Madres de Plaza de Mayo de Hebe de Bonafini. Las verdaderas intenciones de la política de derechos humanos, colocados bajo una lupa.
Otro ejemplo sería el de Jujuy. Hace mas de dos semanas que ocurre allí un desborde social, político e institucional con ocupaciones de terrenos. El gobernador kirchnerista, Walter Barrionuevo, ha dejado de controlar el conflicto. Cristina tuvo en la provincia del norte una votación arrasadora, por encima del 60%. Si aquellas dos cuestiones no la afectaron, resultaría inútil enumerar otras.
La votación ha significado también un espaldarazo para Cristina dentro de un complejo sistema de poder donde hace tiempo que sobresalen los conflictos. Conflicto entre el kirchnerismo y el PJ tradicional; con la CGT de Hugo Moyano; fricciones entre algunos sectores K y los jóvenes de La Cámpora a los cuales la Presidenta se ocupó de entronizar. Cristina podría tener, desde mañana, las manos mucho mas libres que antes de la interna.
Hasta las pequeñas estrategias le terminaron saliendo bien. Tuvo, al final, un puñado mas de votos que Daniel Scioli en la provincia, por el flujo módico que pudo arrimarle la colectora del diputado Martín Sabbatella. El gobernador deberá revalidar su título en octubre, acompañado por el ultra K, Gabriel Mariotto.
La Presidenta dejó traslucir anoche, en su discurso de celebración, algo de aquella libertad política que le concede la votación de la interna abierta. Desplegó un discurso de llamativo tono conciliador, hacia los propios y los adversarios. Mechó sus palabras con evocaciones emocionales y afectivas, en especial cuando recordó al ex presidente y aludió a sus hijos. Pero queda instalada la duda de cuánto tiempo logrará conservar esa cordura , luego del enorme respaldo recibido. La duda se afinca en antecendentes no muy lejanos: cuando fueron derrotados en las legislativas del 2009, los Kirchner profundizaron su estilo de confrontación. ¿Podría un triunfo con el de anoche, acaso, sosegarlo?.
La oposición, frente a esa realidad, tendría un camino arduo y pedrogoso por transitar en los próximos sesenta días. Hay derecho para conjeturar que lo que aquellos dirigentes opositores no lograron resolver en dos años, difícilmente lo diluciden en dos meses.
El casi 60% que esa oposición había reunido en el 2009, con el Acuerdo Cívico y Social, el Peronismo Federal y el PRO, no fue fragmentado por Cristina. La partición correspondió a la propia dirigencia opositora, que antepuso vanidades personales a la construcción de nuevos espacios políticos y proyectos.
¿Cómo no iba a suceder lo que finalmente sucedió con una grilla de nueve postulantes? .
La discordia entre Macri, Francisco De Narváez, Eduardo Duhalde y Felipe Solá puso fin a uno de aquellos tercios opositores. Siguió el divorcio entre Ricardo Alfonsín y Hermes Binner que consumió al Acuerdo Cívico y Social. Esas dos grandes rupturas fueron jalonadas con otros desprendimientos menores.
De esos desencuentros surgieron candidaturas que exhibieron ayer una votación respetable. La de Binner, que con poco, llegó a los dos dígitos nacionales. La de De Narváez en Buenos Aires, que tuvo mas votos que Alfonsín, y lo deja con una posibilidad de luchar en octubre. La presencia de De Narváez en alianza con Alfonsín fue, paradójicamente, lo que terminó espantando a Binner.
A esa oposición, probablemente, le ocurrirá otra cosa. No contará, salvo un milagro, con el respaldo de su dirigente mejor cotizado. Mauricio Macri le dio una paliza, dos veces, en Capital al kirchnerismo.
Pero tomó prudente distancia , de vacaciones por Europa, en la interna. El jefe porteño había dicho que tomaría una decisión después de ayer. Que conversaría, antes de hacerlo, con cada postulante. Pero ninguno se posicionó de tal modo que le asegure a Macri la protección, siquiera en parte, del capital político que acumuló con su reelección en la Ciudad.
La posible prescindencia de Macri podría ser otra buena noticia para Cristina. Las elecciones en Capital y Santa Fe habían demostrado que era el único capaz de polarizar contra los K. Y de arrastrar algo del voto del peronismo tradicional. Los ojos públicos se posarán las próximas semanas sobre Macri.
Las internas abiertas, así planteadas, no mejoran –como aseguraron Cristina, Duhalde y Alfonsín– la calidad política y partidaria. Su sentido original –la elección de los candidatos presidenciales en cada agrupación– fue desvirtuada por la propia dirigencia. Apenas sirvió para plasmar una fotografía anticipada de lo que vendría en octubre.
Quizás lo mas saludable haya sido el grado de participación popular, en el nivel de una elección presidencial (75%). Una señal que enriquecería una democracia muy pobre en valores.
CLARIN