El cardenal del deshielo

El cardenal del deshielo

Por Gustavo Sierra
Las ramas de palma vuelan por el aire entre salmos con ritmo caribeño y esencia de incienso. La misa de este domingo de Ramos en la catedral de La Habana tiene un significado especial. El cardenal Jaime Ortega y Alamino va a recibir allí, en un rato más, al presidente estadounidense Barack Obama, en el que será su primer encuentro de esta histórica visita a la isla. Y no es casualidad que sea precisamente con el jefe de la iglesia cubana. Ortega fue el artífice de este deshielo y reencuentro tras medio siglo de Guerra Fría. Fue él quien entregó personalmente las cartas que le había dado el Papa Francisco para los presidentes de ambos países en las que los instaba a dejar de lado las diferencias y reanudar las relaciones.
Desde entonces Ortega tiene los labios sellados. Al finalizar la misa manda a decir por uno de los dos hombres enormes que lo siguen a todos lados que va a almorzar y que dedicará toda la tarde a preparar el encuentro con Obama. Sin embargo se sabe que Francisco le encomendó la misión durante la semana de abril de 2014 en la que Ortega estuvo en el Vaticano para asistir a la canonización de Juan Pablo II y Juan XXIII. Le entregó dos cartas idénticas, escritas de puño y letra, una en español y la otra en inglés. Allí instaba a Raúl Castro y a Barack Obama a “dejar atrás décadas de conflicto y dar inicio a una nueva fase de las relaciones entre las dos partes”. Las conversaciones entre La Habana y Washington ya habían comenzado en absoluto secreto unos meses antes en Canadá, pero estaban estancadas.
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La entrega de la carta a Castro fue fácil para Ortega. La iglesia católica cubana siempre tuvo diálogo directo con los líderes de la revolución. Se trasladó hasta la casa de la playa donde Raúl estaba pasando unas vacaciones y tuvieron una reunión muy distendida, de acuerdo a una fuente cubana cercana a los hechos. En Washington, Ortega recibió la ayuda de su colega, el cardenal emérito de esa ciudad, Theodor Mc Carrick, y de sus amigos los jesuitas de la Universidad de Georgetown. Organizaron una conferencia sobre el rol de la iglesia latinoamericana para que nadie sospechara de la presencia del cardenal cubano en la capital estadounidense. El 18 de agosto de 2014, Ortega entró por una puerta lateral a la Casa Blanca para ser recibido por Obama en el Salón Oval. Nunca hubo registro oficial de esta visita. Incluso, dos historiadores estadounidense que siguieron el tema, Peter Kornbluh y William Leogrand, aseguran que ese encuentro se registró unos días más tarde. Lo cierto es que para mediados de septiembre, ambos presidentes habían respondido positivamente al llamado de Francisco y todo quedó para los detalles finales en manos del jefe de la diplomacia vaticana, el cardenal secretario de Estado Pietro Parolin. En octubre, se realizó en el Vaticano una nueva reunión secreta de alto nivel. Allí se resolvieron los “temas delicados” que estaban trabando las conversaciones, entre ellos la liberación del contratista estadounidense Alan Gross, que permanecía preso en Cuba, y de tres de los cinco agentes cubanos, conocidos como los “cuban five” o los “cinco héroes”, dependiendo desde donde se los mire, detenidos en Estados Unidos. Ese diálogo, de acuerdo a una nota de la Secretaría de Estado de la Santa Sede, fue “constructivo” y llevó a “soluciones satisfactorias para ambas partes. Así quedó despejado el camino para el anuncio que hicieron ambos presidentes hicieron ese histórico 17 de diciembre de 2014. Dicen, aquí, que el cardenal Ortega estuvo en contacto con Raúl Castro hasta unos poco minutos antes de que éste enfrentara las cámaras de la televisión global para informar de lo que estaba sucediendo en forma simultánea con Obama.
Después de la visita, el cardenal Ortega tiene lo que algunos señalan acá como “una nueva misión” encargada por Francisco: reconciliar al pueblo cubano. Ayer mismo tuvo un ejemplo de lo difícil de la tarea cuando al salir de misa en la iglesia de Santa Rita, en el barrio de Miramar, el grupo de mujeres disidentes de Las Damas de Blanco fueron arrestadas junto a otros activistas cuando intentaban alargar su tradicional marcha de los domingos. Para eso, Ortega cuenta con la ayuda del cura párroco de esta iglesia y secretario de la Conferencia Episcopal, José Felix Pérez. Es posible, dice la fuente cercana a la cúpula eclesiástica, que esté entre los temas que Ortega hable con Obama y que le pida que lo ayude a lanzar otros vientos de reconciliación entre los cubanos de Miami.
CLARIN