02 Mar Londres señala a Putin por el asesinato del espía Litvinenko
La Justicia británica lanzó en enero una bomba jurídica de consecuencias diplomáticas imprevisibles particularmente para el gobierno del primer ministro David Cameron en su relación con el Kremlin. La comisión de investigación sobre el asesinato en Londres del ex agente secreto ruso Alexander Litvinenko asegura en su informe final que “la operación del FSB –antigua KGB– destinada a asesinar a Litvinenko fue probablemente aprobada por el presidente Putin”.
El texto también acusa a Nikolai Patrouchev, ex jefe del FSB, hoy secretario general del Consejo de Seguridad ruso. Ese adverbio “probablemente” es clave porque será casi imposible demostrar con hechos la participación de Putin.
El documento, que basa parte de sus conclusiones en información del servicio secreto británico, asegura que los ex agentes secretos rusos Andrei Lugovoi y Dimitri Kovtoun asesinaron a Litvinenko “por encargo de otro”. Putin se encuentra así por primera vez acusado oficialmente por la Justicia de otro país de haber encargado un asesinato. Litvinenko se hizo ciudadano británico antes de morir. El otro acusado, Patrouchev, es un íntimo del presidente ruso que le sucedió en la dirección del FSB en 1999.
Moscú criticó las conclusiones. La portavoz de la Cancillería rusa, María Zakharova, dijo que “el asunto criminal Litvinenko ha sido politizado” y que el proceso de investigación fue “opaco y políticamente comprometido” porque su objetivo “se había definido de antemano”. Moscú condecoró a uno de los supuestos asesinos, Lugovoi, el 9 de marzo de 2015 con la medalla de la Orden del Mérito por “su gran actividad en el desarrollo de las relaciones legislativas y parlamentarias”.
El juez Robert Owen, responsable de la investigación y que interrogó a 62 personas –entre ellos varios miembros de servicios secretos–, dijo ayer en la presentación de su informe que está seguro de que “Lugovoi y Kovtoun pusieron polonio 210 en la tetera el 1 de noviembre de 2006. Estoy seguro de que lo hicieron con la intención de envenenar a Litvinenko. Estoy seguro de que Lugovoi y Kovtoun sabían que estaban utilizando un veneno mortal y que tenían la intención de matar”.
Marina, la viuda de Alexander Litvinenko, dijo ayer tras la presentación del informe que se sentía “feliz de que las palabras” de su marido “acusando a Putin en su lecho de muerte hayan sido oficializadas por un tribunal inglés”. La viuda pidió sanciones económicas contra Moscú.
La ministra del Interior británica, Theresa May, dijo ayer que el asesinato fue “inaceptable” y que el informe es “extremadamente serio” y refleja” una violación flagrante y fundamental de los principios más fundamentales del derecho internacional y del comportamiento civilizado”. La Cancillería británica convocó al embajador ruso en Londres para recriminarle su falta de cooperación.
Pero Londres no quiere ir más allá y el gobierno ya dijo ayer que la comisión de investigación del crimen es totalmente independiente del Ejecutivo.
El comunicado del gobierno británico asegura que “el informe confirma desgraciadamente lo que ya pensábamos. Debemos poner en una balanza la necesidad de tomar medidas con la necesidad más amplia de trabajar con Rusia en ciertas cuestiones” y cita “la amenaza del Estado islámico” y la “defensa prioritaria de la seguridad nacional”. Razones de Estado.
Alexander Litvinenko vivía refugiado en Londres y trabajaba para el MI6 británico tras abandonar Rusia. Y se afirma que también tenía contactos con la inteligencia española. Desde la capital británica denunciaba las políticas de Moscú y acusaba al régimen ruso de prácticas mafiosas.
Murió a los 43 años, el 23 de noviembre de 2006, 22 días después de tomar un té envenenado con polonio 210, un agente radioactivo que sólo produce Rusia. Litvinenko tenía una cita en diciembre de ese año ante un tribunal español que investigaba las actividades de las mafias rusas en España.
El 1° de noviembre de 2006 Litvinenko se reunió en el Hotel Millenium de Londres con Lugovoi y Kovtoun. Tomó un té. Horas después fue ingresado en un hospital tras sentirse mal. Su cuerpo degeneró rápidamente.
Los médicos detectaron antes de su muerte que en los análisis de orina aparecían trazas del elemento radioactivo polonio 210.
CLARIN