09 Aug La economía en negro de una Europa en crisis
La existencia de Shi Songbin en Italia salió a la luz una mañana en Via Barsanti, en la ciudad de Prato, cuando vecinos estupefactos encontraron su cuerpo a la salida de un estacionamiento subterráneo rodeado por monoblocks. Tirado como una bolsa de basura, comentaba el diario local al informar sobre el tercer cadáver que aparecía en el término de dos semanas. Los muertos representan la cara hasta ahora invisible de una vasta, y en general clandestina, red de fábricas manejadas por chinos en el corazón de la Toscana. Los investigadores sospechan que Shi, un inmigrante chino ilegal de 29 años, murió de una sobredosis de las drogas que les dan para que puedan cumplir un agotador horario de todo el día. Sus empleadores arrojaron su cuerpo a la calle para evitar que las autoridades descubrieran el taller clandestino.
Prato, una ciudad que es una joya medieval famosa por su industria textil, se ha transformado en un ejemplo de cómo la globalización económica y los gobiernos débiles se combinan para impulsar el desarrollo de economías en negro en el sur y el este de Europa. Sin embargo, los talleres ilegales, con su rastro de muerte y miseria, son sólo el aspecto más repulsivo de una economía no oficial que abarca toda Europa y afecta a millones de ciudadanos comunes -desde Bulgaria a Bélgica- y a inmigrantes ilegales llegados de Asia y África.
La crisis financiera y económica que el mundo occidental ha vivido en los tres últimos años ha planteado preocupación por la actividad económica clandestina. Los trabajadores en negro no pagan impuestos, lo que reduce los ingresos del gobierno e incrementa los déficit de presupuesto. A veces, esto lleva a las administraciones a elevar los impuestos para compensar por los ingresos perdidos, lo que a su vez tienta a más gente a operar en negro: un círculo vicioso de delito creciente y legitimidad gubernamental en disminución.
En España, aunque la policía allanó algunos talleres textiles chinos ilegales, la mayor parte de la economía en negro se debe a la evasión impositiva. Según Friedrich Schneider, profesor de Economía de la Universidad Johannes Kepler en Linz, Austria, el tamaño de la economía española en negro equivale a 19,2% del Producto Bruto Interno. Esta proporción es igual al promedio que este académico calculó para 31 países europeos, entre los que Bulgaria tiene la tasa más alta, con 32,6% y Suiza la más baja, con 8,1%.
Esta actividad ayuda a explicar uno de los mayores misterios de la sociedad española moderna: la extraordinariamente alta tasa de desempleo oficial sin la intranquilidad civil y el enojo popular que ese problema normalmente genera. Economistas y líderes empresarios han dicho que, si fuera cierto que en España 4,9 millones de personas -lo que equivale a más de 21% de la fuerza laboral- no tuvieran empleo, el país no estaría tan en paz como está, si se exceptúan las manifestaciones no violentas de los indignados. Es un secreto a voces que en España la tasa de desempleo, que duplica el promedio europeo, es una ficción. Cientos de miles de personas cobran el subsidio por desempleo aunque hacen algún tipo de trabajo, y son millones los que no están registrados en las firmas en las que trabajan, lo que implica que ni ellos ni sus empleadores aportan a la seguridad social. Prueba de ello, dicen algunos empresarios, es que cuando el desempleo cayó a 8,5%, en el pico del auge económico, entre 2006 y 2007, no lograban encontrar gente para contratar.
Madrid querría reducir marcadamente su tasa de desempleo, pero los ministros no quieren hacerlo condenando abiertamente a la gente como tramposa o descartando sus propias estadísticas como poco confiables, ya que esto socavaría la reputación del país en medio de una crisis de deuda soberana.
En cambio, el gobierno ha lanzado una campaña contra la economía en negro. En abril, se aprobó una ley que incrementó mucho las multas en caso de transgresión a las normas de la seguridad social para combatir de manera extraordinaria y urgente el fenómeno del empleo irregular, como dijo el ministro de Trabajo. Por su parte, Mari Luz Rodríguez, secretaria de Estado para el Empleo, señaló que el gobierno ha dado en total más de 113.000 millones de euros (u$s 165.000 millones) en ayuda a los desempleados desde 2007.
Ignacio Mauleón, profesor de Economía de la Universidad Rey Juan Carlos, de Madrid, explicó que es la crisis económica y la necesidad de reducir el gasto público lo que convierte en un tema tan caliente el de la economía en negro, que antes era tolerada. Cuando no hay crisis, nadie se preocupa por eso, señaló Mauleón, quien es uno de los autores de un estudio publicado este año que muestra que el número de puestos en la economía española clandestina ha trepado de alrededor de 1,5 millones, a principios de los años 80, a más de 4 millones en los tres años a 2008.
Pero el caso español no es único. En varios países se han tolerado estas prácticas y a menudo es difícil decir dónde termina la economía oficial y empieza la oculta, puesto que el dinero usualmente vuelve a la economía registrada para ser blanqueado.
Tampoco es obvio que la economía en negro sea tan perjudicial para el bienestar de una nación, ya que puede ser contracíclica, con lo que suaviza el impacto negativo sobre la economía formal en épocas de recesión. Cuando los salarios caen, hay más incentivo para ir hacia la economía en negro. Es casi una forma de seguro, una vía de escape, dijo Pietro Reichlin, profesor de Economía de la Universidad Luiss, en Roma.
Schneider acepta esta utilidad. Sin la economía en las sombras, España estaría en colapso. Es lo que mantiene viva la economía. Uno inmediatamente consigue dinero, gana algo para alimentar a su familia, pero señala que hasta la economía en negro se achicó en España últimamente, por la gravedad de la crisis.
El empleo clandestino creció con la globalización. En el caso de los chinos que llegan a Italia, hace una década un inmigrante ilegal como Shi se habría embarcado en un peligroso viaje escondido en un barco y, posiblemente, cruzando los Balcanes a pie. Ahora, son decenas de miles los que simplemente vuelan a Europa con visas turísticas de tres meses y se quedan años.
En Prato, que es una ciudad de unos 180.000 habitantes, se estima que hay 35.000 chinos, de los cuales aproximadamente la mitad son ilegales. Justo fuera de las murallas de la ciudad, hay una Chinatown donde encuentran todo lo que necesitan -restaurantes y supermercados chinos, agencias de viaje y matrimoniales, salas de masajes y academias de manejo. La pronto moda, como se denomina la industria “instantánea” de la indumentaria que han creado, y que abarca desde el teñido de telas importadas a la producción de artículos terminados, genera cientos de miles de productos diarios.
Al tener su sede en Europa occidental, los chinos de Prato pueden responder a las últimas tendencias del mercado en el término de días, en lugar de precisar semanas, como ocurriría si los envíos se hicieran desde China. Además, la ropa puede llevar la codiciada etiqueta Made in Italy. El año pasado, las autoridades municipales ordenaron el allanamiento de 320 firmas con las consiguientes incautaciones, pero los inmigrantes ilegales que son arrestados y deportados vuelven al trabajo rápidamente. China se niega a recibir sus ciudadanos indocumentados y hace poco Bruselas anuló una ley italiana que convertía en delito la inmigración ilegal. Piero Grasso, fiscal nacional antimafia, estima hasta 5.000 millones de euros habrían sido transferidos a China en los últimos cinco años a través de las agencias de remesas de Prato, que usan una sucursal del Banco de China en Milán. La ley permite transferir hasta 1.999 euros al contado sin dar explicaciones, de modo que las cantidades más grandes se fraccionan.
En Italia el complejo fenómeno de la economía en negro va más allá de los talleres y los inmigrantes ilegales, y abarca desde la evasión impositiva de lo que se paga al contado, sin recibo ni factura, a las operaciones cada vez más sofisticadas del delito organizado. El Banco de Italia estima que la cantidad de dinero que se lava anualmente, en general por parte de multinacionales del crimen, equivale a 10% del PBI. En 2010 el Banco identificó 37.000 transferencias sospechosas.
Reichlin dijo que la mayoría de los estudios ubican el valor total de la economía en negro en Italia en torno al 25% del PBI, comparado con un promedio de alrededor de 15% en los países industrializados. Para este experto, una de las principales causas de la economía en negro es el nivel de los impuestos. Cuanto más altos son los impuestos y la carga regulatoria, mayor es la economía en la sombra de un país.
Todo esto pone en tela de juicio la probabilidad de que los gobiernos tengan éxito en combatir el problema. En mayo, el gobierno español informó que había aplicado una multa de 127.000 euros a Talleres Macor, una compañía dedicada al mantenimiento y la reparación de vehículos con sede en el sur del país, por no hacer los correspondientes aportes a la Seguridad Social. La idea es evitar la contratación de trabajadores ilegales. Pero empleadores y economistas españoles opinan que la mejor manera de enfrentar la economía en negro sería liberalizar el mercado laboral local.
EL CRONISTA