04 Aug El Jockey Club vive tiempos históricos
Por Loreley Gaffoglio
Tras la polémica que rodeó al finalmente rechazado proyecto para erigir un estadio en sus dominios de San Isidro, por primera vez en décadas el tradicional Jockey Club se abre a una disputa electoral para dirimir la presidencia del club en un clima de convulsión interna que anticipa profundas reformas.
Así, el 30 de agosto, la institución fundada por Carlos Pellegrini renovará la mitad de sus autoridades, incluido el presidente.
Con planteos sobre el tipo de liderazgo y continuos debates sobre los modelos más eficientes de gestión, el club suma la participación activa de una porción importante de socios, abocados a repensar su funcionamiento integral.
El alquiler por 40 años de un predio del club -sin licitación previa-, para albergar un megaestadio, operación que le depararía ingresos por US$ 12 millones, fue el detonante de una controversia cuyos ecos persisten. El Jockey cuenta con un patrimonio de más de US$ 1000 millones y es, en su tipo, una de las instituciones más ricas de América latina. Arrastra, no obstante, una deuda total de 68 millones de pesos, enfrenta problemas de liquidez, suma pocos socios y asiste, con su hipódromo, al declive de la rentabilidad de las apuestas hípicas. En esa coyuntura, la búsqueda de una fuente alternativa de ingresos se instaló como prioridad.
A tal punto se excacerbó la polémica que la crisis fue vista como una oportunidad ineludible de cambio. Esa es, al menos, la visión de un sector nada desdeñable de club. Al margen de la carrera electoral, la reforma institucional suscita gran adhesión. Los puntos de mayor consenso son limitar los mandatos a dos períodos y promover una conducción ejecutiva, con cargos que hasta podrían ser rentados.Según expresaron varios socios, desde la última asamblea ordinaria, cuando 1200 miembros votaron de forma unánime sendas postergaciones en la aprobación de la memoria y balance y en la renovación de la comisión directiva -encabezada por su presidente, Bruno Quintana-, la señal hacia lo más alto de dirigencia fue clara: una fuerte oposición a la actual conducción había nacido de manera espontánea.
“Por las características del contrato, resultaba muy difícil no pensar mal -relató un socio-. Por eso, frenada la obra por el intendente Posse, socios que son prominentes abogados redactaron el distracto para que las partes [del otro lado, Jorge Born] no tuvieran nada que reclamarse.”
Aunque es común escuchar entre los 6756 socios que al futuro presidente le espera una “tarea ingrata, obligado a tomar medidas drásticas para sanear las cuentas”, los aspirantes a conducir el club centenario no tardaron en perfilarse.
“En las condiciones actuales, muchos pensaban que la mayoría rechazaría el puesto: el club necesita una reforma organizacional profunda, generar recursos genuinos por consenso y terminar con los personalismos”, reconoció otra fuente que, como el resto, habló con la condición de anonimato. “Pero, para sorpresa, la conducción del club es el deseo de muchos, lo cual es muy bueno”, agregó.
El primero en postularse y difundirlo por carta a los socios y a LA NACION fue el ex presidente de la Ucedé Jorge Pereyra de Olazábal. En su comunicado de prensa, habló de una “virtual acefalía” del club y aprovechó para refrescar su experiencia de “16 años de trabajo intenso para recuperar el predio de San Isidro y poner en marcha el actual hipódromo”.
Pereyra de Olazábal integró la comisión directiva durante la presidencia de Roberto Vásquez Mansilla, y fue testigo de la restitución del hipódromo tras la estatización promovida por Perón en 1953. El eco de su postulación, empero, fue casi nulo, según graficaron los socios.
“Bruno, quien se encuentra de viaje, continúa firme en su aspiración de conducir el club como lo hace desde 2002. Si hay oposición, dará pelea”, sentenciaron dentro de la comisión directiva, que un mes atrás sufrió su primera baja: la renuncia indeclinable del escribano Guillermo Alvarez Fourcade, disconforme por como se manejó el proyecto Arenas.
Según quien opine, en el futuro se podrían suceder algunas más.
La comisión directiva defiende con uñas y dientes la gestión, que es ad honórem, y juzga que el club se perdió un negocio muy interesante.
“Hubo una sobrerreacción, desagradable, por cierto, por parte de algunos socios hacia quienes trabajamos de forma desinteresada. Creen que el manejo del hipódromo es fácil, pero se necesita gran expertise y manejar 390 empleados”, se defendió el vocal.
“Voy a volar sin motores hasta mediados de julio”, juran que le escucharon decir a Enrique Crotto, ex titular de la Sociedad Rural, respecto al pedido de varios socios de formalizar su candidatura. Según sus allegados, Crotto habría reconocido: “Quien se presente a elecciones no va a bailar con la más linda; por eso, a la hora de los bifes, quedarán muchos menos de los que hoy somos”. Dueño un haras de caballos pura sangre en Tapalqué, quienes impulsan su candidatura lo señalan como el más idóneo para hacer crecer el turf y promover una política hípica que sacuda a la actividad de su letargo. Sin embargo, ya hubo expertos en finanzas que aconsejan escindir el gerenciamiento del hipódromo del del club, temerosos de que el déficit real que acarrea termine por hundir al resto de la institución.
El único que habló sin reservas fue el ex embajador ante las Naciones Unidas Emilio Cárdenas, nombre impulsado por un centenar de socios. “Me han ofrecido postularme, pero no he tomado una decisión aún -dijo-. Esta, en realidad, dependerá de que mi nombre sea el más conveniente para el club, que deberá analizar todas las alternativas.”
Otro nombre que sonó, aunque de manera fugaz, fue el del ex jefe de gobierno Enrique de Olivera, pero, consultado por LA NACION, reconoció no tener vocación real de liderar el Jockey Club.
LA NACION