12 Feb “Si no manejás la noche, la noche te maneja a vos”
Por Ezequiel Viéitez
Pinamar no está a tope, ni vive su era de gloria. “Para mí, igual, no hay un verano mejor que otro, todos tienen sus buenos momentos”, asegura, fiel a su profesión, el relacionista público Mike Cameroni (58). Con Gustavo “Palmer” Mustoni (56), DJ, ex barman y dueño de boliches de moda por años –en esta ciudad, del Ku-, formaron una dupla que desde hace 35 años les dio música y color a las madrugadas en la Costa. “Nosotros inventamos la noche de Pinamar”, dicen a coro.
En esos años pasó de todo. Palmer organizaba las fiestas y Cameroni llevaba a los personajes VIP. “Todo el glamour estaba acá. En los 90, las súper modelos argentinas se mezclaban con Pappo y Charly García”, dice el relacionista.
El primer impacto, en el 81. Circus Night. “Contraté un circo que se presentaba acá. Bajamos a las playas a promocionar con pelícanos y mandriles. A la noche, en un médano al lado del local, nos trajeron un elefante enorme con su cuidador. La gente se volvía loca”, recuerda Palmer.
Cameroni viaja hacia un dolor de cabeza. “En enero de 2001, Charly García me regaló un recital en la terraza de la casa que alquilaba frente al mar. Después del show, voy a verlo a la habitación donde daba entrevistas. Yo había comprado acolchados de tejidos hindúes en colores hueso, lámparas de calidad y cuadros. ¡Charly había pintarrajeado todo con aerosoles negros y rojos!”, se agarra la cabeza. “¡Hasta había cenizas porque había encendido un fuego!”, estalla.
Fiesta de la Espuma, 1º de enero de 1993. La noche anterior, habían terminado de pintar. “Se bailaba con la espuma hasta el cuello”, relata Palmer. Amanece. La espuma se vuelve rojiza. “El piso bordó destiñó. Todo el mundo estaba con ropa roja de repente. Tuvimos que organizar un canje de urgencia con una marca para reponer jeans y camisas”, cuenta entre risas. No hay anécdotas con excesos. En la noche, cotiza guardar secretos.
De la música disco y nacional se pasó a la cumbia, después la electrónica y ahora llegó la cumbia latina de Rombai y Maramá. Lo más intenso se vivió entre el 93 y el 2001. “Todos se producían para salir y en los boliches sentías perfumes importados. La gente pedía cócteles sofisticados. El público tenía de 27 años para arriba”, dice Palmer. En aquellos años, al VIP de la disco en Pinamar iban desde Gustavo Cerati hasta Carlitos Menem Junior –“Una vez me avisó que me pasaba a buscar y llegó en helicóptero”, evoca Palmer–. También, el hoy presidente Mauricio Macri. “Venía a cenar y era muy tranquilo”, juran. Ahora, se gasta menos. Dominan los chicos de 20, que llegan más tarde, desde las previas. Las fiestas estallan igual, pero con un público más adolescente.
En la mirada de Palmer se ve algo de nostalgia. Dice que no toma alcohol y que “lo que te enseña la noche es a tener disciplina”. Parece una contradicción, pero tal vez no. “Si no manejás a la noche, la noche te maneja a vos. Tuve amigos que terminaron mal”. Como si estuviera en el purgatorio, explica: “A los 30 años me la creí, fui soberbio y me arrepentí. Ahora, no salgo de noche si no es por trabajo. El momento más feliz de mis últimos años fue cuando mi hija tomó la comunión y leí en la ceremonia”, resalta.
La serenidad llegó tras las tormentas. En el 92 pasó 6 meses preso luego de que le encontraran droga en el auto en el que viajaba. Palmer jura que no era de él y acusa al ex juez de Dolores Bernasconi y al ex gobernador Duhalde. “Fue una cama. Yo me oponía con activismo a la ley que impulsaba Duhalde para que los boliches cerraran a las 3”, asegura. Después de eso, aprendió a valorar otras cosas. Un café, una charla, la familia. Aunque la noche continúe y las fiestas también. “En este rubro, tenés que renacer y reinventarte. Ya estamos pensando en la próxima temporada”, dice el empresario.
CLARÍN