Hewit, el último rebelde

Hewit, el último rebelde

Hace 18 años, cuando el mundo del tenis aún no había comenzado a hablar de Roger Federer, de Rafael Nadal o de Novak Djokovic, un joven Lleyton Hewitt de sólo 16 años sorprendía al levantar el trofeo del Abierto de Adelaida, su ciudad natal, y se transformaba en uno de los campeones más jóvenes en la historia de la ATP. Había ingresado al certamen gracias a una invitación -estaba 550° en el ranking- y era un desconocido en el circuito. En la previa del torneo, probablemente nadie habrá pronosticado que terminaría llevándose el título. Y aún luego de su consagración, pocos se habrán imaginado que ese adolescente de pelo rubio, que con su gorra calada y su actitud que rozaba la irreverencia parecía más surfista que tenista, se iba a transformar en uno de los íconos más grandes del tenis australiano y mundial, que el 21 de enero, sobre el cemento del Abierto de Australia, le puso fin a una impresionante carrera.
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“No dejó nada en el vestuario. De eso puedo estar orgulloso. Siempre di el cien por ciento”. Justas palabras de Hewitt para describir su rica trayectoria. En los 20 años de su vida que le dedicó a este deporte, el australiano sumó victorias y derrotas memorables, protagonizó rivalidades históricas y despertó amores y antipatías dentro y fuera de la cancha. Pero sobre todo, atrapó a los fanáticos con su tenis agresivo, su voluntad de hierro y su pasión por el juego.
Si de números se trata, Hewitt jugó 878 partidos y ganó 616. Cosechó 30 títulos, entre ellos el Abierto de los Estados Unidos 2001 y Wimbledon 2002. Fue también finalista en Flushing Meadows 2004 y en el Abierto de Australia 2005. Además, se coronó dos veces en el Masters 1000 de Indian Wells, en 2002 y 2003, y ganó las Copas Davis de 1999 y en 2003. Este año, será el capitán de Australia.
El 19 de noviembre de 2001, con apenas 18 años y 268 días, se trepó por primera vez a la cima del ranking mundial, donde permaneció durante 80 semanas. Aún hoy, es el jugador más joven de la historia en escalar hasta el primer puesto.
Tan recordadas como sus victorias son las polémicas que protagonizó, sobre todo en sus primeros años. Entre otras, calificar una cancha de césped como “campo de papas” en un partido de la Davis en Brisbane o solicitar el cambio de un juez de línea en un Abierto de Estados Unidos porque tenía el mismo color de piel que su adversario James Blake. Pero con el paso de los años, la madurez, las lesiones y las idas y vueltas del circuito le aplacaron el carácter y lo fueron transformando en un referente para las jóvenes generaciones.
Aunque en la caída por 6-2, 6-4 y 6-4 ante David Ferrer por la segunda ronda del primer “grande” de la temporada, pareció hacerle un guiño al pasado, cuando frustrado, llamó “imbécil” al juez de silla.
“Soy muy afortunado, tuve una gran carrera y pude terminarla aquí, frente a mi público. En la cancha te pasan muchas cosas por la cabeza mientras estás tratando de disfrutar al máximo estar ahí por última vez. Es una sensación extraña porque estás decepcionado por no seguir adelante, pero orgulloso de todo lo hecho”, reconoció Hewitt, emocionado, mientras un Rod Laver Arena colmado le rendía homenaje.

Un merecido homenaje para el último rebelde del tenis.
Lleyton, gracias por todo lo que le diste al tenis y por nuestra rivalidad. Disfruté cada partido que jugamos”.
Roger Federer
Fue una gran inspiración para mi tenis y para mi mentalidad. Gracias por su pasión en la cancha”.
Rafael Nadal
Me encantaba su actitud al competir. Fue uno de mis ídolos. Hasta le puse su nombre a uno de mis perros”.
Andy Murray
CLARÍN