Un año sin Tomás Bulat, el economista que escribía como hablaba

Un año sin Tomás Bulat, el economista que escribía como hablaba

por FERNANDO GONZALEZ / Director Periodístico
La Argentina no es un país normal, y por eso vivir acá es tan complicado. Todo lo que nos pasa ahora ya pasó antes, más de una vez. No es nada nuevo.Y eso no es lo peor. Todos los que tenemos más de 40 años sabemos que va a volver a pasar. Las generaciones más jóvenes sienten que todo lo que ocurre es una novedad, y muchos de ellos se asombran, pero los que tenemos más experiencia ya lo vivimos. Son películas repetidas”. El texto, pleno de frases cortas y contundentes, es una descripción de la Argentina que muchos podríamos suscribir. De sus complejos, de nuestros complejos y de nuestras dificultades para consolidarnos, para crecer y para desarrollarnos. El texto es el comienzo de “El mito de los líderes fuertes”, uno de los capítulos del último libro de Tomás Bulat. “Estamos como somos”. El libro que escribió antes de dejarnos, el 31 de enero de 2015, la madrugada maldita de un sábado en la que el remise que lo traía a Buenos Aires desde un pueblo cercano a Rosario embistió contra un camión a demasiada velocidad. Ayer se cumplió un año de la partida de Tomás y, al leer su último trabajo que luego reconstruyó su familia, se puede recordar perfectamente su voz. Porque Bulat escribía como hablaba. Con esas frases vibrantes que explicaban fácil lo que muchos transmiten difícil. Los caminos sinuosos de la economía para encontrar las respuestas que lleven a una vida mejor.
Por eso no era extraño que uno de sus libros se haya titulado “La economía de tu vida”. Porque Bulat sólo entendía su profesión como un vehículo científico para avanzar en la calidad de la vida diaria. Y por eso se habían vuelto tan populares son constantes participaciones en la televisión y en la radio. Sus columnas en El Cronista y en cronista.com Sus dos libros escritos en los últimos años y su programa, El Inversor, al que seguían miles de fans que lo admiraban como si fuera una estrella de rock en vez de un economista. Tomás era el Mick Jagger de los economistas, escribí en aquellas horas posteriores a la noticia de la que jamás hubiera querido enterarme.
Bulat encandilaba a sus audiencias. Fueran estudiantes, amas de casa o empresarios de primera línea. Sus charlas en público eran eléctricas. El interrumpía sus palabras y hacía preguntas al público. Jugaba con la historia de la inflación y con las cifras del déficit fiscal. Verificaba el nivel de las reservas monetarias y de allí bajaba rápido al impacto en el salario, en las jubilaciones o al precio de los servicios públicos. Ese era su secreto. La economía, en su boca, jamás se convertía en una sucesión aburrida de estadísticas apabullantes. Todo era simple. Planteaba un universo complejo de modo tan práctico que todos lo pudiéramos recorrer. “¿Y vos cuánto pagás de gas?”, le preguntaba de repente a una persona de la tercera fila de un teatro en Tucumán. “¿Y estás contento con lo que pagás?”, lo acicateaba hasta que todo el auditorio se transformaba en una gran asamblea pública que él dirigía con mano maestra.
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“El Inversor” sigue firme en la actualidad, conducido por su hijo, Santiago Bulat, y la colaboración del enorme experto en finanzas que es Claudio Zuchovicky. Y detrás, en la producción y el sostén del formidable Equipo Bulat está Carina Onorato, su compañera y la madre de Lucía y Fausto Bulat. Como cada vez que se publica una noticia que lo menciona o alguna de sus fotografías, las redes sociales volvieron a estallar este fin de semana para recordarlo. “Lo extrañamos”, es la frase más escrita en cada posteo. Así de simple. Es lo que sienten todos los que lo quisieron.
Tomás se fue en su mejor momento. Le llovían ofertas para iniciar nuevos proyectos. En aquel enero de 2015 acababa de rechazar una oferta de Sergio Massa para ser candidato a jefe de gobierno porteño y el primer lunes de febrero iba a comenzar a hacer columnas radiales para el programa de Nelson Castro en Radio Continental. Nada de todo eso pudo ser. Por eso, el mejor ejercicio para sus seguidores es volver a leerlo. Es escuchar sus grabaciones en radio o repasar sus videos en youtube. Bulat mantiene su frescura y su clarividencia. A veces parece que estuviera hablando, incluso, del presente. Algunas de sus definiciones están hechas a la medida de la salida del cepo al dólar, al que ridiculizaba. A la medida de la inflación tan preocupante hoy y de los aumentos de tarifas siempre complejos de resolver. Su voz y su imagen están allí. Sus palabras iluminadas siguen estando allí. Su corazón sigue estando allí. Será que Tomás Bulat no nos ha dejado. Será que el legado del Pelado es tan potente que va a seguir mucho tiempo entre nosotros.
EL CRONISTA