03 Feb El look de los hombres, espejo de los otros
Por Sebastián Ríos
Fernando Lensina va cada 15 o 20 días a la peluquería. Allí, en la barbería Salón Berlín, bebe un trago, charla con los habitués y dedica un buen rato al cuidado de su estética personal en esta suerte de club de caballeros sin membresía que hoy marca tendencia. “Comencé a venir acá hace dos años y medio, en busca de cambiar el look y encontrar un estilo. Y así fue, hasta el punto de que comencé cambiando mi peinado y después cambié mi forma de vestir en función de mi nuevo look”, cuenta Fernando, de 40 años, socio gerente de Asteroptica.com.ar.
Fernando no tiene ningún prurito de hablar sobre su interés en su cuidado personal; de hecho es algo que disfruta. “Con mis amigos hablo de peinados y de ropa, del mismo modo que charlamos de gustos compartidos, como puede ser también salir a comer o a beber”, dice. Su mirada es la de muchos hombres que han incorporado a sus vidas la esfera del cuidado personal -que se extiende a la vestimenta, al peinado, a la búsqueda de un buen estado físico-, pero en donde el interés último no es resultar atractivo ante el sexo opuesto.
Cada vez son más los varones que visten y se producen a su gusto en busca de que el espejo les devuelva una imagen en la que sentirse satisfechos con ellos mismos. Y en segunda instancia buscan el reconocimiento de boca de sus pares, a través de comentarios como “qué buena camisa” o “qué buen look” recogidos en la oficina, en el gimnasio o en el bar. Es que así como muchas mujeres suelen poner más esmero en producirse para una salida con amigas que para una cena de pareja, hoy muchos hombres ya no se ponen “lo que tenía a mano” para juntarse a tomar una cerveza o un café con amigos: buscan el reconocimiento. “Hoy hay hombres que empiezan a no querer salir a la calle si no creen que están bien vestidos. Y no se trata de vestir elegante, sino que estar bien vestidos tiene que ver con llevar aquello que les gusta vestir, aun cuando esto signifique algo descontracturado o casual -sostiene Ramiro Gramajo, CEO de Bacán, empresa que brinda un servicio de asesoría de moda virtual a varones que se completa con el envío de prendas adaptadas al perfil del usuario-. Uno sale a tomar una cerveza con amigos y no se pone cualquier remera, sino que hay cierto nivel de producción previa antes de salir. El hombre ahora se mira al espejo.”
“¿A quién no le preocupa el reflejo en el espejo, la foto en el perfil de Tinder, el radiopasillo en la oficina o los rumores en el vestuario? En la era de la digitalización, la explosión de redes sociales y el incesante bombardeo de selfies es cada vez más grande el ejército de hombres preocupado por su apariencia estética”, sostiene Paul Fava, bloguero y productor de moda.
Esa preocupación e interés por la apariencia también se verifica en los consultorios de medicina estética: “Definitivamente, hay un crecimiento de la demanda de procedimientos estéticos por parte de los hombres, principalmente de los de 20 a 45 años que son quienes prestan especial cuidado a su aspecto”, confirma el cirujano plástico Sergio Korzín.
Pero que los varones visitan el consultorio de estética no es algo nuevo; en todo caso sí lo es el hecho de que ya no lo hacen a escondidas y de que incluso no dudan en compartir entre amigos los resultados de los procedimientos a los que se someten. “Las estadísticas de la Sociedad Americana de Cirugía Plástica y Estética muestran que el 80% de los varones no se siente avergonzado por practicarse tratamientos que impliquen nuevas técnicas de estética e imagen personal”, agrega Korzín, actual vicepresidente de la Sociedad Argentina de Láser y Tecnología Médica, y enumera cuáles son los procedimientos más demandados hoy por la platea masculina: la depilación definitiva, los que eliminan la grasa de abdomen y espalda, el combate de las arrugas en forma no quirúrgica.
Otro escenario en el que la presencia masculina cada vez es más frecuente es el gimnasio, pero ya no sólo en la sala de musculación o descargando mazazos contra neumáticos viejos en crossfit. Las clases de pilates, de tae-bo o de la flamante zumba ya no son eminentemente femeninas: nadie se asombra hoy de encontrar hombres que no le temen a elongar ni a ponerle ritmo a su cuerpo, si es que con eso se logra mantener el cuerpo en forma y pasarla bien.
Tras haber dejado el fútbol semiprofesional y luego de deambular de gimnasio en gimnasio buscando “algo para mantenerme y que sea divertido”, Francisco Castro se topó con una clase de functional gym, o entrenamiento funcional, actividad a la que hoy destina tres o cuatro horas semanales. “Son clases grupales en las que hay mucha interacción: hay ejercicios de a dos, competencias, y es por sobre todas las cosas muy entretenido y un entrenamiento muy efectivo”, asegura Francisco, de 25 años, que trabaja en el área de ventas de la bodega Clos de los Siete.
Francisco reconoce el interés extendido entre varones por verse bien: “Antes los varones iban al gimnasio más por una cuestión de salud, mientras que hoy tiene mucha importancia estar en forma físicamente, que es algo que también va de la mano de vestirse bien, estar a la moda”, afirma.
Tics modernos
Si verse bien figura hoy entre las metas cotidianas de muchos varones, que no ocultan el disfrute que descubren en la peluquería o en la clase de gym funcional, ¿cuáles son los fácilmente visibles tics de esta nueva masculinidad?
“Hay varones muy rigurosos con el cuidado de sus uñas de manos y pies, y con cejas de catálogo -describe Paul Fava-. Muchos se transforman en lienzos de prestigiosos tattoo artists o estudios, aun cuando les temen a las agujas. Se atreven al uso y abuso de colores y estampas de estación y no estarían dispuestos a abandonar la tendencia slim fit, o sastrería a medida. Los más quisquillosos personalizan sus prendas favoritas, los cascos de sus bicicletas y motos. Transitan cómodos con sus sneakers de colección, con firma de diseñador o vintage, mientras cargan un bolso o mochila como excusa para trasladar la notebook y acompañan el reloj con una pulsera que combina a la perfección con sus cadenas, cap o foulard. Y, casi sin excepciones, se obsesionan con las últimas novedades hi-tec y tendencias globales”.
Fernando Elo, fundador de la barbería Salón Berlín, señala que el mayor interés masculino por el cuidado del aspecto personal encuentra como fuente de inspiración el énfasis creciente puesto en este aspecto por estrellas del fúbtol y del cine. “Durante años, los cortes de pelo de David Beckham fueron imitados por muchos clientes, y basta ver cada año la entrega de los premios Oscar para que los looks de los actores dicten tendencia”, comenta este barbero de 43 años, que trabaja por estos días en la apertura de un segundo local en la ciudad de Rosario.
“Pero hay algo más que un corte de pelo o una afeitada: el hombre que destina tiempo, sean 15, 30 minutos o más, al ir a una barbería está buscando vivir una experiencia, está buscando disfrutar de ese momento”, agrega. Hoy, el varón se permite disfrutar de un corte de pelo o de una sesión de ultrasonido focalizado para mejorar la tonicidad de su piel. De alguna forma, de lo que se trata es de aceptar que no sólo se es feliz gritando un gol desde la popu ni moviendo la cabeza en forma insistentemente vertical en un recital de Almafuerte.
Perdidos en el vestidor
Pero este nuevo interés por el cuidado personal enfrenta a los varones a una cultura de consumo y a una serie de experiencias -del vestidor, de la sala de espera del consultorio de estética, de la peluquería- que les son ajenas. “Si bien le gusta cada vez más verse bien, el hombre todavía no disfruta, por ejemplo, del proceso o la experiencia de compra de vestimenta. Quiere vestirse bien, estar a la moda, pero no sabe cómo lograrlo”, afirma Ramiro Gramajo, que sostiene que el éxito de su empresa, Bacán (www.bacan.com.ar), está dado porque le propone un salvoconducto al proceso de prueba de ropa en el local del shopping que no le es natural.
De ahí que la posibilidad de acceder vía remota a este nuevo mundo del cuidado personal atraiga multitudes de varones, lo que les reporta buenas ganancias y éxito a las tiendas online de indumentaria. Otro caso paradigmático es Tienda Suárez (www.tiendasuarez.com), que desde Internet ofrece jugados y cómodos pantalones de entrecasa junto con medias de colores y diseños impensados para el guardarropas de un varón de antaño.
“Suárez es una marca de ropa tanto para hombres como para mujeres, pero en la que nuestros principales consumidores son los hombres”, comenta Agustín Suárez, socio fundador de la marca, que aporta un ejemplo bastante ilustrativo del cada vez más desprejuiciado comportamiento masculino a la hora de vestir: “Al principio, las medias estaban divididas en hombre o mujer, pero tuvimos que empezar a catalogarlas sólo según el talle, porque notamos que eran muchos los varones que compraban las medias de colores y tramas catalogados para mujeres”.
Para Agustín, esto revela la sensibilidad y el cuidado del detalle del hombre de hoy a la hora de vestir. “Antes, a un varón le daba vergüenza usar medias de colores, y ahora ocurre lo contrario: incluso le gusta llamar la atención al usar algo que es diferente -sostiene-. Y lo mismo ocurre con los pantalones que vendemos: los hombres ya no se ponen el pantalón de jogging o el short de fútbol para estar de entrecasa. Buscan algo cómodo pero a la vez cuidado y de buena calidad.”
La pérdida del miedo al ridículo que pendía sobre generaciones de varones temerosos de recibir comentarios del tipo “¿hay pantalones como ése, pero para hombre?” es contagiosa.
Agustín lo ilustra en tres viñetas: “Va el hombre a jugar al fútbol, se ducha y se pone pantalones como los nuestros, de colores y tramas. La primera vez los compañeros de vestuario lo cargan; la segunda, le preguntan dónde compró el pantalón, y la tercera aparecen con los mismos pantalones”.
Para Paul Fava, el creciente énfasis en el cuidado del aspecto personal del varón va más allá de la búsqueda de una imagen en el espejo; hay incluso un efecto buscado dentro de los distintos grupos de pares. “En la construcción de la imagen personal, además del atractivo físico, es la «reputación» la que denota estilo propio, afirmación individual e identidad diferencial frente al grupo de pares -advierte Paul Fava-. Hoy, el campo de batalla se traslada a la barbería, el gimnasio o la calle. La lucha es por el cabello largo o rapado a los lados, la barba perfectamente delineada o conscientemente desaliñada en un rostro rozagante que oculta el paso del tiempo.”
El nuevo target
Las marcas de indumentaria y de productos para el cuidado personal no son testigos pasivos del fenómeno. “Uno ve cómo hoy las marcas enfocadas al hombre van ganando cada vez más espacios -advierte Ramiro Gramajo-. Ya no es la mujer la que tiene la exclusividad de temas relacionados con la indumentaria y la moda. El hombre participa cada vez más, y así es cómo cada vez hay más contenidos publicitarios que apuntan a ellos.”
“Interesantes hombres con experiencia, seguros de sí mismos, realizados profesionalmente, con tarjetas de crédito gold, platinum o black, y, ahora, dueños de los secretos de belleza para la juventud eterna, ¿por qué no habrían de transformarse en la excusa perfecta para ampliar la comunicación de la industria?”, se pregunta Paul Fava, y concluye: “Si los 30 son los nuevos 20, los 40 son el clímax. Actores, modelos y hasta tipos comunes pero maduros se transforman en la imagen de grandes firmas y son coronados como embajadores por su atractivo físico y reputación. ¡Y todos queremos ser y estar como ellos!”
Producción de Lila Bendersky
LA NACIÓN