21 Jan Kobe Bryant: “Ginóbili y yo tenemos el mismo espíritu competitivo”
Por Mauricio Codocea
El monstruo está dormido. Tal vez sea esta suerte de desfile en que se convirtió la temporada después de anunciar el retiro. Quizás se está guardando para el partido de Navidad ante Los Angeles Clippers, el próximo viernes. O por ahí es tan solo la experiencia de enfrentar tantos micrófonos durante casi dos décadas. Lo cierto es que está tranquilo. La voz de Kobe Bryant denota parsimonia y su sonrisa le aporta una cuota de calidez a la charla. En este universo del deporte en el que todos, todo el tiempo, toman posiciones a favor de unos y otros, habrá que decir que él forma y formará parte de las interminables discusiones acerca de quién es el mejor basquetbolista de la historia. Votos de peso no le faltan. Kobe Bryant transita los últimos meses de su carrera profesional y se presta al diálogo lejos de aquel ególatra contra el que debieron luchar propios, extraños y hasta él mismo para llegar a ser lo que es. En una conferencia telefónica en que Clarín es el único medio argentino, queda claro que se está permitiendo disfrutar.
“El público me ha demostrado mucho cariño y es maravilloso después de 20 años de carrera. Es la chance de poder agradecer y recibir agradecimientos; no podía imaginarme algo mejor que esto”, arranca el escolta, cinco veces campeón y leyenda viviente de Los Angeles Lakers y la NBA.
-Cuando dejes de jugar, ¿te vas a relajar y a disfrutar o vas a extrañar esa tensión de la liga?
-Cuando llegue el verano y esté libre veré qué tan relajado estoy, pero seguro será extraño porque llevo 20 años pasando esos momentos pensando cómo mejorar, entrenándome… Y esos momentos ya no estarán más. Será algo a lo que deba adaptarme.
-¿Cuáles son los mejores equipos y jugadores que enfrentaste?
-(Piensa unos segundos) Debería decir San Antonio Spurs, que fue siempre difícil; Sacramento Kings, por la rivalidad; los Boston Celtics, los Detroit Pistons… y Chicago, sobre todo cuando empecé en la liga en 1996. Y los mejores jugadores… Hakeem Olajuwon, Michael Jordan, Kevin Durant, LeBron James, Clyde Drexler… Es difícil elegir sólo algunos (risas).
-Señalaste a los Spurs como uno de los rivales más duros que te han tocado. ¿Qué significa para vos como contrincante y para la liga en general el nombre de Manu Ginóbili, además de lo que ha hecho con la Generación Dorada de Argentina?
-Manu es uno de mis jugadores favoritos de siempre. Tenemos el mismo espíritu competitivo. No se achica ante los desafíos, aparece en los momentos clave. Juega físico y bien, ha sido un jugador increíble durante muchos años, lo que no es nada fácil. Respecto a la selección de Argentina, sé de lo apasionados que son por el básquet y no tengo dudas de que habrá muchos, muchos más grandes jugadores que surjan de su país. Manu es una inspiración para todos ustedes y ansío ver qué clase de jugadores argentinos llegan al nivel más alto pronto.
-Viviste en Italia y desde entonces te gusta mucho el fútbol. ¿Qué opinás de la lucha contra la corrupción que se está librando en estos momentos en ese deporte?
-Es algo que moviliza. Este es un primer paso importante. El deporte no se puede escapar de lo que sucede en la sociedad, en la cultura. Nos gustaría pensar que no pasan esas cosas, claro. Esto daña al deporte y todo lo lindo que tiene. Es un primer paso, hay mucho más por hacer. Ojalá el deporte sea todo lo puro que queremos que sea.
-Hace unos días, ante los Rockets, pudiste volcarla como el mejor Kobe. ¿Qué sentiste con la reacción de tus compañeros y de la gente?
-Después de todo lo que pasó mi cuerpo fue un momento especial, como ganar una guerra. Pasé por mucho físicamente, ¿sabés? (NdeR: entre otras dolencias, sufrió la rotura del manguito rotador del hombro derecho, la rotura de la platea tibial externa de su pierna izquierda y la rotura del tendón de Aquiles izquierdo). Fue muy gratificante, un premio a todas las horas de trabajo, entrenamiento. Me gustó mucho verme así.
-¿Te ves en los Juegos Olímpicos de Río?
-Veremos. Ser parte de eso es increíble. Sería una despedida maravillosa, pero veremos…
CLARIN