El secreto de la longevidad de la “señorita” de 111 años, la argentina más vieja

El secreto de la longevidad de la “señorita” de 111 años, la argentina más vieja

Por Julio Aiub Morales
Solterita y sin apuros. A sus casi 112 años, Virginia Secundina Moyano, aunque se cansa, tiene una lucidez envidiable: recuerda su DNI, los nombres de sus hermanos y hasta el de su novio, que en su juventud, se casó con otra que tenía dinero. Ayer se supo que Virginia integra el selecto grupo de personas que tienen más de 110 años, según datos del Grupo de Investigación Gerontológica (Gerontology Research Group) de Estados Unidos. Así, esta cordobesa es la persona más longeva de la Argentina, la tercera de mayor edad de Sudamérica y la número 54 en el mundo.
Virginia, (no le gusta que la llamen Secundina) revela su secreto para vivir tanto: “Acordarse de cosas lindas, que te hicieron reír”.
Hace cuatro años que vive en el hogar de ancianos San José, donde la acompaña su sobrina, María Olga Gallo, también cordobesa, de 85 años. Ella, junto a la enfermera Bilma Soluaga, le cuentan a Clarin, detalles de la vida y la cotidianeidad de la anciana. Como por ejemplo que tiene buena salud, que no toma ningún medicamento y que le gustan las cosas dulces.
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Virginia se acuerda de su DNI: 7.316.533 y que nació “el 24 de mayo de 1904, en “Córdoba capital, pueblo General Paz”. Sus hermanos, todos fallecidos fueron: “La mayor Arminda, Clemira, Celia, José, Victoria, Virginia -se señala-, Argelia y Carlos”.
Los padres de Virginia fallecieron cuando ella era muy chica por lo cual fue a vivir con su hermana, la madre de Olga, que era docente, por la cual cobra una pensión.
Precisamente la hija de Olga, Miriam Aguilar, es médica y es quien atiende la salud de ambas.
Virginia recuerda que hizo toda la primaria, “hasta sexto grado, en la escuela de la calle General Paz casi Humberto Primo” en la capital cordobesa. Se trata de la escuela normal superior Juan B. Alberdi.
Aunque acepta de buen grado las fotos, Virginia se siente atosigada ahora que es “famosa” en medio de la paz reinante en el hogar de ancianos.
Recuerda también que cuando sus padres estaban vivos, vivían en la calle Dean Funes y de aquella época le quedó grabado el Abecedario, cuyas 30 letras de entonces, recita perfectamente.
Pero de los hombres no tiene un buen recuerdo. Su novio fue Andrés Bergotini, un santiagueño que fue a estudiar a Córdoba y que se terminó casando con otra “porque tenía esto” y hace el signo de pesos con los dedos.
Virginia nunca se casó. Prefirió ser la tía soltera para llegar a ser hoy un auténtico récord.
CLARIN