María Cash, un enigma que no tiene respuestas

María Cash, un enigma que no tiene respuestas

Por Rocío Criado
Este rompecabezas parece estar formado por piezas que no encajan entre sí. Las buscan, las dan vuelta, las meten a presión, pero no parecen corresponderse con la figura inhallable. Es más bien un rompecabezas, que atormenta a una familia hace más de cuatro años.
Hace 1646 días que el paradero de María Cash es un misterio, que sus diseños y rebeldía se fugaron, que la tercera de cuatro hermanos, la única hija mujer, la amiga a la que todos llamaban para hacer planes, desapareció. Y la tierra no traga gente.
La hermana de Máximo, Patricio y Santiago. La hija de Federico y María del Carmen.La más suelta y extrovertida de la familia, siempre haciendo chistes. La escasa diferencia de edad generaba una complicidad especial con Patricio. Con Santiago, el menor, tomaba una actitud protectora, le enseñaba cosas, aunque sus fuertes personalidades hacían que se complementaran de la misma manera que se peleaban. Con Máximo, el mayor, compartían salidas, con la presencia obligada de las amigas de María.
De un estilo de vida estructurado pasó a relajarse, a tomar otra percepción de las cosas y se volvió más bohemia, viajando por distintos lugares y dedicándose plenamente a la carrera de diseñadora. Vivió un tiempo en el cuarto que le alquilaba a una amiga en el coqueto barrio de Recoleta. Después se instaló unos meses a cuidar una casa en Córdoba, pero al tiempo volvió a la nido familiar. Más tarde partió a Camboriú, al sur de Brasil, a la casa de unos amigos de los padres. A su vuelta, planeó el viaje al NOA.
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La profesión fue innata, sin tener la necesidad de cursar una carrera universitaria; el don de transformar una simple tela en un vestido de fiesta envidiable marcó su camino.En la secundaria, sus amigas del Jesús María le pedían algunos modelos: “¡Uh María! ¿No me haces uno?”, pero no se los podían pagar, así quede a poco empezó a hacer cosas más chicas para vender en boutiques.
La idea de desenchufar la cabeza del caos de la ciudad encontró destino en Jujuy. Conocía el mercado del Norte, había estado unos años antes y tenía conocidos y clientes allá, por lo que el viernes 4 de julio de 2011 emprendió su viaje con la idea de quedarse un tiempo, sólo un tiempo.
Un modelo para armar
Eran las 20 de una noche de invierno en Retiro cuando Federico Cash dejó a su hija de 29 años en la terminal, a la espera de la llegada del interno 1690 de la empresa Metrobus, con destino a San Salvador de Jujuy. El micro llegaría al norte el martes 5 a las 18. La reconstrucción de esta historia es parcial, tiene un solo lado de la página escrito, confeccionado a través de testimonios. La otra mitad todavía espera ser contada.
El 5 de julio de 2011 algo pasó en el micro que llevaba a María hacia Jujuy que la impulsó abajarse en Tucumán y tomar otro micro con el mismo destino.Ese fue el punto de inflexión, el momento en que todo se volvió difuso, lejano, por momentos insoportablemente inexplicable. La conducta se repitió; un par de horas después, alrededor de las 14, se bajó en Rosario de la Frontera, Salta. Allí comenzó a vagar por las calles e hizo contacto con unos camioneros que la llevaron a Santiago del Estero. Desde allí, finalmente, el miércoles 6 a las 8:30 de la mañana llegó a Jujuy. Se comunicó con la hermana de Juan PabloDumón, -su contacto allá- y decidió tomar un remís para la casa. Ese viaje nunca llegó a destino; el remís lo tomó, pero en sentido a la salida de Jujuy. Hizo dedo y bajó en la ruta 34, en las afueras de la provincia, desde donde comenzó a bajar. El viernes 8, María llegó al peaje de ingreso a Salta, pasó por un hospital, -aunque no llegó a atenderse-, e hizo el último contacto con su familia, donde expresó su malestar y pidió ayuda. Desde ese momento no se supo nada más.
Máximo Cash no tiene dudas de que su hermana sufrió un principio de esquizofrenia. Algo pasó por la cabeza de María para que cambiara sus planes de manera intempestiva. Jamás había pasado por una situación similar. “Puede ser que la haya tomado un grupo de trata de personas, que alguien la haya violado o matado, pero el inicio fue la esquizofrenia. Ella intentó pedir ayuda, pero no se quedó en el lugar esperando el rescate, se iba moviendo.Quizás en algún momento llegó a rendirse”, explica su hermano mayor.
El accionar de los Cash fue inmediato. Desde que María partió, sus padres la fueron llamando constantemente. Cuando los alertas comenzaron a aparecer, no dudaron en emprender viaje hacia el Norte y hacer la denuncia a la policía.
El jueves 7 acondicionaron el auto y el viernes 8 Federico y Máximo iniciaron el largo recorrido en busca de su hermana.
Desde la desaparición de María, en dos semanas, a Máximo le sonó el celular más veces que en cuatros años. El simple hecho de escuchar el rigtone de aquel entonces lo exaltaba. Su día a día cambió. Una mínima pista lo podía llevar a cualquier provincia que tuviera relación con su hermana, por más que la información fuera imposible de certificar al cien por ciento. Con lapicera y papel en mano, la familia se acomodó a un nuevo ritmo de vida.
Federico Cash vivía exclusivamente para buscar a su hija. Sin los recursos económicos y políticos para emprender esa tarea, la solidaridad de la gente lo apuntaló para seguir adelante. En abril de 2014 Federico volvía en su Renault Clio por la ruta nacional 152, en La Pampa, -donde había ido a buscar pistas – cuando fue arrollado por un Peugeot 207 y perdió la vida.Ese fue el segundo quiebre para la familia.
En ese momento, Máximo comprendió que debía separar las cosas y dedicarse a su persona:”Tengo que seguir con mi vida, con la conciencia de que hicimos todo: nos reunimos con el FBI, con la presidenta, con senadores y diputados, mandamos una carta a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. ¿Qué más? Así y todo no conseguimos nada, es más, perdimos”.
El Estado también desaparecido
Cuando los Cash comenzaron con la incesante búsqueda de María, descubrieron las pobres herramientas que el Estado brinda para la búsqueda de personas. Eso los obligó a armar su propio modus operandi, en el cual sólo podían apoyarse en hombros cercanos. El caso refleja el grado de importancia de ciertos temas en gestión política; siempre habrá algo más urgente a tratar que tapa casos como estos. Cuando María desapareció empezaban las vacaciones de invierno, se jugaba la Copa América en Argentina y un volcán en Chile entraba en erupción. El Norte se colapsó y el caso de María se posicionó en la fila de espera, como tantos otros.
Máximo y Federico llegaron a Salta un sábado al mediodía. Primero se dirigieron a Rosario de la Frontera, lugar desde donde María se había comunicado por última vez. Allí imitaron sus pasos: pasearon por la terminal, fueron a la acopiadora de cereales, charlaron con los camioneros y efectuaron la denuncia en los juzgados de Salta. Terminó siendo un día perdido, vital en casos como estos. Ellos caminaban diez pasos, María se alejaba otros diez, como la utopía en el horizonte.
En septiembre de 2011, Máximo se movió por todo el NOA con gendarmes de la zona y Policía Federal; allí se encontró con muchas personas que no hablaban por miedo.
El escenario de los hechos es otro elemento importante: San José de Metán, ciudad salteña ubicada a 160 kilómetros de la capital provincial, donde se la vio a María, es reflejo de este tipo de conductas. Metán es un lugar peligroso, donde hay mucha mafia, grupos de gitanos complicados, corrupción. El hecho de que la gente prefiriera hablar con la familia y no con la policía ejemplifica el entramado de poder que forma parte del interior del país. Las pistas las encontraba la familia, no la justicia.
Pasaron cuatro años y la investigación judicial a cargo del juzgado Federal N°2 de Salta apenas avanzó. Ni el juez de la causa, Miguel Antonio Medina, ni el gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey, tuvieron tiempo de recibir a la familia. En 2011 lograron reunirse con Cristina Kirchner, quien les brindó el contacto directo de Florencio Randazzo para manejarse. Sin embargo, los encuentros políticos ocultan una deuda fundamental: la falta de un organismo dedicado pura y exclusivamente para buscar personas desaparecidas. La familia presentó un proyecto de ley para la creación de una Agencia Federal de Búsqueda de Personas. A pesar de ser presentado en noviembre de 2014 por la diputada Patricia Bullrich, el proyecto continúa cajoneado.
TIEMPO ARGENTINO

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