03 Jan Emprendimientos con pura sangre
La industria de caballos pura sangre de carreras es una importante fuente de ingresos y empleo para las economías regionales. Pero sobre todo, es la perfecta combinación entre el negocio y la pasión por el campo y los animales. Jeremías Font, uno de los muchos emprendedores dedicados a la crianza de caballos de carreras de Provincia de Buenos Aires, es testigo de eso. Recibido de ingeniero agrónomo, Font sintió desde pequeño su devoción por los caballos, hasta que en 2007 abrió su propio emprendimiento: Haras Chiapill. El negocio, que comenzó con la compra de dos padrillos, “Lin Yutang” y “El Fanfante”, creció rápidamente. Hoy tiene 70 caballos, más de 80 hectáreas dedicadas a la crianza de potrillos, y venden en Neuquén, San Luis, Córdoba, Rio Negro, y Santa Cruz. Problemas Sin embargo, las cosas no están sencillas. El último año, bajó la demanda de equinos, y con las subas de costos, es complicado para muchos establecimientos. Para sostener la actividad, “los haras más pequeños realizan convenios para cruzar familias de caballos logrando acotar costos y obtener nuevos cruzamientos”, explica Font.
Se estima que la actividad hípica genera 730 mil empleos en el país y que sólo la venta de caballos en remates mueve US$36 millones al año. Pero la actividad no es simple. Cada caballo conlleva innumerables gastos y personal capacitado que no siempre se consigue. A pesar de eso, Font es reconocido en el sector por la calidad de sus animales, ya que incluso en momentos difíciles a la hora de elegir entre rentabilidad y calidad, “preferimos preservar la calidad” asegura, en una charla relajada en el establecimiento rural “El Capricho” de Trenque Lauquen.
La inconsistencia y voracidad con que crecen las tasas municipales en la Argentina no tiene límites. Ya hay 118 municipios del país que cobran “Derechos de Publicidad y Propaganda” a las empresas que exhiben sus marcas en el interior de locales comerciales privados. Según un informe de CAME en base a datos de la Cámara Argentina de Anunciantes, en 2014 se reclamaron $5.000 millones por ese gravamen. Y con un agravante: los municipios delegan el control y cobro de esa tasa en manos de 10 empresas privadas que reciben participaciones muy generosas de lo que se recauda. El derecho que se cobra es insólito por un simple hecho: la exposición de esas marcas se realiza dentro de los locales comerciales, es decir, dentro de un ámbito privado, sin uso del espacio público, y sin necesidad de autorización, habilitación, o control por parte de los municipios. Pero ignorando eso, muchas comunas usan este recurso con un solo fin: recaudar.
Así, mientras que en 2001 había un solo municipio que cobraba esa tasa, en 2009 erna 71 y en 2014, 118. Con una particularidad: los montos reclamados han crecido considerablemente, generando transferencias de recursos millonarias desde los comercios a los municipios, sin que exista la contraprestación de un servicio que lo habilite a convertirse en una ‘tasa’, o el uso de un espacio público que habilite a las ciudades a cobrar un canon por una prestación.
RED CAME