02 Jan Daniel Balmaceda: “Los héroes del futuro serán personalidades puras”
Por María Elena Polack
Ya lo decía Félix Luna: “Cualquier objeto o cualquier situación es historia”. Periodista devenido en historiador de tiempo completo, y divulgador en las redes sociales, Daniel Balmaceda dedica casi el 80 por ciento a la investigación y la lectura de la época que se propone analizar y el resto a escribir, alentado por un equipo sólido: su esposa y sus dos hijos. Se apasiona tanto con la intimidad de un opositor a Sarmiento que le regaló un bastón para la sordera como por el origen de palabras y frases que usamos cotidianamente como “hablar por boca de ganso” o “meterse en camisa de once varas”. Indaga sobre hechos de hace casi 100 años y le cuesta pensar cómo se verán los hechos actuales dentro de 50 o 60 años.
Nadie necesita un rótulo en la puerta de historiador revisionista. Todo el tiempo estamos revisando documentos, incorporando datos y tratando de mejorar el conocimiento de la verdad. Esta polémica de historia oficial versus el revisionismo fue zanjada hace 50 años. Nadie estaba hablando sobre que hay una historia y otra, como si hubiera más de una historia. Me parece que cuando un gobierno necesita amparar a un núcleo de historiadores para que escriban la historia, lo único que están haciendo es tratar de que escriban su propia historia oficial. Entonces, el historiador que se dedica a juzgar el pasado y a establecer con su criterio quién es bueno y quién es malo o a establecer que hubo buenos y hubo malos le hace mucho daño a la historia. Tenemos que asumir el pasado. Por más que yo escriba con una pluma azul, con una pluma colorada o con una pluma verde, el pasado no va a cambiar.
Estamos muy encima de hace 30 o 40 años. Seguimos en un contexto en el que a la calle Perón se la sigue llamando Cangallo. Se discute a Rosas o a Sarmiento, para tomar figuras de todos los campos. En el caso de Perón y Evita todavía hay heridas no cerradas sobre ellos que podrían considerarse líderes. El tiempo nos va a hacer mirar con más claridad eso, fuera de la pasión.
El caudillo se mantiene. Los caudillos me parecían que eran una necesidad de parche ante la falta de institucionalidad que tenía el país. Es decir, cada vez que en un país las instituciones se desinflan, se desintegran, viene como un parche el caudillo a tratar de ocupar esos espacios como el redentor que nos va a salvar de esos momentos de gran crisis. Alguna vez se va a desarticular el concepto de caudillo porque uno tiene la experiencia de que en muchos páises en Europa y en América también eso se ha ido modificando. En algún momento nosotros tendremos que salir de ese espacio. Y supongo que cuando las generaciones descubran que en el campo institucional uno se maneja con mayor pureza y seguridad, va a preferir la institucionalidad, porque va a perdurar sobre esos hombre o esos superhéroes que se revelan como los salvadores de nuestro tiempo.
Los héroes del futuro van a ser personalidades puras. Estarán más comprometidos con aspectos menos administrativos. Los futuros héroes van a estar en la medicina, en la ayuda social; no en la política. Ya no hace falta fundar institucionalmente un país. Desde 1810 a 1960 todo fue una etapa de formación. Recién en el 60 tuvimos una Constitución que nos abarcó a todos. Así que en estos 150 y pico de años, se ha crecido y avanzado mucho, pero los caudillos en algunos casos encarnados en militares y otros en políticos siguienron estando y es nuestro gran problema. No nos preocupamos por hacer fuerte el sillón donde se sienta un diputado, sino el lugar que ocupa y lo que representa. En este momento eso está un poquito perdido.
Cada vez hay que afilar un poco más la forma de comunicar. Estamos en un tiempo en que todo tiene que llegar de manera concisa. No puedo pretender que alguien lea 30 tomos de la h historia argentina que publicó la Academia Nacional de Historia. A nivel masivo es muy complejo, por empezar por una cuestión de tiempo, pero si en un capítulo generaste algo, tal vez las personas se conmovieron y pueden iniciar su propio mundo de búsqueda y de interés. Puedo simplificar en ser un historiador en 140 caracteres. Sé perfectamente que no todos van a leer un libro mío o un capítulo mío, pero probablemente tengan tiempo de leer Twitter o un post de Facebook simplificado y que también va a funcionar como información condensada que puede llegar a crecer. Hay muchos usuarios de las redes sociales que me descubren allí y después van a mis libros; dirían que hay un 20% que leyó un libro mío y me fue a buscar a la Red y un 80% que me encontró en la Red y buscó mis libros.
La Primera Junta me parecía el Dream Team revolucionario. Para mí eran preparados, el equipo perfecto, hasta que el estudio más profundo de la historia me hizo ver que ese Cabildo Abierto donde se gestó lo que terminó siendo la Revolución de Mayo no había sido tan idílico, sino mucho más impuro en las formas, en los gritos, en las reacciones. Tanto San Martín como Belgrano, diría sobre todo Belgrano, cuanto más los investigué, más crecieron. Nosotros teníamos un Belgrano y un San Martín impuestos por la lámina escolar, por la tapa de las revistas de chicos y por las efemérides. Cuando estudiás esas personalidades, encontrás muchos más valores. Si hoy me preguntás quiénes son mis principales personajes, están Belgrano y San Martín y una serie de figuras desconocidas para mi época escolar como Brandsen, Necochea, Fray Luis Beltrán o personalidades de otra época como Figueroa Alcorta, Marcelo T. de Alvear y presidente de lujo como Sarmiento.
LA NACION