04 Dec Un All Black revolucionó el centro porteño con una clínica para los pibes
Por Ignacio Sbaraglia
Van dos tipos trajeados caminando por Talcahuano bajo el infartante sol de las dos de la tarde. “Este en Nueva Zelanda para al país, en el programa de Rial hablan de él”, dice uno en la esquina de Tribunales y el otro le responde sin palabras pero con gesto que demuestra su interés en el tema. “Este” es Richie McCaw, el que después de 14 años de jugar en los All Blacks se retiró del rugby internacional hace unas semanas de la mejor manera, levantando la Copa del Mundo por segunda vez en cuatro años. “Este” es Richie McCaw, uno de los jugadores más importantes de la historia moderna del rugby, que ayer les dio el gusto a medio centenar de chicos de clubes argentinos al compartir con ellos una clínica en la Plaza del Vaticano, junto al Teatro Colón.
Junto a Agustín Pichot y bajo la celebración del primer vuelo directo de Air New Zealand entre Auckland y Buenos Aires, el tercera línea que deja el rugby como el único capitán en la historia en levantar la Copa del Mundo en dos ocasiones ayer se encargó de generar sonrisas en chicos argentinos como lo hizo durante 14 años con los neozelandeses. No bien se bajó de la camioneta que lo llevó desde su hotel hasta la Avenida 9 de Julio, a los chicos de Los Robles, del Champagnat y de Alumni se les desdibujó la cara de alegría, literalmente como quien conoce a su ídolo después de verlo tantas veces por tevé. Y después de rodearlo como a Diego Maradona en cualquier parte del mundo, los chicos de entre siete y diez años tuvieron la oportunidad de hacerle algunas preguntas. La primera fue sobre lo más lindo que le dejó el rugby, y McCaw, con todo lo que aprendió de marketing en su carrera como astro mundial, contestó que el deporte le dio la posibilidad de viajar y de conocer lugares nuevos, casi sin disimular que el evento estaba organizado por la aerolínea de bandera de su país.
Sin que nadie tradujera para los monolingües, en inglés de primario las preguntas continuaron, y en un inglés difícil de entender por su origen también siguieron las respuestas. Entre ellas, McCaw eligió a Dan Carter como el mejor jugador con el que le tocó compartir la cancha, elogió la actuación de Los Pumas en el último Mundial, se lamentó por la muerte de Jonah Lomu y dejó algunas perlitas de su personalidad. Entre sus deportes preferidos fuera de la ovalada dijo que le gustaba jugar con helicópteros, que les tenía miedo a los caballos y que en esta corta estadía en Buenos Aires (se quedará hasta mañana) no se va a animar a bailar tango, para evitar el ridículo.
“Ayudar a los más chicos es lo menos que podemos hacer”, dijo entre consejos deportivos y de vida para parte de las futuras camadas del rugby porteño, quienes le dieron un final abrupto a la clínica al desbordar todos los protocolos a la hora de ir a pedirle autógrafos y selfies, mientras un grupo de maoríes argentinos esperaban –sin éxito- poder hacer frente al Colón el haka con el que como capitán de los All Blacks lo encabezó en 110 de sus 148 partidos vestido de negro. Haberlo hecho lo convirtió en un rockstar en el mundo del rugby, y a más de diez mil kilómetros de Nueva Zelanda, no frenó a un país, pero sí revolucionó el centro.
EL GRAFICO