Marc Randolph: “No apuesto al caballo, sino al jinete”

Marc Randolph: “No apuesto al caballo, sino al jinete”

Por Lucía Fernández Núñez
No empezó en un garage, sino en una sala de reuniones. Aunque dice que no era tan linda y que muchas veces le daba envidia ir a grandes empresas y ver que abundaban las abrochadoras y cajas de marcadores. Al primer depósito que hizo en el banco local, para empezar con el emprendimiento que revolucionaría la industria audiovisual mundial y que hoy tiene 50 millones de usuarios, lo tiene enmarcado para no olvidar ese momento, en el que, con un cheque de US$ 2 millones firmado por su socio, Reed Hastings, Netflix se volvió real.
Marc Randolph, cofundador de la firma (se desvinculó en 2004), visitó la Argentina para participar de la cuarta edición de “Buenos Aires al Mundo”, organizado por la Dirección de Comercio Exterior del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. En una entrevista con LA NACION, el actual inversor y asesor dispara: “El 95% del proyecto es el emprendedor. Hay muchas ideas y todas suenan geniales. Pero la cuestión es si puede hacer algo con ellas”. Y destaca cómo internet cambió el juego. “La Web permitió que la gente empiece algo acá que sirva en todo el mundo Las personas pueden hacer negocios en su cuarto. No tienen que estar en Silicon Valley, ni en los Estados Unidos. Sólo se necesita coraje para asumir riesgos y pasión”.
Además, dice sobre la Argentina: “Hay mucha gente joven que emprende y me entusiasma verlos con ganas de hacer que pasen cosas. No todas las culturas son así y es un gran momento para innovar”. Y cuenta sobre su paso por Buenos Aires: “Cuando escucharon que iba a estar en la ciudad, recibí mensajes por Twitter y LinkedIn, y estoy tratando de darle tiempo a todos los que pueda. Tomar café con gente es muy importante porque mientras más ideas se escuchan, más se aprende”.
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-¿Qué tiene en cuenta a la hora de invertir en un proyecto?
-No le apuesto al caballo, sino al jinete. El 95% de esto es el emprendedor. Hay muchas ideas y todas suenan geniales. Pero la cuestión es si puede hacer algo con ellas. ¿Tiene pasión? ¿Toma riesgos? ¿Es creativo? Además, con los años me di cuenta de que es imposible decir si una idea es buena o mala. Entonces, si voy a gastar tiempo y dinero, quiero que sea con alguien que me guste almorzar y pasar el rato. Mientras más ideas se escuchan, más se aprende. Soy de la de la vieja escuela: quiero una serie de citas antes de casarme. Paso mucho tiempo con la gente porque quiero conocerla más a que a la idea.

-¿Cuál es el primer consejo que da a los emprendedores?
-Hagan algo y dejen de pensar. Mucha gente tiene tanto miedo que quiere seguir investigando y escribiendo planes. Incluso si la idea es mala y difícil de implementar, hay que dejar que la gente lo experimente. Se dice que ningún plan de negocios sobrevivió el contacto con gente real y eso es verdad. Van a aprender mucho más en un día de intentar vender una idea que en un año de escribir una propuesta.

-¿Netflix tuvo plan de negocios?
-En Netflix teníamos un plan de negocios que no funcionó, por supuesto. La idea era alquilar películas a la gente a través de internet. Cuando terminó el primer verano de operaciones nadie alquilaba películas. Casi todo nuestro negocio era vender DVD y eso nunca estuvo en el plan. Ahí llegó esa pregunta ¿En qué negocio queremos estar? ¿En el de la venta de DVD? Ya lo hacen Amazon.com y Walmart. ¿O intentamos que el alquiler de películas funcione? Ahí aparece la valentía de decidir quedarse en el negocio del alquiler. El emprendedor requiere de la habilidad de encontrarse con un obstáculo y ver cómo superarlo.

-Cuando fundaron la firma, ¿cómo se imaginaba la industria audiovisual 20 años después?
-Desde el día uno, cuando comenzamos con los DVD, sabíamos que la gente vería películas por streaming en algún momento. No sabíamos cuánto iba a tardar en llegar. Mucha gente pensaba que pasaría en una semana o en un mes. Nosotros pensábamos que sucedería en algunos años. Esperé 20 años para ver lo que recién ahora está empezando a pasar.

-¿Y está en pleno auge?
-No es un auge o un quiebre. Es un cambio. Los hábitos se están modificando y algunas empresas son muy buenas para adaptarse. El modo en el que vemos televisión es muy distinto ahora. Antes, veías 30 minutos y esperabas una semana para ver otros 30. Ahora podés ver dos o tres temporadas en una noche si te alcanza el pochoclo. Eso cambia cómo se produce y se distribuye el contenido.

-¿Cómo se adapta el negocio?
-Cuando las cosas cambian, hay oportunidades para algunos y problemas para otros. Uno de los desafíos para los emprendedores de la industria audiovisual (incluyo a los argentinos) es decidir si quieren estar al frente de este cambio o quedarse atrás.

-Aunque uno de los problemas recurrentes es la brecha digital…
-No soy un experto en brecha digital. Pero leí que casi todos los refugiados sirios tienen celulares. Dejó de ser una herramienta para la elite. Se volvió un instrumento que todos necesitamos para comunicarnos, cada vez son más baratos y se están volviendo accesibles. Pero sí, hay un problema que no sé cómo se resuelve.

-¿Con inversión?
-Algunas cosas requieren inversiones colectivas, porque una empresa por sí sola no lo puede hacer. Como la infraestructura para internet, que necesita de gente, gobiernos y empresas que trabajen en conjunto. En última instancia, va a ayudar a todos. Especialmente, mientras la economía se vuelva cada vez más global. Ya no competís tanto por tener nuevos puertos y autopistas, aunque también sean muy importantes. Internet es el puerto y la autopista del futuro. Así es como los bienes y servicios se mueven. Y es muy difícil de hacerlo si no hay inversiones a largo plazo.

-¿Cómo se fomenta el espíritu emprendedor?
-Hay que facilitar que las personas tomen riesgos, porque no hay nada que garantice el éxito y eso se puede hacer con ayuda económica, dándole apoyo o brindándole un lugar gratis para trabajar. El emprendedorismo requiere el ejercicio de ver problemas en el mundo. De allí salen las ideas. Cuando sos bueno en eso, ves problema en todos lados. Cada vez que estás irritado con algo, le buscas una solución. Netflix surgió así.

-¿Qué les incomodaba a ustedes?
-Nos dimos cuenta de que la gente detestaba Blockbuster. Ver películas es una experiencia fantástica. ¿Por qué la gente odiaba a la empresa que se lo permitía hacer? Pensamos en usar internet para mejorar esto y enviarlas por correo. Esa idea parecía simple, pero cuando nos pusimos a investigar, vimos que con los VHS no iba a funcionar. Conocimos una nueva tecnología: los DVD. Compramos uno usado, lo pusimos en un sobre y lo enviamos a la casa de mi socio. Cuando llegó sano y salvo nos dimos cuenta de que podía funcionar.
LA NACION