12 Jul El inversionista mejor conectado en Silicon Valley
Por Peter Newcomb
Reid Hoffman fundó su primera red social, llamada SocialNet, antes de que Mark Zuckerberg siquiera empezara la secundaria y ha estado a la vanguardia del movimiento de medios sociales desde entonces.
El inversionista de riesgo de 44 años, conocido como “la persona mejor conectada en Silicon Valley”, ha invertido en 114 compañías tecnológicas nuevas desde 1995, incluidos pesos pesados como Facebook, Flickr, Groupon y Zynga, solo o como socio en la firma de capital de riesgo Greylock Partners.
Uno de sus primeros grandes éxitos fue PayPal, donde formó parte del equipo ejecutivo y cobró millones cuando el servicio de pagos en línea fue comprado por eBay en 2002. También cofundó el sitio de redes profesionales LinkedIn, que tiene más de 100 millones de usuarios y una capitalización de mercado de US$8.000 millones gracias a su flamante salida a bolsa.
Hoffman se ha diagnosticado a sí mismo como un adicto a los “juguetes tecnológicos”. Posee cinco teléfonos inteligentes, dos Mac portátiles, una computadora de escritorio, un iPad y un Android Tablet. Muy rara vez toma vacaciones, y pasa la mayoría de los fines de semana escuchando y evaluando ideas de emprendedores jóvenes.
El inversionista cree que las redes sociales seguirán siendo la plataforma dominante sobre la cual se construirán nuevas aplicaciones y servicios y, más adelante (sí, ya se habla de la Web 3.0), prevé que los datos -especialmente información personal derivada de las actividades de la gente en Internet- alentarán el próximo auge. La privacidad, afirma, es principalmente una inquietud de la gente mayor.
Hace poco Hoffman conversó con The Wall Street Journal. A continuación, su relato sobre cómo ve el futuro de Silicon Valley.
A toda velocidad
Silicon Valley funciona en dos tiempos: avanza a velocidad máxima o no va a ningún lado. Ahora estamos viento en popa. Hay mucho interés y mucho capital. Y se están creando muchas compañías. Cuando hay mil firmas nuevas, muchas de ellas confían en convertirse en empresas de 1.000 millones de dólares, pero algunas de ellas no avanzarán en esa dirección. Así que en ese sentido, es verdad, hay alguna espuma. Por otra parte, muchas de ellas tienen fundamentos sólidos. Quizá no será una compañía de 1.000 millones de dólares, pero será un proyecto valioso con continuidad cuyo modelo de negocios unciona, los consumidores lo usan y se acopla a otros servicios y sitios en la red.
Lo que ocurre hoy con el movimiento de la Web 2.0 es que todos están familiarizados con Internet y su funcionamiento. En 1999 y 2000, era esa cosa rara llamada “ciberespacio”. Era una especie de aventura en vez de ser parte de la vida cotidiana. Internet se ha convertido en un medio en el que todos somos participantes.
Nuestros aparatos móviles permiten toda clase de funciones para comunicar, buscar, colaborar y socializar nuestra experiencia en el campo electrónico. Eso es en gran parte la base para la actual bonanza.
También tenemos un conocimiento más profundo sobre qué funciona y qué no. Los manuales son mejores. Claramente hay más ideas sustanciales. Eso no significa que no habrá errores. Siempre habrá errores.
En la primera burbuja todos decían, “¡Dios, la Red lo será todo!
Esto es una transformación completa. ¡Las tiendas de comestibles y de productos para mascotas en línea serán compañías de 1.000 millones de dólares!” Pero cuando uno avanza a toda máquina, carece de una base para evaluar si funcionará o no. De cierta forma, empieza a disparar en todas direcciones.
La explosión de la burbuja fue particularmente aguda en parte porque muchos negocios habían sido financiados sin fundamentos reales para ellos. Además de esto, había gente en las escuelas de negocios que decía: “En vez de ir a McKinsey o Goldman, trabajaré en una nueva compañía de Internet, porque la escuela de negocios me ha preparado para ser un emprendedor en estas empresas que recién comienzan”. Por supuesto, eso rara vez es el caso.
Dos clases de emprendedores
La generación de emprendedores de hoy proviene de dos segmentos: están los jóvenes que crecieron con Internet y aparatos móviles. Ellos están creando productos que creen que necesitan y que la gente a su alrededor necesita. Y gracias a que conocen estas aguas, descubren cosas que deberían ser parte del ecosistema.
El otro grupo está compuesto de emprendedores de la Web 1.0, que aprendieron de ese vector y están jugando de nuevo. Si uno mira los sitios de Internet de hoy, Mark Zuckerberg es parte del primer grupo. Pero en el segundo grupo están Mark Pincus, de Zynga; Ev Williams, de Twitter, y Tim Westergren, de Pandora. Dicho sea de paso, Pandora es una de las pocas compañías que sobrevivió al primer auge y luego despegó en el segundo.
Cuando evaluamos propuestas de negocios en Greylock, buscamos gente (creadora) de productos y gente profundamente apasionada. Para hacer un gran producto, uno tiene que sentir pasión por él para que se convierta en algo que mejorará las vidas de cientos de millones de personas. Esto explica en parte por qué Apple tuvo una recuperación tan grande en su batalla contra Microsoft. Steve Jobs es un gran creador de productos.
Usualmente me interesa una idea sólo si generará cientos de millones de usuarios; a esa escala me gusta jugar. La razón por la cual invertí en el fenómeno de las redes sociales es por el factor gente. Creo que habrá otra explosión importante ligada a ese campo.
Siete pecados capitales A las redes sociales les va bien cuando explotan uno de los siete pecados capitales. Facebook es el ego. Zynga es la pereza. LinkedIn es la codicia. Con Facebook, es la vanidad, y cómo elige la gente presentarse a sí misma ante sus amigos. Es la sensación de estar conectado. Me gusta recalcar la importancia de la estructura psicológica profunda y universal de la mente humana. Zynga consiste en la diversión. La diversión es importante, es buena. Y tener la posibilidad de hacer algo divertido por 10 ó 15 minutos al alcance de sus manos y que implica a sus amigos, bueno, eso es mejor que la televisión en términos de conectividad social. Con LinkedIn, se trata de tomar el control del destino económico de uno y de mejorar cómo operamos como profesionales y cómo podemos desarrollar una ventaja competitiva.
Estos son fundamentos para tener una calidad de vida satisfactoria.
Creo que los datos serán el motor de la Web 3.0. Todo un grupo de compañías usará datos para levantar nuevos negocios. Hay tres clases: datos explícitos, en los que uno aporta su perfil; datos implícitos, que se derivan de su comportamiento en línea. Y luego están los datos analíticos, que son información que las compañías generan mediante un análisis de datos explícitos e implícitos. Pero se debe también proveer un beneficio directo de cada pieza de información que se recoge de los usuarios. Todo lo que una empresa recopila, el usuario lo sabe porque está participando, está aprovechando el beneficio, pero la empresa también se está beneficiando.
Los datos serán fundamentales en la siguiente generación de aplicaciones masivas que llegarán a los cientos de millones de personas.