30 Nov De las pistas al uso de todos los días
Por Jorge Pandini
El mundo de las carreras de autos es fascinante, especialmente cuando se trata de una categoría internacional. En cualquiera de las grandes pruebas hay una gran cantidad de profesionales involucrados. Diseñadores, ingenieros, mecánicos, pilotos, todo funciona como un aceitado mecanismo de relojería. Pero todo ese esfuerzo tiene que contar con un aliado fundamental: los neumáticos.
Enero fue un mes de alta competencia en la Argentina y los ojos del mundo estuvieron puestos en nuestro país. El Dakar por un lado y la Fórmula E por el otro marcaron el comienzo de un 2015 a toda orquesta.
Fue precisamente durante la prueba de autos eléctricos que se corrió en Puerto Madero donde tuvimos la oportunidad de visitar las instalaciones de Michelin. Allí, en medio de decenas de neumáticos y mecánicos, el director mundial de Motorsport de la marca francesa, Pascal Couasnon, explicó el valor que tiene la competencia para la experimentación de nuevas tecnologías que luego pueden ser aplicadas a los productos de calle.
“Cuando Michelin participa como proveedor de neumáticos en las distintas categorías del automovilismo no sólo estamos interesados en la visibilidad de la marca, nuestro objetivo va más allá. Para nosotros, la competición es un gran laboratorio donde podemos probar nuevas tecnologías y materiales que luego trasladamos a la producción de neumáticos de calle. El nivel de exigencia es muy alto porque pilotos y equipos requieren respuestas inmediatas para cada problema que se presenta. Y los neumáticos son sometidos a tanto esfuerzo que un año de carreras nos permite sacar conclusiones que con modelos de calle llevaría años”, dijo.
Couasnon reveló un dato fundamental: “En un vehículo de calle, el 20 por ciento del combustible lo consume la resistencia al rodamiento de los neumáticos; en los autos eléctricos, ese porcentaje es del 30% de la energía. Por eso para nosotros es vital desarrollar cubiertas cada vez más eficientes; a menor resistencia el auto gastará menos combustible y los eléctricos aumentarán su autonomía con una carga de batería.
“Obviamente que cada categoría es distinta y eso ayuda a analizar diversos factores. Por ejemplo, en el Dakar y el Rally Mundial aprendemos sobre la fortaleza de los neumáticos; en Le Mans investigamos la durabilidad y cómo lograr un comportamiento estable a lo largo de muchos kilómetros. Luego, los ingenieros utilizan esos datos para desarrollar los productos los autos de todos los días. Por lo general, toma unos tres años llevar las nuevos compuestos de la competición a un auto de calle”, dijo.
Junto con Couasnon estaba Serge Grisin, Project Manager de Michelin para la Fórmula E. “El neumático de la Fórmula E es el Pilot Sport EV y decidimos que fuera de 18 pulgadas porque es una medida que usan los autos de calle. Tiene un talón más chico que hace que se deforme menos y genere menor resistencia al rodamiento y un mayor ahorro energético que aprovecha el vehículo. Además en los compuestos que usamos para fabricarlo hay componentes químicos que son destinados exclusivamente a reducir la resistencia al rodamiento”, dijo Grisin.
Afirmó que para ser coherentes con la filosofía de la Fórmula E, que privilegia la ecología, se usa un solo dibujo de neumático para cualquier condición climática, piso seco o lluvia, lo que permite un ahorro en logística, ya que se llevan muchas menos unidades para cada competencia. “A cada competencia de Fórmula E llevamos en total 160 neumáticos: es decir un juego para cada vehículo (son 20 pilotos y cada uno usa dos autos por competencia porque la batería no tiene la autonomía suficiente). En una carrera de Fórmula 1 se llevan 1600, es decir, 10 veces más.”
Después de cada competencia del Dakar o del Rally, de Le Mans o de la Fórmula E, cada pieza es analizada hasta el mínimo detalle.
Esa experiencia es la que se usa para desarrollar productos eficientes y durables. Son millones de kilómetros recorridos por cientos bajo la más alta exigencia los que permiten que tengamos neumáticos cada vez más seguros en nuestro auto de todos los días.
LA NACION