Sudeste asiático: ¿todo listo para la aventura?

Sudeste asiático: ¿todo listo para la aventura?

Cuando se imaginan unas vacaciones en el sudeste asiático, lo primero que puede venir a la mente es un largo viaje en avión, comida picante y exótica, visas, islas y playas paradisíacas y templos de todo tipo. Pero los países de aquella región del mundo, lejana y exótica para nosotros, tienen mucho para sorprender. Para concretar el viaje y que resulte inolvidable, primero hay que organizarse e informarse con tiempo.
Entre los primeros pasos resulta indispensable elegir los destinos –todo no se puede, haga una selección–, decidir qué tipo de equipaje llevar, qué meter dentro, medios de transporte entre países y en el interior de cada uno, documentación requerida, alojamiento y, esencial, cuidados sanitarios como vacunas.
Aquí, entonces, consejos básicos para empezar a viajar a esta parte del mundo.
Primer paso: elegir destinos. Los países más clásicos para un primer viaje son Tailandia, Vietnam y Camboya. No sólo porque son los más turísticos, sino porque resulta fácil y seguro acceder a ellos. Si hay tiempo y ganas, se pueden agregar Laos y Myanmar. Este último, es un país en el que el turismo todavía no está muy desarrollado, y es para quienes estén buscando un poco más de aventura: los establecimientos que brindan alojamiento suelen ser muy básicos y los servicios de transporte también.
View of Temples, Bagan, Myanmar
Si hay tiempo en ese mismo viaje o en una segunda oportunidad, también se puede hacer Malasia junto con Singapur e Indonesia, que queda un poco más lejos. Es cuestión de elegir entre los destinos que le resulten más atractivos.
Para viajar de la manera más económica posible, generalmente conviene sacar un pasaje de ida y vuelta a Bangkok, capital de Tailandia, ya que es uno de los destinos que más conectado se encuentra con el resto del continente, y por eso posee una gran cantidad de vuelos y opciones.
En cualquier aerolínea elegida desde la Argentina, habrá una o dos escalas para llegar al sudeste asiático. Por eso, lo ideal es ir buscando opciones en las páginas de las distintas empresas o consultar a un agente de viajes y decidir si conviene sacar, primero, un vuelo hacia una de las escalas, y después otro que vaya desde allí hasta Bangkok. O comprar todo el viaje de una sola vez. Todo depende del precio que esté dispuesto a pagar cada viajero y de las ofertas que encuentre al momento de planear el viaje.
¿Cuál es la mejor época? La respuesta suele estar relacionada al clima del destino que se quiere visitar. En este caso, la época más elegida por los turistas es la que comprende los meses de diciembre a marzo, ya que se trata de una época “fresca” en la que se toleran las largas caminatas sobre asfalto, se pueden visitar las diferentes islas y meterse en el mar. La temperatura varía entre los 25 y 30 grados.
La excepción de todo esto que acabamos de contar es el norte de Vietnam, donde suele hacer frío, así que conviene llevar abrigo.
Es muy importante tener en cuenta que de junio a octubre es la época en la que predominan los monzones: vientos estacionales, que en verano llegan cargados de lluvias torrenciales. Lo mejor es evitar viajar en ese período.
¿Mochila o valija? Una de las cuestiones para resolver. Cada opción tiene sus ventajas y desventajas. Si la idea es recorrer varias ciudades en poco tiempo, llevar una mochila resulta más aconsejable, ya que de esa manera es más fácil movilizarse sobre cualquier tipo de terreno, sobre todo por los no pavimentados, o por veredas en mal estado. Eso sí, hay que darle prioridad a la marca y al modelo, ya que de ser mal elegida, puede traer graves consecuencias para la espalda.
También hay que buscar alojamientos que tengan lockers en las habitaciones –especialmente cuando se trata de hostels con habitaciones compartidas–, ya que de esa manera, cada uno puede cuidar sus pertenencias dejando allí la mochila e irse a pasear sin preocupaciones.
Ahora bien, cuando el plan consiste en instalarse por un tiempo considerable en cada destino, sin estar saltando de un lado al otro constantemente, la valija resulta la compañía indicada.
En este caso, no suele ser relevante el uso del locker, ya que este tipo de equipaje suele tener candado. La parte negativa de la valija es que su traslado no es apto para cualquier terreno, y resulta más incómodo en el momento de viajar a las islas y transportarlo por la arena.
Infaltables en el equipaje. Llega la pregunta del millón: ¿qué llevar como equipaje? La decisión es personal, pero hay algunos consejos que resultan válidos para todos. Como el clima en el sudeste asiático suele ser cálido y bastante húmedo durante todo el año, lo mejor es llevar ropa liviana y de colores claros. Como abrigo, una campera impermeable, que nunca va a estar de más para cubrirse de las lluvias tropicales.
También es aconsejable llevar pantalón largo para cubrirse de los mosquitos y para poder ingresar en los templos. Sumar al equipaje algún elemento para cubrir la cabeza de los rayos solares –gorro o pañuelo– y son indispensables las zapatillas para trekking y las sandalias.
Fuera de la vestimenta, no hay que olvidar el protector solar (crema para el cuerpo y labiales), anteojos de sol y el repelente contra insectos de larga duración.
Por otro lado, si bien el inglés es un idioma universal, llevar una libretita nunca falla para anotar las palabras o frases principales en el idioma oficial de cada país y hacerse entender un poco más, aunque sea para decir “hola”, “gracias”, “perdón” y “adiós” en la lengua local.
Otra buena idea es acordarse de guardar las guías de viaje y mapas, ya que son útiles para orientarse y encontrar los lugares más característicos de cada ciudad.
Y, por último, el imprescindible botiquín de viaje que siempre debe estar a mano con el contenido básico: jabón neutro, termómetro, algodón y medicamentos que podemos necesitar como analgésicos, antifebriles y antidiarreicos, antisépticos, crema antibiótica y medicación para los mareos.
Movilidad entre países. Una de las formas de abaratar el viaje es utilizar pasajes de aerolíneas low-cost (de bajo costo), que permiten viajar de un destino a otro por poco dinero, sobre todo si se sacan con anticipación.
Uno de los puntos a favor del sudeste asiático es que se encuentra repleto de estas empresas. Para conseguir buenas opciones, lo ideal es rastrearlas a través de un buscador de vuelos, como Momondo, Kayak o Skyscanner, entre otros. Luego, es decisión del viajero sacar sus pasajes a través de algunas de estas páginas, o directamente elegir cada vuelo, buscarlo en la página de la aerolínea y sacarlo a través de ella.
Dependiendo de las distancias, otra posibilidad para viajar es hacerlo por tierra, y las opciones son el tren o el micro. De este último existen diversas alternativas y una de las más cómodas es el sleeping bus , ya que tiene asientos amplios para que el pasajero pueda recostarse por largas horas sin inconvenientes.
Tanto el tren como el ómnibus, además de ser económicos y cómodos, permiten ahorrar el pago de una noche de hospedaje y durante su recorrido se pueden apreciar bellos y variados paisajes.
Lo que resulta un poco engorroso es que los boletos para trenes no suelen contar con servicio de venta online, ni se suelen comercializar en las agencias turísticas, sino que se deben comprar directamente en cada estación.
También existe la posibilidad de viajar por mar, opción que se suele implementar para alcanzar las diferentes islas, sobre todo en Tailandia. Se utiliza el barco o ferry. Existen muchas rutas y compañías.
Medios de transporte locales. Dentro de cada ciudad, hay medios de transporte más típicos que otros para movilizarse. En el caso de Tailandia y Camboya, están los tuk tuk: un especie de triciclo motorizado que cruza las calles a toda velocidad, ideal para vivir una experiencia diferente y divertirse.
En Vietnam hay mototaxis, una moto sin taxímetro, con capacidad para dos pasajeros.
En ambos casos, el precio dependerá de lo que se negocie. Por eso, para evitar cualquier valor exagerado por el sólo hecho de ser extranjero, se aconseja preguntar antes de subir, como en muchas otras partes del mundo.
Dónde dormir. Encontrar un lugar para dormir en los países del sudeste asiático no suele ser un problema y hay opciones para todos los gustos. Como en todos los destinos, si se busca confort y el dinero no es una preocupación, todo es sencillo. Lo más económico resultan ser los hostels, con sus habitaciones compartidas o privadas, y servicios como “pick-up” desde los aeropuertos y, en algunos casos, desayuno. O las guesthouses (“casas de huéspedes”). De estas últimas hay para elegir ya que es la modalidad de hospedaje típica. Se trata de propiedades privadas en las que se ofrecen habitaciones individuales o compartidas, cuyo precio varía según disponga de baño privado, o si poseen aire acondicionado, ventilador o ninguna de las dos. Tienen la particularidad de no contar con personal a tiempo completo para atender a los huéspedes, ni las comodidades típicas de un hotel, salvo wi-fi. Pero justamente por todo esto resulta la opción más barata.
Si la idea es tener todo listo a la hora de llegar, es aconsejable reservar la estadía a través de motores de reserva –Hostelbookers, Hostelworld, Hostelling International– y ver comentarios en TripAdvisor para no encontrarse con sorpresas.
Los que se sienten más cómodos buscando en el momento, tienen a favor el hecho de que en las ciudades suele haber infinitas opciones que no siempre se encuentran en Internet. Lugar para dormir nunca va a faltar.
Para reducir aún más los costos, otra opción es hacer couchsurfing : consiste en alojarse gratuitamente en casas de otras personas (una habitación o, como se traduce literalmente el nombre, “un sillón”). Para más información sobre este sistema, ingresar en www.couch surfing.com.
Manejo del dinero. En el exterior, suele ser más conveniente pagar los distintos servicios con tarjetas de crédito y débito. Sin embargo, se recomienda siempre tener algo de efectivo en dólares, ya sea por una urgencia o porque en algunos lugares pueden no aceptar otro medio de pago. Y efectivo en la moneda local. Las ciudades de esta región cuentan con cajeros y bancos accesibles, al igual que casas de cambio. Por eso, no vale la pena cambiar el dinero en aeropuertos, donde el cambio no resulta muy favorable al viajero.
Eso sí, lo recomendable es no quedarse con dinero de un país cuando se viaja a otro, ya que probablemente no pueda ser cambiado con facilidad una vez que esté del otro lado de la frontera.
Qué documentación llevar. Tramitar una visa casi siempre es un trámite que cuesta dinero y lleva tiempo. Afortunadamente, en Tailandia, los argentinos que llegan al país con fines turísticos pueden aplicar para obtener un permiso de ingreso por tres meses sin la necesidad de contar con una visa.
Sin embargo, para Camboya es necesario gestionar una “Visa on Arrival”: significa que se debe tramitar recién al llegar a la frontera del país o en el mismo aeropuerto (si se ingresa en avión) y tiene vigencia por un mes. Para ahorrar tiempo a los visitantes, este trámite también se puede realizar por Internet. Para eso, hay que llenar un formulario, subir una foto, pagar con tarjeta de crédito y esperar un máximo de tres días hábiles para recibirla. Luego, se deben imprimir dos copias y llevarlas a mano durante el viaje para poder ingresar en el país.
En el caso de Vietnam, la visa debe tramitarse con anterioridad en la Embajada ubicada en Buenos Aires. Para evitar este trámite personal, quienes viajan por vía aérea también tienen la posibilidad de gestionarla por Internet y retirarla directamente al arribar al país. Este último trámite consiste en completar un formulario con el objetivo de recibir la carta de aprobación de la visa, que debe ser impresa y presentada en alguno de los aeropuertos de Vietnam.
Para quienes decidan a último momento incorporar este destino al itinerario, existe la opción de tramitar el documento directamente en otros países del sudeste asiático, como por ejemplo, en Camboya. En estos lugares, el viajero debe acercarse hasta la Embajada de Vietnam o a alguna agencia de turismo, que también se encargan de prestar este servicio.
Para solicitar cualquiera de las tres visas mencionadas, es requisito llevar el pasaporte y que tenga, como mínimo, seis meses de validez al momento de entrada a cada país. Además se solicitan dos fotografías tipo carné y una suma importante de dinero ya que cada trámite cuesta entre 30 y 80 dólares.
Cuestión de salud. En el único país que se exige certificado de vacunación es en Tailandia. Para ingresar es obligatorio tener la vacuna contra la fiebre amarilla: se exige presentar el certificado a los viajeros que provengan de zonas de alto riesgo de esta enfermedad, como está considerada la Argentina.
La buena noticia es que en Buenos Aires su aplicación es gratuita, y en www.msal.gov.ar/viajeros, se encuentran los centros de todo el país que ofrecen este servicio.
Para que la vacuna sea válida, es importante aplicársela, como mínimo, diez días antes de viajar, tiempo considerado necesario para que se formen los anticuerpos. Una vez aplicada, no hay que olvidarse de guardar el Certificado Internacional de Vacunación, para presentarlo a la llegada al país que lo requiera.
Si la intención es estar más protegido y prevenido a la hora de viajar, el resto de las enfermedades contra las cuales uno podría vacunarse son las siguientes: hepatits A y B; fiebre tifoidea y tétanos. Ninguna es obligatoria y antes de tomar una decisión, es preferible acercarse al departamento especializado en Medicina del Viajero de cualquier hospital y consultarle a un profesional.
También es importante averiguar si alguna de las zonas que se van a visitar, se encuentra infectada por dengue o malaria (en este último caso, hay que pedirle al profesional, una medicación preventiva contra la enfermedad).
¿Qué comer? En el sudeste asiático, la comida es deliciosa y además, muy económica: dos condiciones ideales para animarse a probar nuevos sabores. Las mejores opciones para degustar comida regional son los mercados y puestos callejeros. Aunque suene difícil de creer, comer en la calle es lo más común y seguro en esta parte del mundo. Los ingredientes siempre son frescos porque sus dueños los compran en el día. Cada plato cuesta desde un dólar, y lo cocinan en el momento y adelante de los clientes.
Tanto en mercados y puestos, como en los restaurantes, es mejor pedir que a la comida no le pongan picante, y que luego cada uno le agregue a su gusto. Lo ideal es ir acostumbrándose de a poco a los sabores, comenzando por los más suaves.
Otro dato importante: beber agua embotellada. Evitar el agua de la canilla y el hielo en general.
Veamos lo mejor de cada país. E n Tailandia, no hay que dejar de pedir el pad thai , el plato más típico y muy consumido del país. Se prepara al wok y tradicionalmente está conformado por un salteado de fideos de arroz, salsa de tamarindo, pimientos verdes y rojos, salsa de pescado, brotes de soja, gambas, pollo en trozos, huevo, azúcar de palma, cilantro y maní.
En Camboya, la comida más elegida entre los viajeros es el amok , consiste en un pescado (a veces se prepara con pollo) al vapor o cocido, cubierto con leche de coco y presentado en una hoja de plátano. Puede incluir algunos vegetales o arroz como acompañamiento.
En Vietnam, la comida más popular, que se consume hasta en el desayuno, es el pho bo , una sopa de noodles (fideos finos) de arroz con finas tiras de ternera.
Ahora le toca a usted. Es tiempo de empezar a planificar y lanzarse a la aventura de viajar.
CLARIN