Caribe: 20 experiencias para dejar por un rato la playa

Caribe: 20 experiencias para dejar por un rato la playa

Las islas del Caribe son, además de una colección de arenas idílicas, escenario de panoramas que sólo se pueden vivir aquí: desde abrazar rayas látigo en medio del mar hasta ir a una aldea rastafari. Esta selección de panoramas podría hacerle olvidar (al menos por un rato) la reposera.

1- Bañarse con rayas en islas CAIMÁN
Más allá de los bancos y los paraísos fiscales, Islas Caimán esconde otro tesoro. Esta vez, uno natural: Stingray City, o la Ciudad de las Rayas Látigo. Ubicada unos 30 kilómetros mar adentro por la bahía de North Sound, en Gran Caimán -la isla principal de este archipiélago-, se trata de un idílico banco de arena en medio del océano, con aguas cristalinas que llegan hasta la cintura, donde hace varios años viven alrededor de 100 rayas látigo que se acostumbraron al contacto humano, primero con pescadores y luego con turistas. Cuando ven al catamarán llegar, se acercan de inmediato y son tan amistosas que uno incluso puede tocarlas, alimentarlas con trozos de calamar que entregan los guías y tomarlas en brazos como si se tratara de una pizza gelatinosa. Con quién: Red Sail Cayman (redsailcayman.com).
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2- Hacer castillos de arena en ARUBA
Muy cerca de las costas de Venezuela, con arenas de comercial de bebida como las de Eagle Beach, Palm Beach, Baby Beach o Arashi y, para facilitar aún más el viaje, con la mayoría de sus habitantes cuatrilingües -hablan holandés, papiamento, español e inglés-, Aruba es una de las mejores islas del Caribe para ir con niños… y hacer con ellos castillos de arena. Existe un programa llamado One Happy Family en el que participan diez hoteles de la isla y que incluye estada y desayuno gratis para menores de 12 años, regalos y cócteles sin alcohol al momento del check-in y una serie de ofertas y descuentos en actividades como buceo, esnórquel, navegaciones y entradas a sitios muy recomendables como la Granja de Mariposas, un jardín tropical lleno de estas especies en el sector de Palm Beach.

3- Alojarse en dos países al mismo tiempo en ST. MARTIN/ST. MAARTEN
Esta isla, famosa por sus grandes resorts y restaurantes y bares, tiene dos partes, una ligada a Francia -Saint-Martin- y otra a Holanda -Sint Maarten-. La división es un puente sin control alguno que, solo hace cambiar el idioma y, en algo, el estilo de la isla. Hay un lugar que está justo en medio, en una zona conocida como Oyster Pond: es el Captain’s Oliver, probablemente el único hotel del mundo que se encuentra en dos países a la vez, pues sus habitaciones están en el lado francés, mientras que los restaurantes y la marina, en el holandés. Si no se aloja aquí hay al menos una buena razón para venir: los sábados en temporada alta se realiza un famoso buffet de pescados y mariscos que incluye tenedor libre de langostas, que flotan vivas en un estanque del hotel (antes de la cena, claro está).

4- Observar tortugas de cuero en ST. LUCIA
A tres horas en avión desde Miami, esta pequeña isla y ex colonia británica es famosa por el monte Soufrire, un volcán activo único en la región que se publicita como el único cráter donde se puede andar en vehículo. Pero mucho más fácil y seguro que eso es otro ritual en St. Lucia: observar la llegada de las tortugas de cuero, la más grande de su tipo, con hasta 2,3 metros de largo. Entre marzo y agosto, la playa de Grande Anse recibe a cientos de ejemplares de esta amenazada especie que vienen a poner sus huevos en la arena de esta solitaria y protegida playa a la que solo se puede llegar en todoterreno y en compañía de un guía acreditado. Para presenciar este espectáculo natural, la empresa Heritage Tours organiza tours que implican pasar una noche junto a los roqueríos, para estar justo en el momento en que comienzan a emerger desde el mar.

5- Comer como rey en ANGUILA
En los últimos años Anguila ha desarrollado una notable escena gastronómica, con hitos como el wine cellar del Malliouhana Restaurant, ganador del Wine Spectator Grande Award por su cava con 25 mil botellas de vino. La mayoría de los buenos restaurantes de la isla están dentro de los hoteles más nuevos, como el del lujoso Viceroy. Ganador de las cuatro últimas ediciones de los Travel Awards de la revista Conde Nast Traveller, donde se le premió como el mejor hotel de la isla, y además reconocido como Mejor Hotel de Diseño del Mundo, premio entregado en 2014 por la misma publicación, su fórmula gourmet ha sido una de las claves del éxito. El Viceroy tiene cuatro exclusivos restaurantes: Cobá, enfocado en productos del mar; Aleta, con vista a la piscina y una carta de finger food (bocadillos para comer con la mano); Bamboo, con fama de tener las mejores pizzas de Anguila; y The Half Shelf, que destaca por su cocina mediterránea.

6- Ir a una aldea rastafari en JAMAICA
El movimiento rastafari surgió en la década de 1930 en los barrios marginales de Kingston y desde entonces, Bob Marley mediante, se ha convertido en una de las culturas alternativas más reconocibles del mundo. Una forma de aprender algo más de este movimiento, aunque sea como viajero observador, es en los alrededores de Montego Bay, donde algunas agencias organizan visitas a una aldea rastafari ubicada unos tres kilómetros hacia el interior. En un entorno selvático, los visitantes son recibidos por auténticos miembros de esta comunidad, quienes explican sobre sus creencias, muestran el lugar donde viven e incluso enseñan sobre el uso de plantas como medicina y como ingrediente para cocinar (no se trata sólo de cannabis).

7- Comer pez volador en BARBADOS
Considerado por muchos especialistas gastronómicos como uno de los epicentros culinarios del Caribe, Barbados tiene entre sus platos nacionales uno que se prepara con una especie ciertamente cinematográfica: peces voladores, que aquí se dan en abundancia. Se llama flying fish & coucou, y comprende un pescado fileteado por expertos pescadores (conocidos como bajan), rebosado en harina y huevo y luego salteado o frito. Va acompañado por coucou, una especie de polenta que se hace con harina de maíz hervida. El pescado volador también se come dentro de sándwiches que venden prácticamente en toda la isla.
Dónde probarlo: Famoso por su sándwich de pescado, o cutter, Cuz’s Fish Shack es un carrito en la bahía de Carlisle que Newsweek eligió como uno de los 101 lugares donde está la mejor comida del mundo.

8- Teñirse de azul en TRINIDAD
Hay carnavales en todo el Caribe, pero si hay uno que pueda ganar el título de hay que vivirlo es el de Trinidad. Popular, colorido y comparado incluso con el de Río, es la fiesta más grande de la región. Con epicentro en Puerto España, la capital, hay disfraces, desfiles, bandas de steel pan -instrumento típico caribeño-, música calipso y soca y una manifestación única y sorprendente: los Blue Devils o diablos azules, que se realiza el lunes de carnaval, específicamente en la localidad de Paramin, a media hora de Puerto España. Ese día hay hasta ancianos que tiñen su cuerpo con pintura azul y se llenan la boca con una mezcla de colorante y aloe vera de aspecto sanguinolento, y así salen a recorrer las calles con la idea de ser lo más grotescos y atemorizantes posible, para ganar la competencia. Como es un lugar alejado, conviene ir con un buen guía que conozca el lugar y la historia de la fiesta. El Carnaval 2016 comienza el 8 de febrero.

9- Velerear en TORTOLA
Tortola es la base de operaciones para recorrer las Islas Vírgenes Británicas, con ferries que salen varias veces al día hacia islas como Virgin Gorda, Jost van Dyke o incluso a St. Thomas o St. John (estas dos últimas, parte de las Islas Vírgenes Estadounidenses). Pero también es la capital del arriendo de veleros del Caribe, asunto que se hace fundamentalmente en Road Town donde se encuentra una veintena de compañías y escuelas como BVI Yacht Charters (bviyachtcharters.com), Moorings (moorings.com) y Offshore Sailing School (offshoresailing.com). Con buen clima todo el año, poca corriente y muchos sitios de anclaje, los alrededores de Tortola son uno de los puntos más fáciles para navegar en el Caribe, lo que puede hacerse en barcos alquilados con tripulación incluida, manejados por uno mismo o como parte de un curso de velerismo. El costo depende del tipo de embarcación y la temporada.

10- Mochilear en BAHAMAS y GRENADINES
Aunque tomar un avión es lo más sencillo para moverse entre las islas, existe la posibilidad de viajar de forma más económica a bordo de ferries, barcos postales e incluso pesqueros. Lo más sencillo es hacerlo en sitios como Bahamas o las Grenadines, por la cercanía que hay entre sus islas (algunas están a menos de quince minutos de navegación). En el primer caso, se puede salir desde la capital Nassau en los barcos de Bahamas Ferries para adentrarse -desde 29 dólares- en otros cayos del archipiélago. Uno de los recorridos más atractivos es el que une Long Island, isla con cavernas subterráneas aptas para el buceo, y George Town, en el cayo Great Exuma, zona histórica donde viven los nativos arawacos y donde tienen casas de veraneo figuras como Johnny Depp y Nicolas Cage. En el caso de las Grenadines, sus islas principales están muy bien unidas con ferries como el Jaden Sun, que une St. Vincent con Bequia, Union Island, Mayreau y Canouan cuatro veces por semana y en varios horarios (desde 14 dólares por persona).

11- Hervir en los lagos de DOMINICA
Lejos del turismo masivo y del gran circuito de islas caribeñas, Dominica es algo así como el último rincón salvaje de esta región. Aquí, más que playas, lo que hay es una exuberante e intacta vegetación donde se esconden bosques, cascadas y sitios de alto valor geológico como el Boiling Lake, considerado el segundo lago hirviente más grande del mundo, después de uno que hay en Nueva Zelanda. Ubicado dentro del Parque Nacional Morne Trois Pitons, en rigor se trata de una fumarola volcánica de unos 63 metros de ancho, sumergida en plena selva, con agua burbujeante y una gran nube de vapor encima. Para llegar hasta ella hay un trekking de seis horas ida y vuelta que se organiza desde la capital Roseau y que atraviesa el llamado Valle de la Desolación, entre ríos de azufre, géyseres y termas.

12- Respirar bajo el mar de BONAIRE
Es cierto que hay buceo espectacular en muchos lugares del Caribe, pero en Bonaire, Antillas Holandesas, tiene un valor agregado: las aguas del Parque Marino de la isla gozan de un envidiable estatus de conservación. Las tortugas marinas se protegen aquí desde 1961, entre 1978 y 1980 se pusieron al menos 40 amarres permanentes en los puntos de buceo y hay algunos que incluso se suelen cerrar para permitir la recuperación de los corales. Otra gracia es que gran parte de los sitios en Bonaire son accesibles incluso caminando desde la costa. Es decir, basta llegar a la playa, ponerse el traje y lanzarse a explorar un bellísimo mundo submarino de gran biodiversidad, incluso en pequeñas superficies, con corales, esponjas y todo tipo de peces tropicales.

13- Tomar ron agrícola en MARTINICA
Esta isla todavía es parte de Francia y eso se nota desde su elegante arquitectura hasta el nivel de vida, que se maneja -por cierto- en euros. Pero si hay algo que recuerda que esto igual es el Caribe es el ron, que tiene aquí una versión muy particular. Martinica es el único lugar del mundo donde se produce ron agrícola, que tiene Denominación de Origen Controlada, lo que significa que se produce bajo estrictos protocolos como el tipo de caña de azúcar permitida y el proceso de envejecimiento. Pero más que explicar, lo mejor es probarlo en alguna de las siete destilerías que lo siguen produciendo, como La Favorite (rhum-lafavorite.com) o Saint James (saintjames-rum.com), la más grande de todas. Lo dijo hace un tiempo el New York Times: “Hacer tours de ron en Martinica compite con las excursiones de vino en el valle de Napa, California”.

14- Bailar salsa en PUERTO RICO
Esta isla es cuna de una de las mayores leyendas de la salsa: Héctor Lavoe, “el Cantante de los Cantantes”, que nació el 30 de septiembre de 1946 en la ciudad de Ponce, en el sur de la isla, aunque el éxito lo alcanzó en Nueva York. Pues bien: el carnaval de Ponce, que se realiza en febrero, es la fiesta más grande y colorida de Puerto Rico y el mejor momento para estar en el pueblo, si lo que busca es moverse al son de las congas, los timbales y las campanas. Pero si no, en la capital San Juan hay varios templos salseros para considerar, como el Nuyorican Café, uno de los clubes más tradicionales y auténticos del género, aunque también tocan otros estilos como rock y jazz (Calle San Francisco 312; Nuyoricancafepr.com).

15- Aislarse del mundo en BEQUIA
La isla más grande de las Grenadines, al oeste de Barbados, tiene solo 11 kilómetros cuadrados de superficie, pero aún así es un sitio perfecto para esconderse y aislarse del mundo. A años luz del turismo masivo, el gran secreto de Bequia se llama Princess Margaret Beach, un tramo largo y ancho de arena suave flanqueado por palmeras, donde lo único que existe es un restaurante en la arena misma llamado Jack’s, que ofrece pescados frescos y sándwiches (tel. 784 457 3762). A este lugar se puede llegar en bote desde Port Elizabeth -la ciudad principal de Bequia- o bien en taxi, aunque si va por tierra hay que bajar por una empinada y estrecha escalera desde la carretera.

16- Conocer la historia del Caribe en CURAÇAO
Vecina de Aruba, lo que distingue a Curaçao no son precisamente sus playas -que las tiene, como Kenepa Beach o Cas Abao-, sino que su estilo más bien de isla cultural, donde no todo se trata de grandes resorts. Su capital Willemstad es un buen ejemplo de arquitectura típica holandesa, con fachadas de edificios coloridos que recuerdan a los de Ámsterdam, y allí está el exclusivo hotel boutique Kura Hulanda, que además tiene un notable museo sobre la historia del Caribe y muy especialmente sobre la esclavitud, con una gran exhibición de objetos, documentos, relatos y hasta los métodos de tortura que se usaron durante la colonización europea. Algunas muestras llegan a ser espeluznantes, pero la historia fue así. Un lugar único en la región.

17- Navegar entre manglares en REPÚBLICA DOMINICANA
El Parque Nacional Los Haitises, en la península de Samaná, noroeste de República Dominicana, es una zona de cuevas con piscinas naturales ocultas y vegetación exuberante. Con una superficie de 3600 kilómetros cuadrados, las cuevas de este parque son uno de sus atractivos principales: fueron usadas por los indios taínos en época de tormentas y conservan vestigios de la era prehispánica, con pictografías y petroglifos en las grutas de La Reyna, San Gabriel y La Línea. Llegar a ellas es la meta final de un viaje que, durante la primera parte del recorrido en lancha desde la costa de Samaná, pasa por un espectacular laberinto acuático de manglares, cuyas raíces son tan gruesas y abundantes que forman islotes y dan pie a caminos casi surrealistas, verdaderos canales entre selva y pájaros que se benefician de los 2500 milímetros de agua que caen aquí cada año.

18- Subir a las alturas de SABA
El dato duro dice que el monte Scenery es el punto más alto de toda Holanda, con 887 metros. Está en la isla de Saba, que forma parte del Reino de los Países Bajos, y se ubica a 15 minutos en avión de Saint-Martin/
Sint Maarten. La guía Lonely Planet recomienda subir hasta su cumbre como una de las experiencias clave del Caribe, por las espectaculares vistas que se logran hacia el mar, los valles y la arquitectura blanca, verde y café a lo lejos. Lo ideal es subir a las 9 o 10 de la mañana, para estar en la cima al mediodía, cuando suele haber menos nubes. Más información: Sabatourism.com

19- Apreciar los corales de TOBAGO
Con solo 42 kilómetros de largo, Tobago es en esencia un sitio pequeño y tranquilo, alejado del ruido turístico y fiestero de su isla hermana, Trinidad. Además de sus bosques lluviosos y reservas naturales, uno de sus mayores tesoros está a varios kilómetros de navegación desde Bucco Bay, en un arrecife de coral conocido como Bucoo Reef. El lugar se llama Nylon Pool y es un paradisíaco bajo de arena de aguas increíblemente claras que llegan hasta el ombligo y hasta donde se llega en barco de fondo de vidrio que permite apreciar la colorida belleza submarina del lugar, con cientos de peces de colores nadando entre formaciones marinas. Designado parque marino en 1973 y sitio Ramsar en 2006, el turismo descontrolado ha afectado a Bucco Reef, pero la buena noticia es que hoy existen iniciativas de protección que están intentando regular su acceso y educar a los visitantes sobre el valor de este sitio.

20- Buscar famosos en ST. BARTH
Favorita de las celebridades, esta isla tiende a hacer notar su carácter de destino exclusivo desde los taxis -son Mercedes Benz- y gracias a detalles como que los cruceros más grandes no pueden llegar debido a lo pequeño que es su puerto principal. Sus siete mil habitantes viven en casas de tejado rojo que rara vez superan los dos pisos de altura, como si fuera una soleada villa francesa, con calles poco transitadas que reciben tiendas de la talla de Louis Vuitton, Chanel, Cartier y Hugo Boss. Ese balance entre tranquilidad y glamour es uno de los motivos que atrae a estrellas internacionales como Sting, Beyoncé y a millonarios como Sir Phillippe Green, CEO del grupo Arcadia que maneja a Topshop entre otras marcas. No es que toda la isla se llene de famosos, pero sí hay lugares donde es más fácil encontrarse con uno, como la playa de St. Jean, donde el año pasado la modelo inglesa Kate Moss fue fotografiada descansando en su yate, y donde está el bar Nikki Beach, el más glamoroso de la isla (Nikkibeach.com). Otro sitio es el resort Le Village, que solo tiene 25 habitaciones y ha sido elegido por Paul McCartney para sus vacaciones (villagestjeanhotel.com).
LA NACION