07 Nov Rembrandt, el mayor exponente del arte holandés y también uno de los más imitados
Por Ignacio Gutierrez Zaldivar
Es es el exponente número uno del arte holandés. Vivió en el siglo XVII en el mejor momento de los Países Bajos en cuanto a prosperidad y desarrollo cultural. Ha sido uno de los artistas más imitados, no solo en los siglos posteriores, sino también durante su vida. La calidad de sus alumnos, quienes copiaban sus obras como método de enseñanza, ha generado confusiones y en algunos casos se han considerado 1000 pinturas realizadas por el maestro en cuatro décadas de actividad. En 1968 se creó el Rembrandt Research Project, con expertos que estudiarían las obras atribuidas y generarían el catálogo razonado. En aquel entonces se estudiaron 600 obras y solo 300 quedaron como auténticas del maestro nacido en Leiden en 1606. Eran 37 autorretratos, 46 paisajes y el resto retratos varios y escenas bíblicas. Hace dos semanas, en subasta de Nueva Jersey salió a la venta una pequeña obra catalogada como escuela europea del siglo XIX. Su base eran modestos u$s 500 y el rematador no daba cuenta de lo que estaba ocurriendo cuando bajo el martillo en casi u$s 1 millón. Es que dos ofertantes consideraron que es una obra original de Rembrandt. Algún experto cree que es una obra perdida realizada en 1625, que representa el sentido del olfato. Si es del autor, su precio será mayor. Si es de un discípulo, perderán dinero. Los que si están seguros de lo que compran son los gobiernos de Francia y de los Países Bajos. Adquirieron en u$s 180 millones dos retratos realizados en Amsterdam en 1634 de una pareja de novios antes de su casamiento. Siempre estuvieron en Holanda hasta 1877, cuando sus propietarios la vendieron al banquero francés Rothschild. En dicha familia han estado hasta hoy. El gobierno holandés aporta u$s 90 millones, el Banco de Francia otro tanto y en el futuro estarán expuestas alternadamente en el Rijksmuseum de Amsterdam y en el Museo del Louvre en París. Inteligente joint-venture de los dos gobiernos europeos para evitar que se vayan a Qatar o Estados Unidos. Hay un antecedente: hace dos décadas el Museo Getty y el Norton Simon, ambos de California, compraron una obra del francés Nicolás Poussin y se alternaron para exponerla. Es lo que en la jerga local se llama hacer una liga para no subirse el precio.
Rembrandt es el mejor exponente del claro-oscuro y desde joven tuvo mucho éxito. A los 18 años tenía taller propio. A los 21 era un reputado maestro con muy buenos discípulos. Fue coleccionista de armaduras japonesas, esculturas, grabados, objetos. Siempre gastó más de lo que ganó y a los 50 años entró en quiebra y se malvendieron todos sus bienes. Terminó como empleado de su hijo Titus. Las pocas obras que salen a venta en subastas se pagan un promedio de u$s 25 millones. En 1962 una de sus obras fue la primera en la historia en venderse en más de u$s 1 millón. Fue Aristóteles contemplando el busto de Homero que está en una de las salas del Metropolitan de Nueva York que lo compró en u$s 2,3 millones (u$s 19 millones de hoy). También sus 300 grabados son muy buscados, con altos precios, y se conocen 2500 dibujos. Su obra más importante está en Rijksmuseum y se llama La Ronda Nocturna. Curiosamente, la escena es durante el día pero como la pintura estaba oscura, muy restaurada y con su barniz oxidado, todos pensaban que la patrulla de la milicia que recorría la ciudad estaba en horario nocturno. Mis obras preferidas son sus autorretratos, cargados de sentimiento. Uno de ellos se vendió hace cinco años en u$s 12 millones y tenía una pintura de un señor ruso pintada encima por un artista que creyó valía la pena tapar el Rembrandt. Por suerte sacaron al ruso. Vayan al Museo Nacional de Bellas Artes. Entrando a la izquierda está la Donación Hirsch, con un bello retrato de su hermana que vale la pena disfrutar.
EL CRONISTA