De botones antipánicos a drones: la inseguridad impulsa el negocio de la vigilancia electrónica

De botones antipánicos a drones: la inseguridad impulsa el negocio de la vigilancia electrónica

Por Ximena Casas
Alarmas, cámaras de seguridad, botones antipánico, aplicaciones para celulares y hasta un mercado incipiente de drones. El negocio de productos de seguridad electrónica está en expansión. En 2014, las ventas en la Argentina de este segmento alcanzaron los u$s 640 millones y –según datos de la Cámara Argentina de Seguridad Electrónica (CASEL)– este año se espera cerrar con una facturación de u$s 755 millones, lo que representará un crecimiento del 18% respecto al año anterior.
“El mercado es demandante, con un reclamo sostenido de dispositivos de seguridad. Hay un auge en la colocación de cámaras de videoseguridad, tanto en la vía pública, como en actividades privadas y particulares, donde se usan dispositivos de menor complejidad, en edificios, countries y hasta hay casos de escuelas”, explicó Enrique Greenberg, presidente de CASEL. El Estado es uno de los grandes compradores: la Capital Federal y la provincia de Buenos Aires son las que más invierten, seguidas de Córdoba, Santa Fe, Neuquén, La Pampa y Santiago del Estero.
Aunque incipiente, también hay una nueva tendencia: el uso de drones equipados con cámaras como dispositivos de videovigilancia. “No es la principal aplicación, pero se está empezando a usar. Por ejemplo, para el seguimiento de lo que pasa en los accesos a los estadios donde los drones que refuerzan el patrullaje realizado por la policía. Así como una cámara puede estar en un colectivo, también puede estar sobre un dron. A nosotros nos interesa la cámara como unidad de negocio”, destacó el directivo. Este año, por primera vez, se reglamentó la utilización de drones en la Argentina y los propietarios de aparatos de mayor tamaño tienen que estar registrados para poder usarlos en forma legal. La normativa advierte, además, que se debe respetar el derecho a la intimidad, los bienes y las actividades de terceros. “Es algo muy reciente y se irá acomodando”, dijo Greenberg.
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Otros productos que también impulsan en negocio son los sistemas de detección de incendio, los VVS (Video Sistemas de Seguridad), los servicios de monitoreo y los botones de pánico. Aumentar la seguridad de una vivienda puede costar entre un 2% y un 3% de su valor total, mientras que para una casa en un country, se estima un 1,5%, variable según la superficie.
A pesar de los números en alza, desde el sector aseguran que el mercado podría crecer todavía más, pero se ve limitado por las dificultades para ingresar los productos al país: el 85% de los dispositivos son importados. “Son los mismos problemas que tienen todos los importadores. No hemos tenido faltantes, pero si hubiera más flexibilidad, el mercado hubiera crecido aún más”, señaló Greenberg.
De acuerdo a la información de la entidad que agrupa a las empresas fabricantes, importadoras, integradoras y de servicios del sector de la seguridad electrónica, lo más demandado son los circuitos de videosistemas de seguridad. Y, en el último año, también crecieron las aplicaciones que permiten acceder a las imágenes de las cámaras de vigilancia a través de smartphones. “Una persona puede observar lo que está pasando en su casa o en su fábrica desde su celular”, detalló el directivo. Algunas de estas nuevas tecnologías serán presentadas esta semana en la muestra Seguriexpo Buenos Aires, del 15 al 19 de septiembre en La Rural.
EL CRONISTA