“En cannabis, acá puede funcionar bien el modelo de Uruguay”

“En cannabis, acá puede funcionar bien el modelo de Uruguay”

Por Ramiro Barreiro
Cuando Emilio Ruchansky no está en la televisión, seguramente está arriba de su bicicleta, surcando Buenos Aires. Si ninguna de esas opciones es correcta, es probable que ande de viaje por el mundo. La travesía del columnista de Visión 7 por Europa, Estados Unidos y Sudamérica le sirvió para sacar su primer libro: un meticuloso estudio sobre derecho comparado y legislación en materia de drogas, en aquellos lugares en los que se permitieron algo más que despenalizar la tenencia para consumo personal. Países que sumaron la reducción de daños en consumidores de heroína y cocaína, países que se animaron a regular la producción de cannabis o de hoja de coca.
Emilio creó Un mundo con drogas, su primer libro, entre Suiza, Holanda, España, Estados Unidos, Bolivia y Uruguay. Conoció las tierras que abandonaron la idea de negar que las drogas existen y que hay millones de usuarios alrededor del mundo. Así, investigó el modelo asociativo de los clubes de cultivo de cannabis en España, el sistema medicinal en algunas regiones de Estados Unidos y la regulación en Uruguay.
012
-¿Cuál es el sistema que mejor se adaptaría en Argentina para regular el cannabis?
-Acá puede funcionar muy bien el modelo de Uruguay, tal vez con clubes de cultivos con mayor cantidad de socios (en Uruguay el límite es 45), al estilo Barcelona o una combinación entre ambos. Se dice que 700 es un buen número. Eso, el autocultivo y el mercado en farmacias o dispensarios podría funcionar muy bien acá. Habrá que discutir el tema de la seguridad si se permiten los clubes. Una propuesta es que la policía vigile el transporte de las cosechas.
-¿Y cómo es la regulación de los clubes en España?
-Los clubes en España tienen una reglas internas muy interesante. Firmás un contrato de previsión de cultivo. Cuando no consumís todo eso, pueden entrar nuevos socios. Entonces, el volumen de lo que vas a cosechar ya lo sabés de antemano. Julio Calzada (ex presidente de la Junta Nacional de Drogas del Uruguay) me enseñó que lo importante es controlar la disponibilidad, o sea, que vos como gobierno, manejes cuánto hay. Si regulás los clubes, sabés cuánto sale de ahí y además, cada socio tiene una cantidad limitada. Entonces, si hay tráfico, será una minoría, un menudeo.
-Por eso es importante la cantidad de socios…
-El tema es que no se carterice. Si alguien empieza a ganar plata y hay acumulación de capital exagerado empieza la mafia. Wernard Bruining, fundador del primer coffe shop de Ámsterdam, me dijo que la política del cannabis es el precio del kilo, en palabras de él, “debe tener un precio tan bajo que desactive la violencia del crimen organizado y sea accesible, pero no demasiado bajo, para asegurar un mínimo de calidad”. Los clubes en España se inspiraron legalmente en antiguas asociaciones de hombres vascos para organizar comidas, en donde todos van, ponen plata para la comida y para pagarles el sueldo a mozos y cocineros. No se genera ganancia, y en un club tampoco. El problema que tuvieron los españoles es que hay clubes que ya están tirando más para el lado del coffee shop, con acceso de turistas. Las experiencias verdaderamente interesantes son las de La Maca o el resto de los clubes cooperativos. Son espacios de consumo, de adultos, en un lugar cerrado, para garantizar la ridiculez de la trascendencia a terceros, y hasta podés dejar las flores en tu casillero para no tener problemas con la policía en la calle.
-¿Tenés esperanzas con lo que pueda pasar acá?
-Los tres principales candidatos a presidente están en contra de todo.
-¿Creés que opera una pesada influencia religiosa?
-Sí. Creo que la política de drogas de los principales candidatos y también de gente de la centroizquierda está regida por un acuerdo con la Iglesia de 2013, con monseñor Jorge Lozano, los lineamientos sobre “políticas públicas sobre el consumo de drogas y contra el narcotráfico”. Es un discurso cínico porque estamos de acuerdo cuando el Papa dice que no hay criminalizar al usuario, pero cuando les hablamos de despenalizar la tenencia para consumo personal de todas las sustancias te dicen que no. Que es un “mal mensaje a la juventud”. Cuando aparece lo penal, nadie quiere cambiar nada. Es como que con el tema de cuidar los adictos todo bien, pero con los consumidores todo mal. Lo que hay es un tema muy claro de discriminación.
-¿Es inseparable la relación que se hace entre uso de drogas y delincuencia?
-Existe el tema de la violencia. En Argentina tenemos un escenario de alrededor de 200 personas muertas por ajustes de cuenta en Rosario y un panorama creciente y real en Mar del Plata. No es que esté por explotar una guerra pero sí tenemos mucha gente interesada en que esto sea una guerra. Sergio Massa, por ejemplo.
-¿Qué impresión te dejó el sistema medicinal en EE UU?
-Se convirtió en un papeleo porque es enorme la demanda. De todas maneras, demostró que fue una buena estrategia porque reguló y contuvo. Y es importante ese mensaje para leerlo acá porque si solamente generamos un debate con el cannabis, ¿qué pasa con los usuarios de otras sustancias?
TIEMPO ARGENTINO