Symphony no “matará” a Bloomberg pero será un desafío

Symphony no “matará” a Bloomberg pero será un desafío

Por John Gapper
Durante años, un sinnúmero de ‘asesinos de Bloomberg’ lanzaron sus iniciativas y fracasaron. Vinieron a vencer al “rey” de los datos financieros y su análisis pero no lo lograron.
Ahora ha llegado Symphony, un servicio de mensajería y plataforma de tecnología, apoyado por Goldman Sachs en su lucha contra Bloomberg. Esto representa un problema: si hay una organización con la cual otros bancos y administradores de inversiones están más resentidos que con Bloomberg, es Goldman. A juzgar por lo que ha ocurrido en pasado, el lanzamiento de Symphony de la semana pasada podría ignorarse.
Sería un error, no porque Symphony en sí está destinado a tener éxito, sino porque no tiene necesidad de “matar” a Bloomberg para lograrlo. Symphony no está atacando el blanco directamente, como lo han hecho otros rivales de Bloomberg como Thomson Reuters. Más bien está utilizando otro enfoque tecnológico para competir de una manera diferente, como lo hizo Android (la plataforma móvil de código abierto apoyada por Google) cuando se enfrentó al cerrado mundo de Apple.
Puede que prospere, y aunque no lo logre, su modelo podría servirle a alguien más. La tecnología ha evolucionado, lo que facilita la competencia entre rivales y permite atacar a un enemigo más grande. El hecho de que otras 14 empresas, entre ellas BlackRock —la administradora de fondos más grande del mundo— se hayan unido a Goldman para respaldar a Symphony demuestra que algo ha cambiado.
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Bloomberg siempre parece vulnerable: sus pantallas de color naranja y negro; su extraña variedad de comandos en el teclado; el hecho de que el 80% de sus ingresos anuales por u$s 8.500 millones dependa de la venta de terminales a un precio fijo de u$s 21.000 anuales cada una —no otorgar descuentos aunque sólo se utilicen para enviar mensajes— y su cultura interna, que es similar a un culto y fue creada por su fundador, Michael Bloomberg.
Sin embargo, Bloomberg crece porque —a pesar de que sus 325.000 usuarios de terminales se ven obligados a aprender un lenguaje completamente nuevo— se concentra incansablemente en servirlos. La terminal integra perfectamente datos, información analítica, mensajes e incluso tiene la capacidad de comprar y vender derivados y bonos. Si algo está funcionando mal, o parece estarlo, el usuario llama y enseguida le resuelven el problema.
Bloomberg es más que una red; es una comunidad. Un administrador de cartera puede conversar online sobre una operación con un vendedor de un banco de inversión, revisar una hoja de cálculo y otros datos, y ejecutar la transacción, todo dentro de sus terminales de Bloomberg. Es el equivalente virtual de la antigua bolsa de valores, un lugar de encuentro para todos los involucrados en el negocio financiero.
La pregunta es cómo atacar eso. Es muy difícil como muchos ya saben. Thomson Reuters, su principal competencia, perdió terreno a pesar de haber hecho contraataques e introducido al mercado “asesinos de Bloomberg” —su porción del mercado en 2014 fue de 26% comparado con el 32% de Bloomberg, según el grupo de investigación Burton-Taylor. Compañías nuevas como FactSet, Markit y Capital IQ están creciendo, pero son relativamente pequeñas.
En 2013, apareció una “grieta” cuando se descubrió que periodistas de Bloomberg observaban la actividad de los suscriptores para escribir sus artículos. Goldman, que paga por 2.500 terminales de Bloomberg y que estaba desarrollando su propio sistema de mensajería y comunicación, protestó enérgicamente. Más tarde incorporó este software a Symphony para animar a otros a unirse.
A los bancos no les costaba pagar la factura de Bloomberg. Pero éstas son épocas más difíciles -las regulaciones más estrictas perjudicaron sus divisiones de bonos y compraventa de divisas. Bloomberg también está compitiendo con los bancos de una manera más directa porque permite a sus usuarios ejecutar operaciones directamente en lugar de utilizar las plataformas de comercio electrónico que apoyan los bancos, como TradeWeb.
No importa cuánto enojen a Wall Street estas tendencias, no podría haber hecho mucho al respecto si no hubiera sido por la evolución de la tecnología. El software de código abierto, la computación en la nube e Internet hicieron que sea más fácil competir con redes como Bloomberg. Symphony no tiene que hacer todo -puede construir una plataforma y dejar que otros desarrollen el software y las aplicaciones.
Esto se parecerá menos a Bloomberg y más a una tienda de aplicaciones de Wall Street, en la cual un proveedor de datos como Markit, un banco como Goldman, o un gestor de activos como BlackRock ofrece widgets de precios y datos, o integra los suyos con otros. Algunos servicios serán privados, con sólo unos pocos usuarios; otros estarán abiertos a todos. También será mucho más económico -cerca de u$s 15 mensual por el servicio básico de mensajería.
Goldman quería construir su propia red de mensajería para que sus 35.000 empleados —desde personal de operaciones y administrativo hasta los analistas— puedan comunicarse aunque no tuvieran una terminal de Bloomberg. De manera similar, Symphony busca ampliarse en lugar de dirigirse solamente a los niveles altos.
El mayor obstáculo lo representarán los gestores de activos y los hedge funds, donde el servicio Bloomberg está arraigado. Symphony será de interés para los bancos de inversión con miles de empleados administrativos, pero ¿qué sucederá con los hedge funds que sólo tienen unos pocos?
Quizás prospere y penetre a la punta compradora —en la que se incluyen fondos mutuos, fondos de pensiones y las compañías de seguros— y “destrone al rey”, aunque es poco probable que eso suceda. Aunque Wall Street ha atravesado problemas financieros relativamente severos, todavía tiene recursos suficientes para comprar terminales de Bloomberg a los operadores bursátiles y vendedores de élite que las soliciten.
Symphony no “‘matará” a Bloomberg. Pero la compañía, o una parecida, podría tener un gran impacto por ser diferente. Eso cuenta como éxito.
EL CRONISTA