01 Oct Nocioni: un toro que no pierde el hambre a los 35 años
Por Xavier Prieto
“Con el número 6, Andrés Nocioni…” Ovación grande, una de las mayores, de los cerca de cien aficionados de Real Madrid en el gimnasio Geraldo José De Almeida. “¡Vamos, Chapu!”, “¡tú puedes!”. Aliento enérgico, repetido, auténtico, a su vuelta al banco de suplentes tras anotar un triplazo derrotando a la chicharra. A ese tipo lo quieren juegue donde juegue. “Con el Chapu voy a la guerra con un escarbadiente”, suelen bromear los hinchas en las redes sociales.
El santafecino es un toro. Que puede jugar mal o bien -generalmente más de esto último que de lo primero-, pero todos lo valoran. En su época de Racing, cuando debutó a los 15 años en la Liga Nacional llevado a Avellaneda desde Santa Fe por el ojo experto de León Najnudel, llegó a decir que un defecto que lo caracterizaba era caerse cuando las cosas no le salían. Cuánto puede cambiar una persona…
A la temporada siguiente, con 16, pasó a un club más cercano a su casa. Olimpia, de Venado Tuerto. Pese a su edad, tuvo considerable participación en la conquista de la Liga Sudamericana, la que dio al club argentino el derecho a disputar la Copa Intercontinental. La perdió, por poco, a manos de un magnífico Panathinaikos en una serie de tres capítulos. Ayer, 19 años más tarde, el viejo Chapulín de Gálvez tuvo desquite y se colgó la medalla dorada, mejor que aquella plateada de 1996…
Real Madrid se impuso a Baurú, de Brasil, en el estadio de Ibirapuera por 91 a 79 y ganó, por diferencia de tantos (había perdido por 91-90 el viernes), la bendita Copa Intercontinental, que tras aquella derrota de Olimpia dejó de estar en juego hasta 2013. “Siempre hay que jugar con ganas de ganar, porque uno nunca sabe cuándo volverá a tener la oportunidad de hacerlo. Pasaron casi 20 años desde que jugué una final intercontinental, y por suerte pude volver a hacerlo y tengo el título de clubes que me faltaba. Estoy muy contento”, comentó Nocioni a la prensa argentina en pleno parquet.
Pasó por unas cuantas lesiones, y hasta se perdió un Mundial (Turquía 2010) por eso. Hoy, a los 35 años, está en un espléndido momento físico, sano y con pocas evidencias de catabolismo. Lo cuidaron en Madrid. Él paga con rendimientos. Es cierto que lejos estuvo de descollar aquí, en San Pablo, pero cumplió con su aporte (6,5 puntos de promedio). Nada que ver con aquella actuación que lo llevó a recibir el premio al jugador más valioso del partido de clubes más importante del año, la final de la Euroliga, pero Andrés no necesita brillar para ser querido y reconocido.
Lo dejó en claro Pablo Laso, el director técnico de un conjunto perfecto en la temporada, ganador de cinco trofeos sobre cinco posibles: “Yo llegué a jugar con el Chapu. Creo que él tiene algo adentro que no se entrena. Algo aquí dentro [tocó su pecho] que no se entrena. Cuando lo trajimos a Real Madrid, queríamos eso que tiene él, porque además, lo transmite al resto. Por supuesto, con sus triples, sus penetraciones, su juego baloncestístico, también. Pero, repito, hay algo dentro que no se entrena. Y el Chapu lo tiene. Y queríamos que él estuviera con nosotros porque sabíamos qué iba a darnos y lo que podía transmitir al resto. Por lo cual, creo, que todos en el equipo valoramos muchísimo, siempre, que el Chapu esté con nosotros”. No mintió el entrenador. Sentarse cerca del banco de suplentes merengue permite comprobarlo. Cuánto lo respaldan, cuánto lo respetan. Si él quiere sentarse en determinada silla ocupada, pues se le hace lugar. Si el DT tiene algo por indicar, Nocioni será uno de sus principales interlocutores. Es una figura, un referente.
Fue valorado en la NBA (Chicago Bulls, Philadelphia 76ers, Sacramento Kings) e ídolo en Baskonia, el club español que lo disfrutó por años. Pero, sediento de copas que ya no llegaban al país vasco, se marchó en 2014 a la Casa Blanca para engrosar su gran currículum . “La gente de Real Madrid el año pasado me dio cariño y toda la confianza después de mostrar en un par de finales que podía jugar bien. Por ahí había un poco de dudas por la edad; no por la calidad, sino más que nada por llegar tarde en mi carrera a Real Madrid. Pero me han dado un cariño increíble porque se han dado cuenta de que juego de una manera característica mía, la de dejar todo en la cancha. Bien o mal; a veces puedo pecar de ansiedad, de ir demasiado para adelante, pero creo que eso, a la larga, a un equipo le viene muy bien, porque a veces hace falta. Creo que complemento muy bien la calidad y el talento que tiene Real Madrid en lo basquetbolístico”, comentó a LA NACION.
Liga española, Euroliga, Copa del Rey, Supercopa española, Copa Intercontinental, clasificación para los Juegos Olímpicos. A la fulgurante 2014/2015 de Nocioni le faltó solamente la conquista del FIBA Américas de México en el que la Argentina consiguió su pasaje para Río de Janeiro 2016. ¿Qué le queda pendiente? Que lo diga él: “Seguir jugando y ganar todo lo que pueda hasta que me retire. Todo deportista debe tener la ambición de seguir ganando, y estando en un equipo como Real Madrid, es muy factible jugar finales. Eso es lo que estaba extrañando en años anteriores: la chance de jugar finales. Y en esta temporada jugué seis. Lamentablemente, perdí una con la camiseta argentina, que obviamente es la que más duele. Pero también a las finales hay que jugarlas”.
Esa camiseta, la celeste y blanca, es la que Nocioni más quiere. Conquistada la Intercontinental y cumplido el compromiso con los periodistas, el Chapu se fue al vestuario. Le mostraron una albiceleste. La firmó y siguió. El año que viene se pondrá una como ésa para encarar otro reto olímpico. Con 36 años. Y con las agallas y el hambre de siempre.
LA NACION