Un Obama feliz y un EE.UU. expectante recibieron a Francisco

Un Obama feliz y un EE.UU. expectante recibieron a Francisco

Por Silvia Pisani
Una sonrisa como hacía mucho tiempo no se le veía al presidente Barack Obama, una fuerte presencia del idioma español en los cantos y gritos que saludaron su llegada, algunas banderas argentinas y una notable restricción en el contacto directo con el público, que esperó horas para verlo.
Ésas fueron las pinceladas salientes de las primeras horas que el papa Francisco pasó en Estados Unidos, el país que, a los 78 años, pisa por primera vez en su vida para una visita en la que, según coinciden analistas, “generará incomodidad en más de uno” con su prédica contra la individualidad y el capitalismo exacerbados (ver aparte). Sus primeras horas aquí fueron privadas. “No tendrá actividad pública en respeto al Yom Kippur”, la celebración judía de penitencia y oración que comenzó al atardecer, casi al mismo tiempo de su llegada, explicó el obispado de esta ciudad.
Procedente de Cuba, en un vuelo directo con el que, de hecho, transitó la línea de deshielo que él mismo ayudó a construir con Washington, el Papa llegó a las 16 (las 17 en la Argentina) en un avión comercial de Alitalia, saludó y se trasladó hasta la nunciatura, donde se aloja.
El plato fuerte y la mayor expectativa se concentran en lo que sucederá a partir de hoy, cuando Obama le ofrezca “una recepción digna de estrella” en la Casa Blanca. Cerca de 15.000 personas han sido invitadas para presenciar la ceremonia en los jardines. Allí Francisco tendrá sus primeras palabras públicas en suelo norteamericano y serán, por deferencia, en inglés, idioma que aún no domina y al que dedica “enormes esfuerzos” para poder expresarse con fluidez. Casi todo lo demás, salvo excepciones, será en castellano.
Tendrá luego un cara a cara en el Salón Oval con Obama. A puertas cerradas, se especula con que uno de los temas será el llamado del Papa a “abrir las puertas” a los cientos de miles que huyen de la guerra y de la persecución en Siria en busca de un asilo desesperado, así como la preocupación que comparten por los efectos del cambio climático.
Entre la ceremonia de recepción y la audiencia privada, el Papa permanecerá casi dos horas en la Casa Blanca, desde las 10.15 hasta las 12 (hora argentina). La jornada seguirá con un breve paseo en “papamóvil” por el National Mall, tal como se conoce a la amplia explanada al pie del Obelisco de esta ciudad. De allí se retirará al arzobispado para un encuentro y oración con los obispos. El otro plato fuerte del día llegará a partir de las 17.15 (hora argentina), cuando celebre la misa de canonización del monje franciscano Junípero Serra.
A medida que pasan las horas son más las figuras políticas que se suman para participar en las ceremonias religiosas y colectivas con el popular pontífice. Por lo pronto, los aspirantes republicanos Jeb Bush y Chris Christie ya anunciaron su intención de participar.
Si bien hasta ahora no tuvo contacto público ni abrió la boca, la presencia de Francisco en suelo norteamericano ya hace ruido. Una de las cosas que llamaron la atención fue el austero Fiat negro que usó para trasladarse desde la base hasta la nunciatura.
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Casi exultante, Obama lo recibió al pie de la escalerilla. Junto a las cuatro mujeres que integran su familia directa -Michelle, su mujer; sus hijas, Malia y Sasha, y su suegra, Marian Robinson-, llegó a la cita minutos después de que se abriera la puerta del avión, lo que obligó al Papa a esperarlo de pie, en el descansillo.
Con sotanas y solideos al vuelo merced al viento que suele soplar en la base, Francisco completó el saludo a quienes lo esperaban. Habitualmente con expresión de piedra, más de un agente del Servicio Secreto sonrió al paso de quien se ha ganado el mote de “papa de los pobres”. “Francisco, olé, olé”, cantaba el millar de personas que habían logrado entrada para acceder a la base. El español se hizo notar en los cánticos. “Francisco, primero, te quiere el mundo entero”, fue otro de lo más escuchados.
“Esperemos que no lo secuestren”, escuchó LA NACION entre un grupo de jóvenes que, en vano, intentaron acercarse a la nunciatura. La queja aludió a lo riguroso que es el operativo de seguridad, concebido con la idea de que “nadie que no haya sido chequeado y revisado” pueda acercarse al visitante. Hoy, por lo pronto, lo espera el debut político en la alfombra roja de la Casa Blanca.
LA NACION