Después de los ataques de pánico, decidió ponerle fin a su carrera deportiva

Después de los ataques de pánico, decidió ponerle fin a su carrera deportiva

Por Natalia Florio
Estoy a horas de jugar el mayor partido de mi vida: cuarta ronda del US Open, en un Labor Day, en el día del cumpleaños de mi padre, en el Arthur Ashe, televisado por CBS, contra Roger Federer. Estoy a horas de jugar contra el mejor de todos los tiempos, con la posibilidad de conseguir el mejor resultado de mi vida, en mi torneo favorito en el mundo. Estoy a horas de jugar el partido por el que todos trabajamos, por el que nos sacrificamos en toda nuestra carrera. Y no puedo hacerlo. Literalmente, no puedo hacerlo. Es la primera hora de la tarde; estoy en el transporte que me lleva a las canchas. Y estoy teniendo un ataque de pánico.”
El relato, publicado en The Player’s Tribune, cuenta en primera persona lo que Mardy Fish vivió cuando tenía que enfrentarse ante Federer en el US Open 2012. Las sensaciones son del que fue número uno de Estados Unidos por 59 semanas (2011-2012), del número 7 del mundo en agosto de 2011, del ganador de seis títulos ATP, del medallista olímpico en Atenas 2004 (cayó en la final ante Nicolás Massú), del finalista de cuatro Masters 1000 pero es en verdad el relato del jugador, del esposo, del hijo, del hombre detrás del éxito.
Fish estaba acompañado por su mujer mientras iba camino a Flushing Meadows. “Me estoy volviendo loco. Mi esposa está preguntándome qué puede hacer y la única cosa que puede hacerme sentir mejor ahora mismo es la idea de no jugar este partido”, recuerda. Desde aquel día hasta ayer Fish jugó tan sólo 15 partidos: nueve en 2013 y seis en 2015. La pausa obligada por sufrir ataques de pánico llegó cuando estaba justamente en la cima de la ATP instalando en el top ten del mundo.

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“No podía dormirme solo. Cuando volvía al hotel googleba desórdenes de ansiedad, ataques de pánico, depresión, salud mental”, recuerda. Su trastorno comenzó cuando modificó los hábitos alimenticios y bajó de peso porque buscaba estar más arriba en el ránking. La ambición, la insatisfacción, la exigencia marcó el inicio de sus trastornos, tal vez sólo expuso otros. “Eso que me había servido tanto se volvió estresante y después destructivo. Aunque sabía que me estaba yendo mejor no era capaz de decírmelo a mí y sólo pensaba en que me fuera mejor.” Y el cuerpo siguió pasándole factura. “Mi corazón se volvió loco y no era capaz de pararlo”. En 2012 Fish sufrió arritmia cardíaca y debió operarse. Este año, después de un largo camino, volvió al circuito.
Regresó en marzo, en Indian Wells. Jugó Atlanta y el Masters 1000 de Cincinnati, pero a los 33 años decidió despedirse del tenis. “Volví al US Open. Y aunque creo que puedo seguir jugando en un buen nivel, este será mi último torneo. Esta no es una película de tenis, por supuesto, y no habrá un final de película. No voy a ganar este torneo. Pero eso está bien porque esta no es una historia de deporte. Esta es una historia de vida, una historia de sobre cómo un correcto tratamiento hace que las cosas que una enfermedad mental te quita se puedan recuperar.” Fish, con récord de 302 partidos ganados y 218 perdidos, se retiró el miércoles cuando perdió ante Feliciano López por la segunda ronda del Abierto de Estados Unidos. Fish se quitó de encima el peso del éxito.
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