El atracón y rascarse sin parar, dos de los nuevos trastornos mentales

El atracón y rascarse sin parar, dos de los nuevos trastornos mentales

Por Yésica De Santo
El universo infinito de la psiquis, sus trastornos y el afán por desentrañarlos o, al menos, clasificarlos, lo han convertido en uno de los aspectos más estudiados del ser humano. Y cuando parecía que todo estaba dicho, el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM, por sus siglas en inglés) que elabora la Asociación Psiquiátrica Americana, de EE UU, volvió a actualizarse, en su quinta versión, trayendo nuevos conceptos y definiciones a las que los psiquiatras acudirán para dar un diagnóstico, informó Tiempo Argentino.
Ahora, el comer compulsivamente, el famoso “atracón”, puede considerarse un trastorno mental, al igual que la incapacidad para desprenderse de los objetos, el rascarse de forma continua o el padecimiento de los días previos a la menstruación. Mientras tanto, psiquiatras y psicólogos siguen debatiendo sobre la verdadera utilidad del manual.
Uno de los nuevos trastornos que los especialistas pueden diagnosticar y por lo tanto tratar con terapias psicológicas o medicación es el acaparamiento, que corresponde a una patología del espectro del desorden obsesivo compulsivo. La persona que lo sufre, amontona, no importa qué. Sus hogares se transforman en galpones abarrotados. Algunos de los síntomas son el desorden generalizado y la acumulación de gran número de objetos. El paciente inclusive puede ser un comprador compulsivo y hasta robar artículos. “La persistente dificultad para descartar posesiones, debido a la angustia asociada con el hecho de deshacerse de ellos”, es la descripción de la guía.
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Otro trastorno incluido en el último manual es la disforia premenstrual, que describe una serie de síntomas, como cambios de humor violentos, que padecen algunas mujeres los días previos a la menstruación. Esta incorporación es una de las más polémicas ya que lleva consigo una posible generalización, ya que todas las mujeres sufren de cambios hormonales y emocionales antes y durante el período.
La doctora Silvina Mazaira, especialista en salud mental de la mujer y miembro de la Asociación de Psiquiatras Argentinos (APSA), explica que “la línea de pensamiento más feminista se opone a patologizar algo que tiene que ver con el ciclo femenino. No se trata de generalizar el trastorno; un grupo muy pequeño de mujeres, casi un 5%, asocian las últimas dos semanas de su ciclo menstrual con cambios en el estado de ánimo.” En estos casos, el padecimiento es más intenso, y se evidencian efectos disruptivos en los vínculos de pareja y laborales. Los psiquiatras podrán elegir, de acuerdo a la severidad del caso, si el trastorno es tratable con psicoterapia o puede necesitar antidepresivos. “Al tener un diagnóstico avalado por el manual, también se avala el tratamiento farmacológico que figura allí. Antes se trataba el síntoma, pero el diagnóstico no estaba tan estandarizado”, agrega Mazaira.
Según el manual, los síntomas de la disforia premenstrual son: marcada labilidad afectiva, cambios de humor, tristeza o llanto, mayor sensibilidad al rechazo, marcada irritabilidad o ira, aumento de conflictos interpersonales, marcado humor depresivo, desvalorización, desesperanza, tensión. También se puede presentar desinterés, falta de concentración, falta de energía, marcado cambio de apetito, insomnio o aumento de sueño.
El manual, de 900 páginas, describe 300 enfermedades mentales que, para los más críticos, provocará un exceso de diagnósticos, a veces equivocados, el tratamiento farmacológico de conductas normales y el abuso de la prescripción de medicamentos.
“En algunos casos, el DSM-5 convierte las conductas normales en enfermedades mentales”, declaró el psicoterapeuta estadounidense Gary Greenberg, quien participó del debate sobre las propuestas del manual.
Otro de los trastornos mentales añadido es el denominado “atracón”. Al igual que la anorexia y la bulimia nerviosa, se caracteriza por la adopción de conductas anómalas ante la alimentación y por la insatisfacción ante la propia imagen corporal.
“Es un trastorno de la conducta alimentaria que se caracteriza por la ingesta de grandes cantidades de comida sin conducta compensatoria posterior, como sí se da en la bulimia nerviosa (autoinducción del vómito, abuso de laxantes u otros fármacos, ayuno y ejercicio físico excesivo), y que puede dar lugar a la aparición de problemas de sobrepeso con todos los riesgos que, a nivel de salud, se le asocian: diabetes, hipertensión, hipercolesterolemia, etc.”, explica la psiquiatra y psicoanalista Graciela Onofrio, de APSA. El diagnóstico de “trastorno por atracón” incluye, en quien consulta, “la sensación subjetiva intensa que tiene esa persona de que su vida gira alrededor de la comida, que todo lo resuelve comiendo y que tiene una sensación de pérdida de control cada vez que se conecta con el acto alimentario. Estas personas se definen como ‘adictos’ a la comida”, describe Onofrio.
“La sociedad contemporánea agrega una tonalidad adictiva a todo el vasto universo de comportamientos irracionales de acopio y de consumo –puntualiza la especialista–, que van desde las drogodependencias a las compras compulsivas, pasando por el juego patológico y los atracones. Y agrega, con sus tiranos mandatos de búsqueda de delgadez, un tono mayor de sufrimiento a quien se entrega a los placeres de ingestas feroces, si es que podemos llamar a eso placer”.
El DSM-5 entrega otras novedades. El trastorno por estrés postraumático incluye ahora cuatro grupos de síntomas para su diagnóstico: re-experimentación, hiperactivación, evitación y “alteraciones negativas persistentes en las cogniciones y el estado de ánimo”. Y, por último, algo de justicia de género: el nuevo manual deja de considerar un trastorno mental a la transexualidad.
TIEMPO ARGENTINO