Arrolló: el pasaje a la final llegó con un 6-1 pleno de fútbol y autoridad

Arrolló: el pasaje a la final llegó con un 6-1 pleno de fútbol y autoridad

Por Claudio Mauri
Los goles que la Argentina tanto venía buscando los encontró para llegar a la final con porte altivo, dispuesta a jugarse la corona continental contra este Chile que hizo de la búsqueda del título una causa nacional. El seleccionado llegará a Santiago con la autoridad y el fútbol para que no se rebaje en nada su condición de candidato, aun en tierra enemiga. También desarrolló la personalidad necesaria para no dejarse impresionar por un ambiente que será una caldera. La Argentina tiene mucho para que la fiesta del sábado no sea de una multitud anhelante, sino de un grupo que está para ser campeón donde sea, en cualquier circunstancia y contra el rival más pintado, que tendrá a todo un país detrás. Anoche, el seleccionado ya empezó a sentirse más visitante que en encuentros pasados. De los casi 30.000 espectadores que hubo en el coqueto estadio Ester Roa, casi el 70 por ciento fueron chilenos dedicados a abuchear e insultar al equipo de Martino. Pero la del sábado será otra historia; la que escribió ayer el seleccionado tuvo el trazo firme de un equipo que se acercó bastante a lo que se espera de él.
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Al diablo la sequía goleadora. Era poco menos que inexplicable que la Argentina fuera el semifinalista con menos tantos a favor (cuatro). El fútbol tiene misterios que a veces se extienden más de lo pensado y de repente se esclarecen con un chasquido. Pero todavía hay enigmas que siguen sin develarse. ¿Cómo puede ser que el día que el seleccionado hace seis goles no haya ninguno de Messi? Igual, no es para preocuparse en exceso. Como primer punto, el equipo demostró que no es dependiente de la eficacia de Messi, que cuenta con otras variantes. Eso es positivo. Y en segundo lugar, que Leo no haya marcado (dos tiros libres desviados y otras dos ocasiones que no pudo definir) no significó que estuviera ausente. Dio dos asistencias, la sociedad con Pastore funcionó mejor que nunca y dejó varias maniobras de su sello, y también alguna pérdida de pelota en zona peligrosa que el equipo conjuró bien. Hay un conjunto que también respalda a Messi. Y así como anoche aparecieron los goles que estaban trabados vaya a saberse dónde, quién no dice que a lo mejor Leo se destapa frente al arco en el estadio Nacional.
A diferencia de otras veces, el seleccionado encontró más rápido los goles que el juego. Se le despertó el instinto oportunista que tenía adormecido. Se suponía que en algún momento iba a pasar porque este equipo era una constante promesa de gol incumplida. Y que fuera en una semifinal era más que una buena noticia. Sacar una ventaja de dos goles en 26 minutos y sin ejercer el dominio abrumador de otros partidos podía considerarse como un negocio redondo.
Como se preveía, Paraguay planteó una oposición diferente a la que tuvo en el comienzo del cotejo que los enfrentó en el debut. Salió con un 4-4-2 adelantado, decidido a disputarle la iniciativa al rival, con menos recursos técnicos, pero sin complejos, con la determinación que trae desde la cuna.
La posesión de la Argentina no fue tan acentuada, pero encontró espacios porque Paraguay se le atrevía. Un partido bastante diferente de los que venía disputando, que empezó a resolver por una vía hasta anoche inexplorada: la pelota detenida. El tiro libre de Messi no fue despejado por nadie de cabeza y le quedó a Rojo, que definió de media vuelta. Una buena renta en un encuentro que no había empezado sencillo. Vino el segundo, de Pastore, a pase de Messi. Paraguay parecía que se hundía en todo sentido, porque además se le lesionaron González y Roque Santa Cruz, pero a partir del descuento de Barrios tras una salida comprometida de Otamendi que encontró mal parada a la defensa, Paraguay le revivió por unos minutos a la Argentina los fantasmas de La Serena. Duraron poco, hasta que Di María, al minuto del segundo tiempo, definió cruzado, tras pase de Pastore. Y ya sí la Argentina jugó a placer y también con seriedad para construir una gran goleada. Hasta eludió la amenaza de la segunda amarilla para Messi, Agüero y Mascherano. Todo le salió redondo. Hizo un partido de candidato. El fútbol ya lo tenía, aparecieron los goles. No hay mejor manera para ir a enfrentar a Chile.
LA NACION