Unas 200 mil personas se unieron en el Congreso al grito de “Ni Una Menos”

Unas 200 mil personas se unieron en el Congreso al grito de “Ni Una Menos”

Por Roly Villani
Antes de las 16, la Plaza ya estaba llena de gente. Se sabía que vendrían miles, porque desde 15 días atrás, cuando arrancó la consigna #NiUnaMenos en las redes sociales, el tema se había instalado con muchísima fuerza en el debate social o, como suele llamarse ahora, “en la agenda”. Pero para las 18, cuando comenzó la lectura del documento elaborado por el grupo organizador, hubo más de 200 mil personas. Todas las calles laterales estaban abarrotadas de gente, en una demostración de masividad pocas veces vista en lo que va desde 1983, cuando la recuperación de la democracia marcó esta nueva etapa en la Argentina.
“El balance que hacemos es que estamos pasadas de emoción porque es evidente que había necesidad de que las voces de las mujeres se hicieran escuchar, hubo muchas mujeres empoderadas haciendo sentir sus opiniones, con mucho para decir, muchas mujeres sueltas”, le dijo a Tiempo Marta Dillon, periodista e integrante del grupo organizador de #NiUnaMenos.
Desde el escenario, se leyó un documento breve y contundente que amplió el borrador que circulaba por las redes. “En 2008 mataron una mujer cada 40 horas; en 2014, cada 30. En esos 7 años, los medios publicaron noticias sobre 1808 femicidios. ¿Cuántas mujeres murieron asesinadas sólo por ser mujeres en 2015? No lo sabemos. Pero sí sabemos que tenemos que decir basta”, leyó el actor Juan Minujin.
LA CONSIGNA. El lema surgió a raíz del asesinato de Chiara Páez, en la localidad santafesina de Rufino. Chiara estaba embarazada y apareció enterrada en el patio de su novio. El vínculo entre la imposibilidad de decidir sobre su propio cuerpo era demasiado evidente, demasiado inapelable. Un grupo de alrededor de 20 mujeres (más un hombre que se “coló” en el debate, el periodista Daniel Riera) empezaron a darle forma a la cuestión: había que “hacer algo” y el primer “algo” que se les ocurrió fue convocar a una movilización.
Debatieron los puntos mínimos que se difundieron a través de Facebook y Twitter y establecieron que no habría oradores en el acto, sino sólo la lectura del documento en la voz de actores y famosos, para que nadie se apoderara del acto.
Pero el efecto fue tremendo: rápidamente comenzaron a circular fotos y adhesiones de lo más variadas. Algunas, incluso, que generaban contradicciones en el propio grupo organizador o entre los adherentes: el caso más sonado fue el de Marcelo Tinelli, señalado por muchas y muchos como promotor de un modelo femenino anclado en los culos y las tetas, que funciona, en muchas explicaciones, como una de las causas de la violencia machista. Otra de las adhesiones cuestionada fue la de Cecilia Pando, contumaz reivindicadora del Terrorismo de Estado. Sin embargo, a la luz de los resultados, esas adhesiones polémicas no restaron masividad a la convocatoria.
A un costado, un grupo de mujeres cantaba una consigna provocadoramente graciosa: “Se escucha, se escucha, arriba las cachuchas.” Dos chicas venían caminando de la mano, muertas de risa con el cantito. Una de ellas le propuso a la otra sacarse una selfie con la barra bullanguera y feminista detrás. “Pero no te rías, boluda, que es una marcha contra el femicidio.”
Desde el escenario, se leyó un documento breve y contundente que amplió el borrador que circulaba por las redes. “En 2008 mataron una mujer cada 40 horas; en 2014, cada 30. En esos 7 años, los medios publicaron noticias sobre 1808 femicidios. ¿Cuántas mujeres murieron asesinadas sólo por ser mujeres en 2015? No lo sabemos. Pero sí sabemos que tenemos que decir basta”, leyó el actor Juan Minujin.
Había muchos carteles con muchas consignas. Muchas de ellas contradictorias entre sí o por lo menos excluyentes. Por ejemplo, había carteles que le hablaban a las madres: “Dejemos de criar machitos y princesas.” Y había otros que reclamaban políticas públicas “Si no hay aborto, no hay NiUnaMenos.” Porque no hubo un programa unificado más allá de la necesidad de que se acaben los asesinatos de mujeres.
Lo que juntó a todas estas almas fue la certeza de que esta sociedad desaprueba la violencia hacia la mujer. No es poco. No todos los golpeadores son asesinos y psicópatas. Hay muchos hombres que simplemente creen que pueden golpearlas y esta marcha, esta movilización nacional, vino a decir claramente que no. Que la superioridad física es una ventaja que nos da la naturaleza a los hombres, pero que hacerla valer en una relación no es aceptable en una sociedad civilizada. Al menos no en esta.
“No creo que cada uno tenga un programa sobre cómo se resuelve esto –dijo Dillon poco después de finalizada la marcha–. Hubo quienes culpaban al Estado y otros que responsabilizan a la familia, en estos temas las identidades políticas operan desde sus intereses, y eso es inevitable y hasta saludable, pero el mensaje claro de la movilización es que el derecho a decidir y el derecho a la autonomía de las mujeres tiene mucho consenso, instalado con fuerza.”
Hubo muchos chicos perdidos, señal de que había muchas, muchísimas mujeres. Hubo, también, hubimos, muchos hombres. Pero la mayoría femenina era evidente. El documento elaborado por las organizadoras de la concentración que según la Policía Federal reunió a más de 150 mil personas en la ciudad y se replicó en otras 80 de todo el país (ver recuadro) hizo hincapié en la dimensión cultural que tiene la violencia contra las mujeres.
Fabiana Tuñez, directora ejecutiva de la ONG La Casa del Encuentro e integrante del grupo organizador, le dijo a Tiempo que parte de las exigencias que se pueden resolver con cierta celeridad son “la garantía para la protección de las víctimas de violencia y garantías para su acceso a la Justicia, el patrocinio jurídico gratuito para las víctimas durante todo el proceso judicial y la creación de más Hogares Refugio y Hogares de Día”.
Por decisión del grupo organizador, el documento fue leído por los actores Juan Minujin y Erica Rivas y la humorista Maitena. Pero en la plaza estuvieron casi todos los legisladores de todos los bloques, funcionarios de todo rango y prácticamente todas las agrupaciones políticas, con la llamativa (o no tanto) ausencia del PRO.
Los vendedores, instalados en los costados de la Plaza, vendían a 70 pesos las remeras impresas a las apuradas con la consigna del momento y algunos hasta habían robado la imagen que el dibujante Liniers regaló a las organizadoras. Además, había chipá, tortillas santiagueñas y sánguches. “¿Sólo hay de salame? –se ofendió un comprador– ¿es una indirecta para los hombres que vinimos?”
Entre las miles de organizaciones que participaron, se destacaron las agrupaciones Las Rojas, Mala Junta (Feminismo Popular Patria Grande), Barrios de Pie, Juntas y a la Izquierda, Mujeres de La Poderosa, Grupo Cultural Cruz del Sur, Círculo de Amigas Feministas y la Agrupación Macacha Güemes.
La noche anterior a la marcha, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner había saludado la iniciativa y recomendado la nota “Basura” escrita por la periodista Gabriela Cabezón Cámara, una de las integrantes de #NiUnaMenos.
TIEMPO ARGENTINO