20 May Pettinato: “El ocio es más fuerte que la religión”
Por Diego Gez
De movida, entrevistar a Roberto Pettinato lleva a tener que aceptar un pedido: “Te pido que no comiences la nota contando dónde vivo ni sobre qué calle”, dice mirando bastante fijo a su interlocutor. Según parece, la mayoría de las notas que le hacen comienzan revelando cuestiones geográficas que ningún individuo ligado a los medios desea que se conozcan. “Después tengo a gente con cara de psicokiller mirándome de reojo cuando salgo de casa”, aclara minutos antes de una sesión de fotos donde lo histriónico será un factor principal.
Posando para la cámara con varias camisetas de futbol revela que de chico “sabía mucho” de ese deporte, que ahora todo lo contrario, y hasta recita de memoria la formación del Celtic de mediados de los sesenta. “De haber existido un TyC en mi niñez, seguro era una estrella del periodismo deportivo porque tenía un saber enciclopédico”, lanza recordando su pasado como fanático futbolero. Pettinato es un remolino centrífugo que hace comentarios sobre deporte con la misma fuerza con la que opina de teatro, política, el mundo de la televisión y la música, entre docenas de microtópicos para charlar y charlar.
Son días de estreno para el ex Sumo y figura buscada por la televisión y radio. A su regreso con Duro de Domar (de lunes a viernes a las 23 hs. por canal 9), le agregó la reposición de su faceta como StandUp man de tiempo completo con Me quiero portar Vien, el espectáculo que vuelve a tenerlo hoy subido a un escenario –en el C.C. Caras y Caretas– y donde despliega su particular observación sobre lo que lo rodea. “Soy un hombre del unipersonal desde el colegio secundario. La obra tiene mucho de mí, y es algo lógico, fundamentalmente porque creo que hay que ser un militante fiel del cinismo y la ironía. Por eso hay cambios de textos todo el tiempo, y hasta quisimos llamarlo Me quiero portar Vien 2, porque siempre los shows son diferentes.”
–Entonces es un reloaded permanente…
–Sí, es así. No soy como los actores que dicen “el espectáculo se renueva siempre”. No, el espectáculo es otro siempre. En realidad estoy preparándome para una obra que estoy escribiendo y que se llamará El Monologuista. Así que a este unipersonal lo quiero llevar a una obra de teatro. Y más tarde, en el verano que viene, me gustaría hacer una comedia de puertas que sea la evolución de esa comedia. Algo así como lo hacía Neil Simon, con nivel y divertida, pero sin tetas y todo eso.
–¿Algo sin culocracia?
–Claro, algo bueno. Me acuerdo cuando fui a ver Taxi con Darín y Calvo, y me pareció buenísima la obra, bien hecha y divertida. Eso es lo que quiero escribir para este año porque tengo todo el puto día libre. Quiero hacer algo que los demás digan: “vi la obra de Pettinato y está buena”. Y el día de mañana ser un escritor semidramaturgo gracioso de los que ya no hay. Pero volviendo a este espectáculo, a mí lo que me gusta hacer es una filosofía algo más “Juan Pablo Feimanesca” (sic), pero de cosas absurdas. Una vez estaba haciendo unos comentarios sobre los beneficios del sexo anal para la sociedad donde revisaba la manera en que tenían sexo los griegos, romanos, esas cosas, y la gente se quedaba en shock, riéndose. Todo está mezclado sin ser un delirio casero, en un contexto donde se cuentan las pequeñas desgracias de la vida ordinaria. No es televisión. Y esto que te voy a decir es algo importante: para mí, todo lo que se dice sobre un escenario está libre de censura. Supongamos que mañana sobre el escenario me río de un discapacitado y su silla, pero eso no quiere decir que sea verdad.
–Hablabas de la tele. ¿Se preocuparon por verte de nuevo ahí, te persiguieron o tentaron de manera diferente para que vuelvas a ese formato?
–Siempre Duro de Domar fue un programa al que sentí mío. Es algo que hicimos con Martín Moyano como productor, y ya ni me acuerdo por qué nos peleamos con Diego (Gvirtz). Para esta vuelta, él me dijo que podía ser libre, y como me dijo eso, realmente lo soy.
–¿Qué te pasaba cuando veías a otro conduciendo DDD?
–Nada, no me pasaba nada.
–Pero era tu programa…
–Sí, pero lo pensaba más bien desde el lado de la producción. Me parecía una lástima no tener eso para un programa mío. Cuando yo me fui, (Sebastián) Presta era mudo, ahora tiene su sección. Ahora el programa es otro, y hasta el enano está más grande. Metí mis ideas del Top Five, monólogos y varias cosas mías al volver.
–Esa última parte también te devuelve con el aura de Tato.
–Esa era la intención, aunque yo nunca fui fanático de Tato Bores. A la familia de él le gustaba, hasta una vez me mandaron todos los videos. Es algo que hago con respecto y lo hago bien, porque el tema no es que te salga la voz (NdeR: imita la voz de Bores) porque eso lo puede hacer (Martín) Bossi. Lo importante es lo que tenés para decir. La vez pasada lo vi a (Santiago) Del Moro con bastones locos, cuando yo lo había hecho en CQC. Siempre me ha pasado que me han imitado mucho el look, salvo lo estrafalario. Hasta Tinelli salía de traje cuando yo, estando en el mismo canal, ya salía con traje. Y como me pasa mucho eso, a propósito, me dije de salir con el smoking y el frac. De todas maneras, no hay nada peor que estar en la tele y no hacer un aporte. ¿O de dónde salieron los muñequitos de Beto Casella? A mí no me agarra bronca cuando veo cosas mías en los demás. Es como el blues y el jazz, porque no tenés que ser un negro de la algodonera para tocar blues y no darle tu toque.
–¿Este es un año perfecto para hacer humor político en tele?
–Sí, y yo más o menos lo hago. Creo que hago una ametralladora de humor, con balas que le pegan a algunos, a otros no les hacen nada y otros tantos ya están muertos pero nadie les avisó. Me asombra cómo algunos candidatos dicen que van a hacer todo lo contrario de lo que está hecho. Pero mi teoría es la siguiente: “Si –como presidente– me rompí durante meses preguntándome si no hay otra medida para tomar que no sea un cepo al dólar, porque es una medida antipopular y no me conviene, entonces voy y le pregunto eso a mi equipo de economía porque, sin querer ser Chávez ni el Che Guevara, quiero que las cosas estén bien para que mi gobierno siga. Entonces, si me dicen que no hay manera, bueno, le pongo cepo al dólar. Ahora, lo que yo me pregunto es, cómo vos, como candidato, podés decir: ‘si asumo el 10, el 11 se acaba el cepo’. Cuando escucho eso, creo que estamos frente al dicho que decía, ‘el que depositó dólares, recibirá dólares’. Me preocupan los tipos que les van diciendo a todos que vayan sembrando trigo porque cuando asuman las retenciones vuelan. La pregunta es: ¿Tenés de verdad la salida o lo decís pour le gallery? Eso es aterrorizante. El tema son las cosas que dicen, porque si era tan fácil sacarle el cepo al dólar, Cristina no lo hubiese dejado. ¿O vos te crees que ella quería que le pongan un cepo al dólar para que todo el mundo la odie y la clase media no se pueda comprar ni un iPhone? El problema es que cuando decís eso, algo de sentido común, te dicen “ay, está medio K”. Yo les digo que piensen lo que quieran, porque la gente se va a olvidar de los K como se olvidaron de De La Rúa, porque la gente va a hablar del pelotudo de turno que capaz suba. Este es un país que votó a De La Rúa, así que tenemos que tener cuidado de nuestra idiosincrasia.
–Tu vuelta a la tele se da en un contexto particular. Te fuiste de Radio Mega, un medio de Cristóbal López, para volver a la tele de la mano de ese mismo empresario.
–Yo no entiendo la ascensión del empresario como estrella. Antes era importante dónde trabajabas, ahora es para quién trabajás. El tipo que está sentado en una redacción, escribiendo, trabajando, no está pensando para quién trabaja. Ese tipo está trabajando hoy en Tiempo Argentino, mañana en Clarín, pasado en Página/12. La vez pasada prendí la tele y lo veo a (Gustavo) Silvestre en otro canal, (Reynaldo) Sietecase está en otro lado. Es como una especie de tráfico de periodistas y talentos. Yo siempre estoy con libertad, porque hoy escribo mi columna en Clarín, pero estoy en Canal 9.
–Te preguntaba esto porque tu partida de la radio fue, por lo menos, algo abrupta.
–Tuve un problema en el Grupo Indalo con ese tipo, Paco Mármol. Todos los que tuvieron problemas lo tuvieron con él, es rarísimo. Este señor usa un sistema muy extraño, que es: Te ofrezco cualquier mierda, no te estamos no ofreciendo algo, te ofrecemos algo diferente. ¿Lo querés? ¿No? Entonces te tendrías que ir. Ese es el sistema que utilizan.
–Al ser vox populi tu partida seguramente te ofrecieron otras propuestas…
–Sí, me llamaron de otras radios de las que estoy esperando algo. Pero me estoy acostumbrando lentamente a levantarme a las 11 de la mañana… El otro día le decía a mí manager que tenía muchos libros para leer y discos para escuchar. Creo que no hay una fuerza más potente que el pelotudeo. El ocio es mucho más fuerte que la religión. «
Pettinato presenta su unipersonal hoy, el 27 y 3 de abril a las 21 en Caras y Caretas. Sarmiento 2037.
La fauna de la tevé
Inscripto dentro del mundo de la televisión profunda, Roberto Pettinato tiene una opinión bien formada sobre esa galaxia que tan bien conoce.
Ahí también pone su mirada y analiza su entorno sin prurito alguno: “Hay una maquinaria de la televisión que genera mucho dinero y de la cual vive muchísima gente. Al mismo tiempo es como un país, porque encontrás a pobres, medianos, gente que vive bien y hasta millonarios. Hay estrellas también, algunas se merecen el rótulo pero otras lo son solamente porque tienen muchísimo dinero.
Hay tipos que no sabés qué hicieron para estar en el mundo de la televisión, y ahí te das cuenta que tienen muchísimo dinero. En el mundo de la tele hay artistas, y yo soy un artista de televisión. Así que convivimos los que somos artistas y los que no lo son. Hay otros que no son conductores, sino más bien panelistas de pie y nada más que eso. Además, hay otros que son grandes vendedores. Yo siempre digo que no soy famoso, soy conocido, algo que no digo en chiste. Hay que tener cuidado con eso.
– No sos Susana Giménez, eso está claro.
– Ella, Mirtha Legrand, Tinelli, todos famosos. Vos por ahí te grabarías mi monólogo de la tele para verlo después, pero no te grabarías el programa entero de Mirtha para verlo a la noche, o no decís, “me grabo el Bailando por un sueño para no perdérmelo”. En el mundo de la televisión hay que tener cuidado porque todos creemos que inventamos algo.
TIEMPO ARGENTINO