11 Feb Intoxicados por la tecnología: crecen las consultas por el uso abusivo de dispositivos
Por Agustina Gallego Soto
“Si me quedaba sin batería en el teléfono o no me podía conectar, me ponía ansiosa y hasta llegué a tener ataques de pánico. Mi miedo más grande era no enterarme de si le pasaba algo a mi mamá o a un ser querido. Necesitaba tener todo bajo control y usaba el teléfono todo el tiempo para eso, llamando o mandando mensajes”, cuenta Delfina, de 17 años, un año después de haber terminado un tratamiento de cinco meses en el Centro de Estudios Especializado en Trastornos de Ansiedad (Ceeta).
Aunque la última versión del Manual de Diagnóstico y Tratamiento de los Trastornos Mentales, la biblia de la psiquiatría, no incluye dentro de los trastornos adictivos la adicción a Internet o a los dispositivos digitales, existen estudios en varios países que reflejan una preocupación global. Según los resultados obtenidos recientemente por Cecilia Cheng y Ángel Yee-lam Li, del Departamento de Psicología de la Universidad de Hong Kong, se estima que la prevalencia mundial de la adicción a Internet rondaría el 6%.
La Argentina no integra el grupo de 31 países analizados, pero especialistas locales afirman que aunque Internet y las nuevas tecnologías son herramientas muy útiles, también pueden generar problemas si se usan mal. Según los registros del Ceeta, en el período noviembre-diciembre de 2014, el centro tuvo un 15% más de consultas asociadas con el mal uso de los dispositivos digitales que en 2013. En la Fundación Manantiales, la organización dedicada a la investigación, prevención y asistencia integral de las adicciones, hubo un aumento de consultas del 70% desde 2010 hasta este año.
Establecer un límite entre el uso normal de los dispositivos y el que debe llevar a una consulta es difícil ya que se trata de elementos empleados cotidianamente, tanto por chicos como por adultos. Según Florencia Salvarezza, directora del Departamento Infanto-Juvenil de Ineco, “la gente les tiene miedo a las cosas nuevas, pero el problema no es que se usen las herramientas digitales, sino que sólo se haga eso. Las personas deberían poder regularse y si no, pedir ayuda”.
Laura Jurkowski, psicóloga especialista en adicciones a Internet y fundadora de ReConectarse, el centro que abrió sus puertas a partir de la creciente demanda de orientación, explica: “Las personas consultan cuando empiezan a ver los mismos problemas que tienen los adictos a sustancias, como irritabilidad y ansiedad si no pueden conectarse. Y esto termina generando problemas en la familia, el trabajo y otras áreas”.
Agustina tiene 20 años y es paciente de la Fundación Manantiales. “Pasaba tanto tiempo encerrada usando la computadora y el teléfono que descuidé el colegio, me alejé de mis amigos y mi única compañía eran los participantes de un foro de Internet. Realmente sentía que esas personas con las que chateaba eran mis amigos, que me conocían mejor que mis padres y que me comprendían completamente. Y si en mi casa intentaban limitarme el uso de la Web, estallaba, me largaba a llorar y trataba mal a todo el mundo. Hasta llegué a robarle el celular a mi hermano”, cuenta.
“Actualmente existe un diagnóstico popular llamado FOMO (fear of missing out) o temor a quedar desconectado o fuera de circulación en las redes sociales, que suele afectar más a prepúberes y a mujeres. Se asocia con trastornos de ansiedad generalizada y fobia social -explica Gabriela Martínez Castro, directora del Ceeta-. Los adolescentes todavía no tienen una identidad formada, sino una identidad de grupo. Son en la medida en que pertenecen a un grupo como Facebook, Twitter, Instagram. A las mujeres también las afecta porque son multitasking, tienen muchos roles: laboral, familiar, social, académico.”
PREVENCIÓN Y TRATAMIENTO
En el mundo se habla de una terapia llamada digital detox, poco conocida en la Argentina, y que consiste en ofrecer experiencias turísticas y campamentos para desconectarse de la vida online y reencontrarse con la naturaleza, la espiritualidad y las personas. Aunque las propuestas en hoteles de lujo o paisajes naturales suenen tentadoras, la forma de prevenir y tratar los problemas asociados con el mal uso de las herramientas digitales debería ser otra, según los expertos.
En el caso de los chicos, “los padres tienen la responsabilidad de redireccionar el tiempo libre de sus hijos para que incluya actividades deportivas, juego simbólico, cognitivo, de mesa, solitario y grupal. Es muy fácil darles una tablet y desentenderse, es el famoso chupete”, sostiene Salvarezza. Martínez Castro agrega: “Es importante que los padres les pongan límites a los chicos y que los incentiven a través de otros recursos para que, movilizados por el aburrimiento, utilicen más su creatividad”.
Según los expertos consultados, los tratamientos para resolver este problema que se ofrecen hoy en la Argentina tienen como objetivo principal lograr un uso equilibrado de los dispositivos digitales, a partir de un abordaje general.
“A través de nuestras técnicas de psicoterapia cognitiva conductual, recomendamos empezar por apagar los dispositivos por períodos cortos, que con el tiempo se van extendiendo, hasta convertirse en momentos específicos, los de conexión”, cuenta Martínez Castro sobre el Ceeta.
Pese a la paradoja, existen aplicaciones móviles para controlar el uso de redes sociales e Internet, como Checky o Socialnetworklimiter, que pueden servir de ayuda para regular el consumo digital.
LA NACION