31 Jan Redescubrir lo propio
Por Tomás Natiello y Liz Valotta
Es imposible cansarse de viajar por la Argen¬tina No sólo es un país que ofrece paisajes muy diferentes de norte a sur y de este a oeste, sino que lo tiene todo: montañas, ríos, selva, playas, alta cocina y vinos de lujo. Y como si esto fuera poco, las propuestas turísticas para recorrer sus provincias y ciudades se renuevan constantemente, presentando nuevas formas de cono¬cer esos paisajes que ya forman parte de la memoria colec¬tiva del viajero argentino.
A continuación, una selección de las mejores maneras de redescubrir la belleza y la identidad de Bariloche, Puer¬to Madryn, Salta, Jujuy, Piedra Parada, El Calafate, Mendoza, San Juan y Mar del Plata.
Salta, de la puna a la selva
Salta, su capital y los valles Calchaquíes se convirtieron en los últimos años en un destino imperdible para turistas de todo el mundo. Cuando se recorre la ciudad, a través de su historia y arquitectura, es fácil comprender la elección más aún cuando se llega hasta la zona de Cafayate. Sin embargo, cuando hay una huella todos transitan por ella en Salta, lo que sobran son caminos para deslumbrarse.
La capital salteña se encuentra en un valle que permite aventurarse hacia distintos mundos. Si se elige el rumbo este, es posible llegar en apenas un par de horas al Parque Nacional El Rey, un ambiente de selva densa donde no es inusual encontrar monos sacándole jugo a las epífitas que crecen en los huecos de los árboles; o descubrir el rastro de un anta, mientras una corzuela se desli¬za silenciosa entre la vegetación. Por supuesto, hay que cuidarse de los insectos y estar listo para el calor.
Partiendo desde Salta capital, pero en dirección opuesta se llega al Parque Nacional Los Cardones, un páramo poblado de estoicos árboles, que en primavera exhiben sus flores con orgullo. Y no es raro que, al recorrer las sen¬das del parque, aparezca una vega que, si es temprano en la mañana, puede estar congelada incluso en el verano más tórrido.
De la Puna a la selva hay sólo 300 kilómetros y sin embargo, a esa franja de terreno se le podría dedicar hasta 15 días de viaje sin dejar de experimentar algo nuevo en cada jomada avistajes de fauna rafting, canopy, música gastronomía de alto nivel, trekking y visitas a bodegas. La aridez y la exuberancia vegetal, la historia y la arquitectura; todo en un mismo viaje.
Jujuy, genuino y profundo
La última década le cambió la cara al turismo en la Quebrada de Humahuaca de un modo inimaginable. Allí donde sólo había algunas casas de familia y algún que otra hotelito, hoy florecen bellísimas hosterías y establecimientos boutique que combinan calidez con diseño y servi¬cios de alto nivel. Pero aún se puede vivir la experiencia norteña de aventura, tan solo es cuestión de alejarse un poco de la huella.
Partiendo desde Purmamarca, a 60 kilómetros de San Salvador, se toma la Ruta Provincial 52 para atravesar Salinas Grandes y luego la ruta 16 hasta llegar a la localidad de Susques. Allí se puede vivir esa esencia tan particular que tiene la Puna, con su sol implacable y sus noches frescas.
También tomando como punto de partida a la ciudad de Humahuaca y saliendo hacia el oeste, es posible encontrarse con un mundo mágico compuesto por sitios como Abra Pampa, Rinconada Casabindo y la Laguna de Pozuelos con sus impactantes flamencos. Pero la verdadera diferencia en este recorrido, la manera de redescubrir estos paisajes, se vincula con un nuevo-viejo modo de alojarse. La red de turismo comunitario Espejo de Sal cuenta con alojamientos familiares distribuidos en las ocho comunidades miembro (Rinconadillas, San Francisco de Alfarcito, Sausalito, Santa Ana Barrancas, Susques, Cerro Negro, Pozo Colorado-Salinas). Como hace décadas, no es el lujo ni las decoraciones elegantes lo que se ofrece al viajero, sino la calidez insuperable de lo auténtico. Las habitaciones son sencillas y confortables. Todo acompañado, por supuesto, de esa conversación profunda y pausada que ofrece la gente de la Puna
Mendoza y San Juan, con el alma en el vino
Es un hecho: en la cuna del Malbec, hoy casi todo el turismo está ligado al vino y la gastronomía, y las mejores y más innovadoras propuestas llegaron en los últimos años de la mano de los excelentes blancos y tintos que allí se elaboran.
Para empezar; en el corazón de la capital mendocina, el restaurante Siete Cocinas es una alternativa para degustar platos ricos y genuinos de la provincia. Tal como indi¬ca su nombre, este local ofrece preparaciones de las siete regiones gastronómicas argentinas, interpretadas por el chef Pablo del Rió. Con el elegante salón con cocina a la vista, se completa con una cava donde grupos reduci¬dos -de hasta 10 personas- pueden disfrutar de un clima más íntimo y una barra con una original carta de tragos. El menú de pasos, que varía mes a mes, se compone de cinco etapas: Metropolitana/Man Litoral, Pampa/Cuyo, Patagonia y Noroeste Argentino.
A media hora de la capital, dentro del circuito de la Ruta del Vino, en Finca Maipú, frente al molino de extracción del aceite de oliva y a pocos metros de los olivares, Pan y Oliva es el segundo emprendimiento gastronómico de la bodega Familia Zuccardi. Inaugurado el año pasado, su identidad se basa en darle un protagonismo central al aceite de oliva de producción propia. Tapeos, pastas, ensala¬das y platos caseros preparados con ingredientes frescos y de estación, tienen un lugar relevante dentro de una gastronomía desestructurada, en la que es fácil percibir notables influencias mediterráneas y mendocinas. Además de los aceites de oliva, Pan y Oliva ofrece una amplia variedad de productos gastronómicos, caseros y naturales -como conservas, quesos, aceitunas y panes- así como de accesorios culinarios y artículos de cosmética elaborados a base de aceite de oliva.
Ya en el Valle de Uco, el complejo del resort y spa The Vines of Mendoza alberga uno de los restaurantes más prestigiosos de la provincia: Siete Fuegos, del chef Francis Mallmann. Su cocina reúne la colección de técnicas de cocina a fuego abierto de Mallmann, quien encontró su inspiración en los gauchos argentinos y en sus viajes por Europa. Allí, sirven especialidades como el ojo de bife cocido a la parrilla por nueve horas a fuego lento, él salmón al infiernillo en costra de sal y las frutas de estación a la parrilla.
Asimismo, dentro de The Vines se encuentra laViila de los Enólogos en la que el destacado winemaker Matías Michelini inauguró una bodega biodinámica con un pequeño restaurante de cocina tradicional mendocina a la parrilla y al horno de barro. Y muy cerca de allí, en el pueblo de Tupungato, vive una familia de cuchilleros cuyas creaciones de acero dan que hablar en todo el país: los Karup – Pereyra Da Silva. En los años 70, Juan Carlos y Carmen llegaron desde su Misiones natal a Mendoza y construyeron su casa en el terreno donde hoy se encuentra la villa de la cuchillería KDS. Allí, en esa serranía custodiada por los picos nevados de los Andes y el cerro Tupungato, se alza el taller; el galpón, las oficinas y el salón de exposición de los cuchillos más finos de la Argentina’ los que usa Presidencia de la Nación o bien embajadores de la gastronomía argentina como Francis Mallmann. Si se encuentra cerca de allí, visitar KDS es una parada imperdible para conocer la historia y fabricación de sus cuchillos.
Un poco más al sur, en Tunuyán, se levanta Finca Blousson; una casa de campo atendida por sus propios dueños -Patrick Blousson y Victoria Jones- entre imperturbables viñedos y montañas. Por su ubicación, a 1300 metros sobre el nivel del mar; se puede disfrutar tanto de las vistas panorámicas de la Cordillera de los Andes como del Valle de Uco en su extensión, poblado de viñas de uva Malbec. Además de alojarse en su confortable guest house, Finca Blousson se distingue por la gastronomía de su Bistró que combina comidas típicas argentinas con los sabores mediterráneos del sur de Francia En una pequeña cava que alberga las barricas de roble francés en las que descansa el vino artesanal elaborado en la casa, se puede hallar las etiquetas más importantes de la región e inclusive algunos tintos inéditos.
Ya en San Juan, la ruta del vino comienza en la capital, donde hay una decena de bodegas que reciben a los turistas. Antes de iniciar el recorrido, se recomienda realizar una visita al Museo Histórico Sarmiento, casa natal del maestro de la patria, y al parque 25 de Mayo, frente al cual se encuentran el Museo del Tonelero y el Mercado Artesanal. Para conocer la historia del vino sanjuanino desde sus orígenes, hay que visitar Bodegas y Viñedos Santiago Graffigna, fundada en 1870 por un inmigrante de origen italiano que trajo consigo una gran experiencia y también distintas variedades de uvas europeas que incorporó a estas latitudes. Es imperdible el museo que se creó para preservar el patrimonio de la familia, en el que es posible apreciar la historia y el proceso de elaboración del vino. Además, en el museo funciona un wine bar para degustaciones. Asimismo, la Antigua Bodega -construida a principios del siglo XX y hoy convertida en museo- es otra parada ineludible en este recorrido. El establecimiento, que, en su momento, fue la obra industrial y arquitectónica vitivinícola más importante de San Juan, exhibe en su exterior los carretones que se utilizaban antaño para el transporte de la uva. En el interior se pueden encontrar máquinas, prensas y toneles que se emplearon para la elaboración del vino; mientras que en el subsuelo se encuentran las Cavas de los Sueños, en las que actualmente se elaboran espumantes.
En el Valle de Zonda, se llega a la Finca Santa Sylvia, que pertenece a la bodega Xumek. Allí, el cultivo de la vid está complementado con olivares y con un exótico criadero de ñandúes que conforman un escenario natural único. Aunque no está abierto a todo el turismo, con reservas previas se puede concertar una visita y una degustación. tanto de los vinos como de las deliciosas aceitunas.
Mar del Plata
Mar del Plata es una de las ciudades más completas del país, de esas pocas que lo tienen todo: desde kilómetros de playas y edificios de gran valor arquitectónico, hasta una gastronomía tradicional pero de gran nivel y actividades para toda la familia Además, desde el año pasado la cabecera del partido de General Pueymedón también tiene su propio Museo de Arte Contemporáneo (MAR). Más allá de sus exposiciones de alta calidad, el edificio que alberga el MAR es un punto aparte en la voluntad de transmitir el arte. Diseñado por el Estudio de Arquitectos Monoblock, que obtuvo el primer premio en un concurso realizado hace tres años, el museo consta de cuatro volúmenes de hormigón e incluye una plaza de acceso, espacios de exposición al aire libre y un patio de esculturas. Las superficies cubiertas incluyen tres grandes salas, un auditorio, talleres de restauración, un área de preservación y una de servicios.
En pleno centro marplatense, sobre la calle San Martín, se encuentra el restaurante que supo consagrarse como el mejor del país en lo que respecta a pescados: Sarasanegro, propiedad de Fernanda Sarasa (a cargo del salón) y Patricio Negro (cocina). Este punto de alta gastronomía en medio del bullicio de la ciudad se caracteriza por su cocina autoral, bien actual, basada en cocciones extremadamente cuidadas y en productos locales de estación: pescados, mariscos, verduras, frutas y hongos, entre otros.
Si de alojamientos se trata, el Hotel Boutique & Spa Sainte Jeanne se presenta como una alternativa cinco estrellas que combina lujo y confort en la calle Güemes, la más elegante de Mar del Plata. Desde la fachada de la construcción hasta el aroma de su patísserie, transportan a los huéspedes y comensales a los paisajes de La Provenza Además de sus confortables habitaciones, este hotel sorprende con los servicios, las instalaciones y la decoración de su spa. Si no se encuentra alojado allí, vale la pena tomar un té al mejor estilo parisino en el patio o en el deck que se encuentra en la entrada, una experiencia deliciosa para todos los sentidos.
Hacia el sur de la ciudad, junto al faro, hay un balneario que no conoce los límites impuestos por ‘la moda”, ya que es la playa elegida por los locales desde siempre: Honu Beach. Situada en un lugar privilegiado, sobre una amplia bahía, no sólo ofrece una de las mejores vistas del océano y el marco costero, sino que también es una de las playas predilectas de los surfers por la buena calidad de sus olas. Los pasillos de las carpas son amplios y conforta¬bles, y además cuenta con las típicas palapas hawaiianas (sombrillas) y confortables guarums que aportan una estética muy especial. La propuesta se completa con una parrilla y restaurante de muy buena calidad, una colonia de vacaciones orientada a la práctica de surf, una pileta olímpica, una rampa de skate para niños y un centro de surf de alto rendimiento.
Frente a esta playa hay un sitio muy especial y poco frecuentado por los turistas: el barrio El Alfar. Con sus casas bajas, entre calles de tierra y vegetación salvaje, es un sinónimo de tranquilidad en una ciudad donde es difícil encontrar paz durante la temporada de verano. Allí, en un contexto tan atractivo como extraño para un restaurante de comida internacional, se levanta un salón inolvidable desde su fachada: Mi mundo. Seduce desde el principio, a través de cada uno de sus detalles, su mobiliario, su vajilla; y, sin embargo, la comida es la gran protagonista. Los pescados y las preparaciones asiáticas y mediterráneas se lucen en platos que varían mes a mes, dependiendo de la imaginación de los cocineros y de los productos de estación.
El CRONISTA